Capitulo 33. Cartas confusas

2.4K 274 12
                                    


🌡️🔥

Sus manos dibujan círculos sobre mi piel, la falda de mi vestido está ya sobre mi cintura, con la boca suelta las cuerdas de mi corpiño dejando expuestos mis pechos.

Su boca me hace perderme en un delirio de placer, se introduce mis pezones en su boca, estos se endurecen al instante por la excitación. Mi sangre parece arder por el deseo en estos momentos.

Su mano acaricia mi intimidad sobre la fina tela de mi ropa interior, este la aparta hacia un lado, juega con sus dedos entre mis pliegues a estás alturas mi humedad es más que notable.

Un nudo se forma en mi interior pidiendo a gritos su liberación, Alesso se detiene y me sonríe.

— Qué quieres que haga?—

Yo no soy capaz de responder, a mí no me educaron para esto, nadie me contó nada sobre estás situaciones, mi cara debe de estar roja por la vergüenza.

— Entiendo que con tu silencio quieres que me detenga.— dice separándose de mi.

— Noo... — digo en un susurro — quiero unirme a ti, te quiero dentro de mi...— digo totalmente avergonzada pero llena de deseo y poseida por la lujuria.

No debe de ser pecado si solo me pasa con mi esposo, no es como si lo deseara con otro hombre.

Alesso se baja los pantalones y se situa sobre mi.

— Quiero que me mires, si dejas de mirarme en algún momento me detendre—

Mientras dice esas palabras se introduce en mi interior produciendo que de mi boca salga un jadeo.

Comienza moverse primero lentamente como si se tratara de una tortura. Aprieto si trasero haciendo el entender que quiero que se mueva más deprisa.

— Qué es lo que quieres pequeña?— dice con una voz tan varonil que solo con pronunciar esas palabras siento que me derrito.

— Más deprisa, más deprisa— respondo dejando la vergüenza olvidada y cegada por el placer que su cuerpo y sus movimientos me producen.

Levanta un poco mis piernas situandolas sobre sus hombros, acelera sus embestidas, ahora son más intensas y más profundas, poco a poco me sumerjo en un placer de otro mundo entre espasmos tocó el cielo con la punta de mis dedos, unas embestidas después es Alesso el que consigue alcanzar el climax derramándose en mi interior.

Me besa dulcemente sobre los labios, se levanta y se acerca al escritorio coge un pañuelo y se limpia, poco después me limpia a mi. Devolviendo la vergüenza y la cordura a mi cuerpo.

— No seas tímida... Al fin de al cabo soy tu esposo. Ahora ven vamos a leer esas cartas.— dice ayudándome a levantar del sofá.

Me acerco al escritorio tomada de su mano, de un momento a otro vuelvo a estar sentada en su regazo. No voy a negar que me gustan sus atenciones y sentirme deseada pero este hombre no parece estar saciado nunca.

Abro una de las cartas, está es la de mi tía. No hay nada relevante en ella o s menos es lo que creo al principio . Al final de la carta puedo ver una serie de símbolos.

Si ha utilizado esto es porque no desea que nadie descubra lo que ha escrito o al menos alguien que lo conozca la escritura egipcia. Mi tía es una apasionada de esa cultura, desde que los ingleses están inmersos en sus descubrimientos ella no cesa en su empeño de viajar a Londres. Quizás cuando termine todo esto la podamos acompañar.

A partir de aquí no puedo hacer nada, necesito visitar la biblioteca de Milán, para saber el contenido cifrado. Abro la siguiente carta, mientras lo hago Alesso reparte besos por mi cuello, consiguiendo que mi piel se erice por su mero contacto.

— Alesso, detente! No te cansas nunca de hacer estás cosas.—

— No, la verdad es que me he vuelto adicto al tacto de tu piel, además me relaja...—

No digo nada, solo suspiro mientras saco el papel del interior del sobre lacrado.

Querida Francesca

Te hago saber que tus hermanos y yo nos encontramos bien de salud, en tanto recibes la misiva yo me hallo de viaje hacia Milán, necesito dejar a tus hermanos contigo por unas semanas ya que mi siguiente destino me robara al menos unos meses de mi vida.

Cómo debes de intuir Margherita no viaja con nosotros, lleva algo más de un mes desaparecida. Ya denuncie a la policía sobre su abandono del hogar, no estoy seguro de que lo haya abandonado por voluntad propia ya que sobradamente conoces con el círculo que se relaciona. En cuanto llegué te comunicaré algunas cosas más que importantes. Entiende que prefiero ser yo en persona el que lo comunique ya que son cosas muy sensibles.

Atte. Tu devoto padre.

— Si llego a saber que casarme contigo me iba a traer tantos dolores de cabeza habría tomado los hábitos querida.— dice Alesso riendo.

Le doy un pellizco en el brazo, el se queja un poco por el dolor pero después comienza a reír. Dejo un beso a mi esposo y me dirijo en busca de mi suegra, una vez que la encuentro le informo de que el servicio debe preparar dos habitaciones una para el doctor y otra para mi padre.

Mis hermanos pueden compartir la habitación con Leonardo, ella asiente con la cabeza y se marcha para que la doncella lo prepare todo, calculo que mi padre y el doctor lleguen mañana o pasado a lo más tardar.

Deberíamos habernos quedado en nuestro Palacete este es más amplio y cuenta con más habitaciones pero los malos recuerdos me lo impiden al menos por el momento. Por otra parte Alesso está más tranquilo aquí, dónde puede ver los progresos de su padre. Aunque lamentablemente no son muchos apenas está unas pocas horas fuera de la cama y ha adoptado un color amarillento. No sé si será normal o no, pero a mí no me lo parece, ojalá y el doctor pueda ayudarlo a mejorar.

Me quito el mandil, atuso un poco mi pelo y me dirijo a la biblioteca Ambrosia. Espero que allí tengan lo que haya buscando desde que Napoleón puso a Milán como capital de la república las obras de arte y la cultura ha tomado mayor transcendencia aquí. Si no encuentro nada tendré que buscar a alguien para que me ayude en este trabajo.

Pero cuántas menos personas sepan de esto mejor, he aprendido a base de golpes que no se puede confiar en casi nadie. El que crees que hoy es tu amigo mañana te puede apuñalar por la espalda.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora