Capitulo 36. La muerte no distingue de clases

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Las campanas de toda Italia repican rompiendo el silencio, el Papa Pio VII ha fallecido, se escuchan murmullos de que no ha muerto por causas naturales. En la tarde se reunirán todos los cardenales y la gente esperara en la Plaza San Marcos para ver la fumata blanca. Si en verdad es blanca eso querrá decir que tenemos un nuevo papá.

Al sentir de la gente se suma el mío propio han pasado dos días desde que recibí esa maldita carta. Hoy en la tarde partiremos rumbo a Florencia, Alesso se negaba a dejarme ir, me pidió por favor que me quedara en casa y el se encargaría de todo.

Pero no puedo, esto es superior a mi! Necesito ir y despedirme de él. Se que alguien intentará acabar con nosotros después pero no puedo dejar que mi padre este solo en su entierro.

Aunque no tengo ánimos de ningún tipo debo comer, cuento con casi tres meses de embarazo y ni si quiera lo sospechaba. Mi bebé necesita que me alimente bien por él. Y mis niños me necesitan de la noche a la mañana mi familia ha crecido y ahora tengo s no cargo tres niños pequeños más el que viene en camino.

También tengo que arreglar todos los papeles de papa, hacerme cargo de sus empresas hasta que mis hermanos sean mayores para llevarlas ellos mismos.

Está vez no me llevaré a los niños, todo parece estar tranquilo por aquí y mi suegro está mucho mejor de salud por lo que solo iremos a dar el último adiós mi esposo y yo. También he dejado todo resultó en caso de que no volvamos, los niños no se quedarán desamparados y será mi suegra la que se quede con la custodia de mis hermanos y mi hijo. Pensé en mi tía pero está un poco mayor y no se si aceptaría cuidar unos niños que no son de su sangre, mi suegra por el contrario quedó encantada con la idea.

Tampoco es que le dijera nada a mi tía  por lo que todo son suposiciones mías. Alesso acaba de terminar de empacar todo lo necesario. Además dos hombres nos acompañan ofreciendo seguridad.

No le he preguntado mucho por ello pero creo que antes fueron bandidos y ahora están rehabilitados por lo que conocen muy bien los trabajos sucios del oficio.

Nos dirigimos hacia Florencia en dos días estaremos allí sino ocurre nada  extraño, por lo que aún tendré un día para esperar que traigan a casa el cuerpo de mi padre.

En ningún momento se ha explicado la causa de la muerte de mi padre, igual a sido de muerte natural? Pero después de todo lo que nos rodea tengo serías dudas de que sea así. Ojalá cuando lleguemos algo o alguien nos pueda aclarar las circunstancias en las que falleció mi padre. Aun no puedo creer que ya no lo vaya a volver a ver nunca más.

***

Florencia está triste, el cielo nublado amenaza tristeza. La gente corre de un lado a otro la alegría parece regresar a sus corazones.

— Fumata blanca, fumata blanca. Habemus papam— repite un chiquillo a pleno pulmón.

Llegamos a casa de mi padre, todo está tan oscuro, tan triste y apagado. Apenas hay dos empleados. Preparan nuestra habitación y redacto una carta para hacerle saber a mi tía que me encuentro aquí.

Dos horas más tarde hace acto de presencia en la casa. Como un torbellino deja sus estragos a su paso.

— Mi vida, te creía más lista. No supiste descifrar mi carta... Al menos podré quitarme este estúpido luto ya que tenemos nuevo papa. No estás contenta?— dice hablando demasiado rápido y comiéndose palabras.

— Tía querida entendí la carta perfectamente, pero mi padre ha fallecido en extrañas circunstancias y debo de encargarme de todo...— digo apesadumbrada.

Mi tía cambia su semblante de inmediato se acerca a mi lado y me ofrece su apoyo.

— Cuando traen a tu padre?—

— Mañana... Después del entierro supongo que se leerá el testamento.— digo entre suspiros.

— Sabes que no estás sola en esto, me tienes a mi a tu lado y sobre todo a tu esposo.—

Asiento con la cabeza y me dejó caer en el mullido sillón. Paso la tarde ahí tirada, mientras tanto Alesso ha preparado el funeral y a ultimado todos los detalles, eso me hace sentir más culpable si cabe... Debería ser yo la que se ocupará de todo pero en cambio el dolor y el cansancio se han apoderado de mi alma.

***

La noticia de la muerte de mi padre ha corrido como la pólvora, la iglesia está abarrotada. Me alegra ver que mi padre era un hombre muy respetado y querido. El ataúd está bajo el altar...

Cuando la misa termina es hora de hacer el último viaje, está vez al cementerio descansará junto a mi madre, al fin volverán a estar juntos.

Algo me preocupa en demasía, necesito ver qué de verdad el cuerpo que se haya en el ataúd sea el de mi padre.

Estamos solos en la iglesia a la espera de que salgamos para hacer el cambio hacia el campo santo. Me acerco al ataúd y levanto la presilla que lo cierra.

— No lo hagas Francesca, lo mejor es que lo recuerdes como era antes... Ha pasado una semana de su muerte no creo que este en el mejor de los estados.—

No lo escucho y abro la tapa, quiero despedirme de él. Este como este.

Abro la tapa y doy un grito ahogado. El ataúd está vacío solo hay varias piedras de un tamaño y peso considerable y una nota.

Cojo la nota y tierno rápidamente el ataúd, colocó la presilla e indico a los portadores que es el momento de partir hasta el cementerio.

Alesso sujeta mi mano con delicadeza por todo el camino, colocan el ataúd que yo sé que está vacío en el interior de la tumba y la cubren de tierra. Muchas personas se agolpan allí, todos me dan el pésame y yo aguanto lo mejor que puedo allí parada.

Pasado un tiempo prudente la gente comienza a retirarse, miró hacia la arboleda y veo a dos hombres vestidos de negro que nos observan en la lejanía. Voy a decírselo a Alesso y ya no están, esto produce un escalofrío en mi espalda.

Si antes entendía poco ahora todavía menos. Tengo que seguir con esta farsa por un poco más. En cuanto lleguemos a casa se leerá el testamento. Después de esto leeré la nota que había dentro del ataúd.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora