Ha pasado una semana, hoy es la cena con el gobernador, su esposa y su hijo. A Enrico no tengo muchas ganas de verlo se que saltarán chispas en cuanto entremos a su casa. Pero por otra parte el esposo no debe de saber del desliz con mi esposo.Supongo que debió de pasar antes de nuestro matrimonio ya que no recuerdo hacer visto a Enrico en casa ni en la boda.
He decidido sacar un vestido más recargado y digno de la ocasión, al menos yo quiero causar buena impresión ya que de eso depende el futuro acondicionado de los caminos.
Bajo las escaleras en el final ya me está esperando Alesso la verdad es que se ve muy apuesto, pero eso es algo que no lo diré.
Cojo su brazo y camino hasta el carruaje, allí me ayuda a montar y después lo hace él. El camino es tranquilo y en silencio, no estamos demasiado lejos de nuestro destino por lo que trato de disfrutar del paisaje que nos rodea.
Un rato después llegamos a nuestro destino, es una casa muy bonita, no se diría que es una casa en el campo es la típica casa de la alta burguesía.
El mayordomo sale a recibirnos, nos acompaña hasta el comedor y nos indica nuestro lugar. Poco después llega Enrico, toma mi mano y deja un beso. Eso no hace nada más que endurecer a Alesso, creo que lo hace a proposito para enfadarlo. Lo que él desconoce es que yo no caeré en sus redes ni en las de él ni en las de nadie.
Al poco aparece un señor mayor pero bien parecido, debe ser el padre de Alesso ya que comparten mucho parecido físico, de ser brazo lleva a una mujer que no debe de llegar a los treinta, es castaña y de curvas generosas. Es bonita pero no una belleza peculiar es más bien como todas las mujeres de la alta sociedad.
Todas parecen copias, en fin que hagan lo que deseen.
Saludamos amablemente y comenzamos con la cena, en verdad es un hombre agradable y parece buena persona, en cambio ella es superficial y su conversación es soez y aburrida.
Terminamos de cenar los caballeros pasan a una sala y a mí me dejan con su esposa, maldigo mi suerte por haber nacido mujer, antes de que se retiren le susurro a Alesso a lo que hemos venido.
La señora se sirve un coñac dejándome un poco desconcertada, me mira de arriba abajo y sonríe con malicia. Me preparo mentalmente ya que temo lo que se avecina, porque me tocan todas las locas desquiciadas a mi!
— Qué bien lo has hecho, no eras una señorita noble y aún así te has casado con el que será el hombre más poderoso de Milán...—
— Bueno su marido parece ser un buen hombre y también tiene una buena posición— digo sonriendo.
— Seguro pero es viejo, no me complace en la cama, apenas se tumba encima de mi y ya ha terminado... En cambio Enrico o Alesso saben proporcionar mucho entretenimiento y placer.—
No sé que responder, no es como si me sintiera ofendida pero si estoy extrañada, no solo tuvo un lío con mi esposo hace un tiempo que también lo tiene o lo tuvo con su hijastro.
— No le gustaría volver a Milán?— pregunto intentando salir de ese tipo de conversación.
— Claro, pero todavía tengo que permanecer aquí durante al menos tres meses más. Después pasaremos en la ciudad medio año.—
No sé de qué hablar con ella, que le pregunto que tal es el tiempo, o si sabe bordar. Me estoy comenzando a sentir incómoda.
Después de tres copas de coñac, vuelven los caballeros a nuestra estancia. Por fin! Pienso en mi interior.
— Señoras es hora de retirarnos, espero que pasen buena noche, Marcelo les acompañará a su habitación.— dice el padre de Enrico.
Mi esposo, coge mi mano y me sonríe. Yo lo miro como si lo quisiera matar, para que nos vamos a engañar di pudiese lo ahogaba ahora mismo.
Una vez estamos dentro del dormitorio, lo miro molesta.
— Qué significa ésto? Te recuerdo que tengo que alimentar a Leonardo de ningún modo me voy a quedar aquí y menos voy a compartir la cama contigo.— digo enfadada.
— Según lo veo yo tienes dos opciones: puedes marcharte a casa pero el camino está mal y es una noche cerrada y la segunda opción es la de dormir en el suelo.—
— Ya veo que eres todo un caballero—digo con sarcasmo.
— No dudes que lo soy, solo hemos yacido en una ocasión y sabes que cono esposa tienes deberes que cumplir, todo está de mi parte para poder castigarte. Así que no me tientes y pongas mi paciencia al límite Francesca. — dice mirándome fijamente, esa mirada me asusta un poco. Lo observó mientras se desviste, no puedo negar que es un hombre hermoso y engreído a partes iguales.
No puedo dormir con este vestido es demasiado incómodo, me veo en la obligación de pedirle que me ayude a quitarmelo. Esto si que es humillante!
El me ayuda a quitar mi vestido sin decir nada, me meto en la cama y veo que el también lo hace, me situó en el lado contrario y le doy la espalda.
Estoy tan tensa que creo que voy a sufrir un colapso, me cuesta respirar, miro mi pecho y veo que no me quitado el corsé, este me está asfixiando.
— Alesso, por favor me asfixió... No puedo respirar...— digo en un hilo de voz.
Alesso rompe los cordones y me quita el corsé dejándome expuesta ante sus ojos.
Noto como mira mis pechos y sin pensarlo le suelto una bofetada.
Este toca su cara y de un momento a otro soy aprisionada en la cama por su cuerpo. Sus labios se pegan a los míos, le muerdo pero el no cesa en su beso, un beso que al final correspondo inconscientemente. Se separa de mi, limpia la sangre de sus labios y me sonríe.
— No me pegaras una próxima vez! Si no lo recuerdas te acabo de salvar y ya deja humillarme porque la próxima vez no párate.—
Voy a hablar pero el me da la espalda, será mejor así. No quiero tentar mi suerte. Me quedo dormida recordando el sabor de sus labios y la calidez de su cuerpo. Me recuerdo que debo ser fuerte y no caer en sus redes.
No puedo permitir que me vuelva ha hacer sufrir de nuevo. Mi corazón siempre ha sido suyo pero no quiero que el lo sepa.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...