Capitulo 11. Soy tu esposo

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Hace una semana que regresamos, no me gustó mucho regresar tan pronto pero no podía hacer otra cosa.

Por otra parte está Margherita no me fío nada de ella, se que algo oculta y mi padre está en medio. Por eso le he pedido a mi tía que la siga de cerca y me mantenga informada.

Hoy debe de llegar Alesso junto a Adriano, he pensado en mil situaciones, hasta pensé en esconder a  Leonardo. Pero no puedo me duele separarme de él más que nada en el mundo.

Si no me duele a mi que lo he parido a quien le va a doler!

Terminamos de comer y escucho el sonido de un carruaje. Ya llegó el momento, respiro profundo dejo a mi hijo en su cunita y me siento en el sillón, Lorenza me dedica una sonrisa tranquilizadora, cosa que agradezco pero se de sobra que lo que está por venir y por ver desatará su ira.

Escucho como hablan, acaban de pasar en pocos segundos aparecen en la sala. Adriano es el primero en pasar me salida educadamente para después dirigirse hacia su esposa y dejar un beso sobre sus labios. Es tan bonito ver qué después de tantos años  son el uno para el otro.

En ese justo momento mi hijo comienza a llorar, si no supiera que es un bebé pensaría que lo ha hecho a propósito.

Alesso mira hacia la cuna desconcertado, veo como se acerca pero instintivamente cojo a Leonardo y lo arrulló entre mis brazos.

— Qué significa esto?— dice entre molesto y sorprendido.

— Lo que ves hijo, es tu hijo y el de Francesca.— dice Adriano tranquilamente.

— Pero qué está diciendo padre si ella y yo solo llacimos una....—

— Con una vez aveces es suficiente—  dice está vez su madre.

— Pueden dejarnos solos a mi esposa a mi por favor.— dice Alesso enfadado.

Lorenza coge al niño y salen del salón, ahora viene la tormenta.

— Cuando pensabas decirme que me había convertido en padre, no lo digas ya se la respuesta nunca.— dice escupiendo cada palabra por su boca.

—  Que querías que dijera querido esposo después de que me acusar es de  seducirte descubrí que en mi interior crecía un bebé...— respondo con sarcasmo.

Se que no he sido justo contigo pero es cruel de tu parte esconderlo de mi. También tengo derecho es mi hijo.—

— Alesso que quieres que diga, soy capaz de criar a mi hijo sola a la vista están los hechos. Si no dije nada fue por miedo a que me quitarás a Leonardo.—

— Qué clase de ser crees que soy? No respondas ya lo imagino. Ahora necesito descansar.— dice marchando se de la habitación, no lo veo enfadado más bien está triste y decepcionado.

Porque ha vuelto, ahora no puedo evitar sentirme culpable, tiene razón en que no debería haberselo ocultado pero que esperaba después de como me trató.

— Estás bien niña?— pregunta Lorenza

— Si madre, solo necesito tomar algo de aire fresco.—

— No le tomes en cuenta, a Sido un shock, necesita asimilar las cosas.—

Tampoco es como si me hubiera gritado o golpeado, así que no a Sido tan malo.

Subo a mi dormitorio y lo encuentro allí acostado en mi cama, pero que diablos hace aquí.

— Qué haces en mi dormitorio?— pregunto lo más calmada posible.

— Los esposos comparten dormitorio así que no veo nada malo en dormir un rato.—

— A caso olvidas las normas que tú mismo promulgaste? —

— No sigas, ya he madurado y no voy a cambiar de opinión. Así que si me dejas solo o por lo menos te mantienes en silencio podré descansar a sido un viaje muy largo.—
dice y se da la vuelta.

Cojo un chal y salgo del dormitorio, este hombre llega aquí después de casi un año y medio y dos y pico de casados y olvida como me ha tratado?

Quiere dormir en mi dormitorio, perfecto que lo haga yo me iré a otro, busco a María para instalar mis cosas en otra habitación. Y vaya que la respuesta que escucho no es para nada la que esperaba. La única habitación disponible esta plagada de goteras, no es segura usarla hay que cambiar las tablas y arreglar esa parte del tejado.

Vale tendré que dormir con él pero no voy a compartir cama, busco una cama y cuando el se levanta de su siesta la instalo junto a la ventana.

Es pequeña pero perfecta para mí. Bajo a la sala y lo veo con Leonardo en brazos por un momento siento miedo pero puedo ver qué en sus ojos hay amor.

Salgo al jardín, me repito en la cabeza que no se lo va a llevar, hago una especie de mantra.

—  Hola Duquesa ya has vuelto de tu viaje?—

— Hola Enrico — digo sin levantar la cabeza del suelo.

— Te apetece dar un paseo?—

— Olvidas que estoy casada, cuántas veces he de repetirlo.— respondo astiada.

— Bueno para eso tendría que estar tu marido presente y por lo que llevo observando parece que te ha abandonado aquí.—

— Alejate de mi esposa sino quieres que te parta la cara!— dice Alesso a mi espalda.

— Vaya, vaya el gran Alesso Sforza al fin se ha dignado a venir en busca de su mujer. Una lastima un poco más y sería mía.—

Delante de mi parece desatarse una tormenta, solo llueven golpes e insultos. Me quedo petrificada, pasado un rato Adriano junto a José separan a estos dos.

Pero que se creen que soy un trofeo por el que luchar. Me levanto del banco y paso a la casa, ya he tenido bastante por hoy.

La cena transcurre tranquila, Alesso no habla y yo tampoco. Subo al dormitorio me pongo el pijama y me acuesto en mi cama.

Un rato después llega él.

— Qué su supone que haces ahí?—

— Dormir, que otra cosa podría  hacer.—

— Por si no lo recuerdas soy tu esposo, veo que lo has olvidado.—

— No lo he olvidado te recuerdo que según tus palabras este matrimonio es una farsa así que ahora déjame dormir que estoy cansada.—  me doy la vuelta me tapo con la manta y me quedo dormida antes de eso lo escucho refunfuñar un rato.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora