Capitulo 6. Mi vida en el campo

5.5K 591 40
                                    


Seis meses después

Hace seis meses que llegue hasta aquí, es un lugar tranquilo y bonito todo rodeado de viñedo. Hay un pueblo cerca por lo que tengo todo lo que necesito.

María decidió acompañarme cosa que agradecí gratamente al menos tengo una persona en la que confiar, también lo hizo su marido. A él le debo mucho ya que es el que me ayuda a pasar desapercibida en mis negocios y si al final alguien quiere una reunión el se hace pasar por el propietario.

De Alesso no se nada, desde esa fatídica mañana no lo volví a ver. Debe ser feliz divirtiéndose en los lugares de perversión que frecuenta junto a su adorada Fiore.

Una vez María me explico que ella nunca podrá aspirar a nada más que a ser su amante, ni aunque yo muriera podría desposarla. Ella siempre será una cortesana y la iglesia no lo permite, lo único que le permitiría sería tomar los votos y estar al servicio de Dios. También me explico que aunque tuvieran hijos estos serían bastardos y no los podría reconocer por lo que no tendrían nada.

Así que en el fondo siento lastima por ellos, o por ella más bien cuando envejezca se buscará a otra y se olvidara de ella.

Estoy subida en una escalera cambiando las cortinas del salón, siento que están demasiado viejas y estropeadas así que compre unas telas nuevas y es hora de darles uso.

— Señora! Baje de ahí, está loca se puede caer.— grita María desde la puerta. Eso hace que me asusté y la escalera se tambalee.

— María, estaba bien hasta que tú me has asustado.— digo bajando de la escalera.

— Señora en su estado no puede cometer estas imprudencias. Piense en el bebé por favor.— dice María preocupada.

Miro mi vientre y veo como últimamente ha crecido demasiado mi embarazo ya es de más cinco meses por lo que ya es notable. Cuando salgo al pueblo procuro ir lo más holgada posible pero el calor está llegando y ya no puedo ocultar más mi estado.

— Señora cuando informará al señor de su próxima paternidad.—

Esas palabras hacen que me atragante con mi propia saliva. No voy a decirselo jamás! si fuera un niño de seguro que me lo quitaría, ojalá sea una niña al menos así si se llega a enterar no tendrá relevancia, lo único que desean estos hombres son varones para que continúen consu legado. Y también está la opción de que reniegue de él o de ella y diga que yo lo he engañado.

Aquí seremos felices, yo puedo ofrecerle todo lo que necesite y José puede darle los consejos como hombre que necesite si es un varón. María y él serán nuestros apoyos.

Mi padre tampoco sabe lo de mi embarazo pero si sabe que me mudé aquí, a él le explique en una carta que mis pulmones no andaban demasiado bien y el doctor me había recomendado el aire del campo por un tiempo.

Lo sé, de nuevo volví a mentir pero que otra cosa podía haber hecho! decirle que a mi esposo no le interesó como compañera y menos como su esposa. No lo mejor fue endulzar las cosas, quiero que sea feliz aunque sea lejos de mi. Quizás le cuente cuando nazca mi bebé. Pero para eso aún falta tiempo así que ya lo decidiré en su momento.

Estoy repasando las cuentas de uno de mis negocios en concreto el de importación de vino, al principio pensé que el vivo de esta zona del país no era tan bueno como el de Florencia pero gracias al cielo me equivoqué.  Tengo varios proveedores y yo solo me encargo del transporte y la venta. Ellos se llevan una parte y yo la otra.

No pierden su cosecha, no pierden dinero sino que ganan y con cuantiosos beneficios. Nunca me atrevería a tocar la ruta de mi padre por lo que yo he escogido la contraria.

El siempre pensó que esa opción le haría perder dinero y nunca quiso escuchar mis consejos. Ahora lo agradezco ya que yo no me equivocaba y me está rentando sendos beneficios.

También tengo un negocio de importación de telas, ese fue más arriesgado pero también conseguí que se convirtiera en algo lucrativo.

Todo esto lo he conseguido en tan solo un año y medio. Mamá estaría orgullosa de mi, mi tía siempre me contó que era una mujer muy moderna para su tiempo.

Mientras yo continuo con mis cuentas, María está tejiendo ropita para el bebé. Ella sabe de sobra que puedo pagar por ella pero está empeñada en que la calidad es mejor si ella la confecciona por lo tanto la dejo hacer lo que desee.

Un mensajero llega a la casa, José recoge una carta y me la entrega, no tengo miedo a que pueda cotillear, no sabe leer y aunque supiera no tengo nada que ocultar.

Miro el sobre y veo el sello lacrado del ducado de Milán. Eso hace que un escalofrío recorra mi espalda. Rompo el sello y saco la carta del interior.

Querida Francesca Sforza...

Anunciamos nuestra próxima llegada para el martes 22 de mayo de 1808. 

Esperando que se encuentre mejor de salud...

Atte. Lorenza y Adriano Sforza.

Mi semblante cambia inmediatamente, siento que todo me da vueltas. Hoy es día 22 y no puedo hacer nada. La carta llega con varios días de retraso. Es más ya están aquí! escucho un carruaje parar en el esterior de la casa.

No tengo tiempo ni para levantarme cuando mis suegros llegan a nuestro encuentro.

Me levanto para devolver el saludo y Lorenza mira mi vientre, su cara sonriente pasa por varios estados, sorpresa, incredulidad y hasta enfado.

—  Adriano yo lo mató! La ha mandado al campo como si hubiera deshonrado a nuestra familia. Hemos educado a un verdadero inepto.— dice acalorada.

— No por favor, no es así... María trae un refrigerio para los Duques mientras yo les explicaré...—

María se levanta y se marcha hacia la cocina, les pido que tomen asiento y por primera vez en mucho tiempo les digo la verdad.

Les cuento cómo su hijo nunca tuvo interés en mi persona, les cuento el tema de su amante " la cortesana " esa parte se ve que ya la conocían aunque pensaban que desde su matrimonio no la había vuelto a frecuentar. Y al fin les cuento que mantuvimos un encuentro fugaz del que no salí bien parada. Decidí irme al campo para que el fuera feliz y aquí descubrí mi estado. También les explico el miedo que siento a qué Alesso me quite a mi bebé o reniegue de él.

Me arrodillo ante ellos y les suplico que no le cuenten nada, si lo hacen desaparece de Italia y no me volverán a ver ni a mí ni al bebé.

Ellos aceptan pero marcan una serie de condiciones, tendrán derecho a ver crecer a mi hijo o hija y si en algún momento de esta vida Alesso les pregunta sobre su paternidad ellos le contaran la verdad. Dudo que regrese a buscarme algún día así que acepto.

— Francesca te está enviando dinero porque veo que aquí hacen falta muchas cosas?— dice mi suegra observando la casa.

— No, pero no me hace falta, mi madre me dejó un dinero y con el nos podemos mantener.— respondo y no miento del todo solo omito una parte.

— Creo que debemos tener una charla con este muchacho, ya va siendo hora de que le cortes el grifo Adriano.—

— No por favor, no me incluyan no quiero que venga y me culpe de su desgracia.—

— No querida, esto es algo que debimos de hacer hace tiempo. Si no lo hicimos fue por ti. Pero ya que tú no recibes nada es hora de hacerle ver la realidad. Además a partir de mañana recibirás una asignación y no te niegues un Sforza no puede vivir en la pobreza.—  dice mi suegro de manera autoritaria.

No respondo, se que está batalla la tengo perdida. Pero tampoco vivimos mal tenemos para comer y mantener la casa lo mejor posible. Mis negocios marchan bien y estoy ahorrando para comprar otra propiedad en caso de necesidad.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora