Todavía no se como me podido dejar convencer por este hombre para asistir a esta cena. Desde la primera vez que los vi no me gustaron nada y después estuvo lo del coqueteo, no se pueden llamarme loca o paranoica pero estos dos no me gustan nada, se que ocultan algo y serán un dolor de cabeza para mí.Llegamos a la casa, esta es la misma en la que una vez cenamos con los padres de Enrico, ahora ninguno de ellos sigue con vida.
La casa está llena de invitados, la gente sonríe y conversa animadamente, bueno igual he exagerado un poco con mis primeras impresiones.
Después de un rato prudente nos hacen pasar al comedor, las mesas están numeradas y hay un tablón donde dice la mesa asignada.
Busco nuestros nombres en la lista y cuando al fin los encuentro mi semblante cambia. No puede ser que se hayan tomado la licencia de sentarnos con ellos.
Alesso parece encantado de ser la envidia del personal en cambio yo me huelo que hay gato encerrado en todo esto.
Durante la cena este hombre no deja de coquetear conmigo lo hace en francés y Alesso al no conocer la lengua no se entera de nada. Gracias al cielo la cena termina, las damas pasamos a una sala y los caballeros como es habitual a otra. Al menos me podré despegar un rato de ese francés baboso.
— Querida es un placer que nos horres con tu presencia, eres una verdadera beldad.— dice acariciando mi codo esa mujer.
Eso hace que me retiré, podría ser que sea una de esas personas que según dice la iglesia son desviadas, no quiero imaginar cosas pero sino tenía ya bastante con el marido ahora también la esposa, sonrió y me alejo de ella. Ojalá y esto termine pronto porque por nada del mundo pasaré en esta casa la noche.
Me niego rotundamente por ahí si que no paso, estos dos son capaces de colarse en mitad de la noche en nuestro dormitorio.
La puerta se abre de golpe, tras ella aparece un Alesso sofocado, se disculpa por la interrupción y se acerca a mi.
— Nos vamos ahora mismo, tenías razón estás personas no tienen buenas intenciones.— dice casi sacándome arrastras de la habitación.
En el carruaje le pregunto a qué se debe su estado, está demasiado alterado y de mal humor.
— Qué es lo que sucede?—
— Ese estúpido francés de ha atrevido a tocarme el trasero, además me ha sugerido intimar. He estado a punto de golpearlo pero después he pensado que no sería bueno un escándalo de mi parte.—
— Su señora también ha coqueteado conmigo, creo estos franceses son muy liberales.—
Volvemos a casa y los niños ya están acostados, así que voy en busca de Ana María y la subo a mi cuarto y para alimentarla en la noche.
***
Nos encontramos en Milán, nuestra nueva casa ya está preparada. Después del incidente Alesso decidió venderla y comprar una casa nueva más cerca de sus padres.
No he objetado ya que la primera que no deseaba vivir en esa casa era yo.
Llega una carta de Roma, el cuerpo me da un vuelco solo puede tratarse de una cosa, le entrego la carta a Alesso y espero a que comparta su contenido.
Se le ve feliz mientras lee en voz baja, igual no son malas noticias como creía. Una vez termina de leer me abraza y me besa. Hasta me levanta por los aires dando vueltas sobre sí mismo.
— Qué es lo que pasa? Qué dice la carta?— pregunto curiosa e ilusionada por la situación.
— Dicen que nos liberan de cualquier pacto, que están contentos con nuestro desempeño con la causa y que si somos necesarios en un futuro nos volverán a contactar.—
— Pues eso no es muy bueno que digamos.— respondo frunciendo el ceño.
— Si que lo es! Ahora no lo puedes entender pero más adelante lo harás. Si nos dejan en la reserva ahora, mientras organizan todo de nuevo pasará un cierto tiempo. Con suerte ya seremos lo suficientemente mayores para no servirles de ayuda y con un poco de suerte nuestros expedientes se pueden perder.—
— Qué es lo que tramas querido?— pregunto sonriendo, lo conozco demasiado para saber cuándo está pensando en cometer alguna locura.
— Nada, solo pienso en disfrutar de mi vida y mis días junto a ti y a los niños. No sabes lo feliz que me haces al entregarme todo tu amor.— dice para después besarme en los labios, un beso duro y desesperado.
Me separo de él con mucho esfuerzo y le regaño, los niños están presentes y no es el momento adecuado.
Al él mi enfado parece no molestarle porque lo único que hace es abrazarme y reir.
Un año después...
— Querida ha llegado una carta desde Toulouse, esta vez creo saber de quién puede tratarse.— dice Alesso entregándome la carta y tirándose al suelo a jugar con Ana María.
Rompo el sobre y saco el papel que hay en el interior, estoy demasiado nerviosa no estoy segura de querer saber lo que pone, Alesso me pelliza un tobillo para que reaccione. Lo mejor es enfrentar todo sea cual sea el desenlace.
A Francesca Sforza
Querida Francesca me dirijo a usted para invitarle a mis próximos esponsales. Los cuales se celebrarán en dos meses. Estaríamos encantados de que su esposo es hijos pudiesen acompañarnos en tan señalado día.
Por favor no me juzgue le explicaré todo a su llegada.
Atte. Paul Macron.
— Que dice querida la carta, pareciera que no son buenas noticias...—
— El libertino de tu suegro que se vuelve a casar, espero que tenga una buena explicación para esto. No puedo creer que lo haga de nuevo. Abandone a una familia y ahora forme otra. — respondo enfadada, no porque se case, ni siquiera porque forme una nueva familia. Pero me dejo aquí con sus hijos a los que quiero como míos. Ellos nos llaman a nosotros papá y mamá. Pero me parece tan injusto por su parte, ha pasado más de un año para que de señales de vida.
Este hombre me va a oír, en un mes partimos hacia Toulouse.
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Matrimonio por contrato
RomantizmItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...