En la pequeña estancia hay una mesa de piedra. En el centro hay tres copas iguales y debajo de cada una de ellas lo que parece una inscripción.
Custodiando la sala están los restos de lo que un día debió de ser un caballero de la orden.
La sala esta extrañamente iluminada, creo que las estrellas del techo deben de ser algún tipo de insecto. Enrico me agarra fuerte del brazo devolviéndome a la cruel realidad.
— Vamos dime cuál es la copa.—
Lo miro con rabia de arriba abajo y me quedo unos segundos en silencio.
— Porqué debería hacerlo? No tienes nada con lo que extorsionarme has matado a Alesso.— digo escupiendo cada una de mis palabras.
— Difiero yo no lo he matado, lo de hay atrás a sido un accidente.—
— Si me hubieras ayudado habría podido subir. Además el cayó porque tú trepaste sobre el.—
— Yo no lo veo así, es más bien la ley del más fuerte o más astuto. Sobrevive el que más posibilidades tiene.—
Cada vez es más estúpido seguir con esta discusión que no me llevará a ningún lado. Me acerco a la mesa de mármol que enmarca la habitación cada cáliz tiene una inscripción debajo.
El primer cáliz el de la derecha tiene escrito en latín la palabra eterno, el cáliz central tiene la palabra vida y el último cáliz el de la izquierda tiene escrita la palabra muerte. Cuando lo leo lo hago en voz alta. No tengo tiempo de decir nada más, Enrico se ha adelantado y sostiene en su mano la copa central.
— No lo hagas esa copa te quita la... vida.—
Demasiado tarde ya se ha bebido todo el contenido. Me mira y sus ojos comienzan a sangrar. Lo que pasa a continuación es difícil de relatar. Su cuerpo se convierte en agua que es absorbida por la tierra.
Esto es irreal, nadie en su sano juicio me creería, ni yo misma puedo creer lo que acabo de ver. Después de un rato sentada en el suelo me levanto cojo la copa y la regreso a su sitio de un modo mágico está se rellena de lo que supongo debe de ser agua.
Comienzo a pensar de nuevo, necesito buscar una salida y creo que solo podré encontrarla si consigo saber cuál es el verdadero cáliz.
El central es el de vida, o para ser más exacto el que te quita la vida. Si te quita la vida el siguiente paso es la eternidad por lo que el cáliz de la derecha tampoco es el correcto.
Con mucho miedo cojo el cáliz de la muerte, pero no bebo de él solo lo sostengo entre mis manos. Una neblina llena la habitación y una voz de otro mundo comienza a hablar.
" Has alcanzado la sabiduría, has descubierto cuál es el verdadero caliz, bebé de su agua y alcanzarás la vida eterna"
— No quiero la inmortalidad, tan solo quiero salir de aquí. Cuidar a mi hijo y llorar la muerte de mi esposo.— digo en voz alta esperando ser escuchada.
"Al cruzar la segunda galería encontrarás tres cuerpos, elige a cual salvar y de la muerte podrá regresar"
"Recuerda la copa de la habitación no podrás sacar, si la sacas morirás"
Cojo un poco de agua de esa copa en una de mis manos, es demasiado poco y cada paso que doy apenas si queda nada. Cuando llegó a los cuerpos apenas si hay unas gotas en mi mano, me acerco a Alesso y vierto tres gotas en sus labios. Siento no poder salvar a nadie más. Aunque no se lo merecieran tampoco merecían morir de esa manera.
Creo que no a funcionado, me levanto y vuelvo a la entrada. Pero no la encuentro si antes me hallaba en una galería ahora es un lugar más espacioso.
Cojo de los brazos a Alesso y lo arrastro como puedo lejos de este maldito lugar. Tardo más de lo que pensaba pero poco a poco veo luz. Salgo al exterior y a punto de caer al vacío estoy. Que tiene todo el mundo con los acantilados!
Me siento en el borde y comienzo a llorar desconsolada, por este sendero es imposible que lleve a Alesso conmigo. Ni siquiera podré darle un digno entierro se quedará aquí al alcance de los buitres y las alimañas.
Todos los que están a mi lado terminan muertos, o mal heridos lo mejor será que desaparezca de la vida de todos. Igual en el campo viviré más tranquila y cuando Leonardo sea mayor podrá ir a la ciudad y hacerse cargo de su título.
El sol comienza a ocultarse, no puedo pasar la noche a la intemperie por lo que decido pasar de nuevo a la cueva. Me acerco al cuerpo de mi marido y lo abrazo, no está frío como pensaba más bien está tibio.
Me duermo entre sus brazos.
— Te puedes mover un poco apenas me dejas respirar.— escucho como alguien habla debajo de mi.
Debo de estar soñando, no puede ser la voz de Alesso, seguro que estoy en un sueño. Un sueño doloroso.
— Auch...— grito al sentir un pellizco en mi trasero.
Me levanto de golpe y acaricio la zona dolorida. Miro hacia abajo y veo a Alesso riendo, de la impresión caigo al suelo y comienzo a llorar amargamente.
Alesso se levanta y se acerca a mi, coge mis manos y las entrelaza a las suyas.
— Lo siento, no quería hacerte daño. Por favor no llores mas. Puedes perdonarme soy un tonto.—
— Tu estabas muerto.... Yo te ví caer por el abismo...— digo con la voz hipada.
— No recuerdo mucho solo se que dónde fuera que estuviese estaba en paz, hasta que escuche tu voz y una luz me envolvió.—
— El cáliz funciona te he traído del mundo de los muertos.—
— Qué feo suena eso, podrías decir te he otorgado la vida o algo similar?—
Está vez no le rebato, cuando empieza con esas tonterías la única que termina exaltada soy yo. Solo lo abrazo y me dejó llevar por su aroma.
— Es hora de regresar a casa, dónde está Enrico y su secuaz?—
— Muertos... Pero te lo contaré después, no vas a creer todo lo que he visto y he vivido hasta tu regreso.—
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Matrimonio por contrato
RomansaItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...