Capitulo 42. Una última aventura

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Alesso me mira y yo le sonrió, quizás es la hora de vivir una última aventura. Nos dirigimos hacia la plaza de España, a esta hora hay demasiados curiosos, parejas de enamorados, matronas con sus hijas y algún caballero despistado.

La plaza se encuentra en el cruce de las calles Via del Babuino (que lleva a Piazza del Popolo) desde el norte, por el oeste la Via del Condotti y por el sur la Via dei due Macelli y la Via della Propaganda, justo en el centro podemos encontrar la famosa Fuente de la Barcaza, del barroco temprano, esculpida por Pietro Bernini y su hijo, el célebre Gian Lorenzo Bernini. Al sur de la fuente, se encuentra la columna de la Inmaculada Concepción, dogma católico con especial difusión entre los católicos españoles. Con más tiempo aquí me gustaría saber más cosas de este lugar tan enigmático, solo he venido varias veces y todavía recuerdo todas la conexiones entre calles y sus nombres.

La monumental escalinata de 135 peldaños fue inaugurada por el papa Benedicto XIII con ocasión del Jubileo de 1725; la construcción de la misma se llevó a cabo gracias a las aportaciones de la Casa de los Borbones franceses, para conectar la embajada española, de ahí el nombre de la plaza, con la iglesia de Trinità dei Monti.

Aveces me sorprendo hasta yo de lo mucho que recuerdo de los libros y la explicaciones de mi padre. Solo pensar en mi padre me hace sonreír como una boba, la verdad es que lo echo de menos y siempre lo voy a hacer.

El diseño no estuvo exento de discusiones sobre cómo salvar el desnivel del lado del Pincio, debía ser urbanizado para conectarlo a la iglesia. Finalmente se eligió la gran escalinata decorada con numerosas terrazas/jardín, que son adornadas en primavera y verano con diversas variedades florales.


La verdad es que es un lugar muy bello y con mucha historia para admirar. Nos dirigimos hacia la escalinata y comenzamos a descender los escalones, espero no tener que volver a subirlos creo que ya estoy demasiado mayor para eso.

Llegamos al último escalón unos minutos después, me agachó un poco como si quisiera atar el nudo de los  cordones de mis zapatos. Comienzo a observar la losa de piedra pero no soy capaz de ver nada diferente o extraño.

Me empiezo a desesperar, me levanto y por primera vez en toda mi vida decidido rendirme. Alesso coge mi mano y deja un beso en ella.

—No te rindas aún princesa, fíjate esa flor es diferente a las de más.—

Tiene razón me acerco más para verla y puedo distinguir que el grabado es una flor de lis. Pongo en orden mis ideas, esa flor era representativa de la realeza francesa. Así que debo de pensar muy bien nuestro siguiente paso a dar.

Cojo la mano de Alesso y comienzo a caminar.

— A dónde vamos?—

— Al Pallazo Farnese—digo y miro mis pies los cuales comienzan a dolerme bastante, desde luego hoy no he elegido el calzado adecuado pero nunca pensé que iba a recorrer toda Roma en busca de pistas.

El palacio se encuentra en una plaza adornada por fuentes que reutilizaron bañeras de granito provenientes de las termas de Caracalla. La fachada, en ladrillos con aristas en travertino, se articula en tres pisos. Las 13 ventanas de cada piso presentan diferentes decoraciones y las del piso noble están coronadas de frontones alternativamente curvilíneos y triangulares. Los ladrillos son de en tonos rojos y amarillos, la verdad es que desentonan un poco con el entorno pero esto va al gusto del consumidor supongo.

Al interior se pasa a través de un vestíbulo con bóvedas y tres naves separadas por columnas de orden dórico en granito rojo. Hemos tenido bastante suerte ya que hoy está abierto al público, he escuchado que actualmente es la embajada francesa por lo que no debo de estar equivocada, si lo estoy al menos disfrutaré de la belleza del palacio.

La decoración interna es particularmente refinada. Todo está decorado con estucos y pinturas mitológicas.

Hay una  sala que llama particularmente mi atención , esta es la Sala de Hércules hay una estatua del Hércules Farnesio, También se encuentra una estatua de la Piedad y de la Abundancia, no me puedo acercar mucho ya que hay un guarda a nuestras espaldas.

Miro y remiro todo con sumo cuidado, intentando memorizar cada detalle de esa enorme sala. El guarda nos indica que es el momento de avanzar, mientras camino veo como una pequeña flor de lis está tallada en los pies de la Piedad. Salimos al exterior aunque creo que ya tengo lo que busco

El jardín desciende por la colina sobre la que se erige la construcción, y se conecta a la casa a través de puentes. A la entrada tiene dos pabellones, que marcan un mirador hacia la Basílica de Majencio. Disfrutamos de un paseo por esos bellos jardines, creo que me equivocaba al no querer emprender está pequeña aventura. Estoy disfrutando de la compañía de mi enamorado y al menos está vez nadie nos observa ni nos persigue.

— A dónde nos dirigimos ahora?—

— A la pensión, mañana si quieres seguiremos con la búsqueda del tesoro pero ahora me apetece disfrutar de un rato a solas con mi esposo...—digo con una media sonrisa.

Alesso me mira y sonríe.

—Tu crees que mi esposo se molestará por mi atrevimiento? —

— Sería estúpido si desaprovechara la oportunidad de disfrutar de las caricias y placeres que ella le puede ofrecer.— responde coqueteando.

Caminamos por las calles de Roma, como si de dos recién casados se tratara, y tampoco voy mal desencaminada todavía recuerdo cuando nuestros caminos se volvieron a unir y nuestros corazones comenzaron a latir al unísono.

Siento que no puedo dar un paso más, los pies me están matando, le pido a Alesso hacer un descanso, me siento en un banco y quitó los zapatos. Un pequeño reguero de sangre seca los recubre. Alesso me mira con enfado y lanza los zapatos.

— Cómo quieres que regresemos ahora, si te has desecho de mis zapatos!— digo levantando un poco el tono de mi voz.

— Así! y la próxima vez que te duelan los pies debes decirlo antes, no tienes porqué ser siempre tan fuerte. Yo estoy aquí para cuidarte.— responde Alesso cogiéndome en brazos.

El rubor se instala en mi rostro, todo el mundo nos mira, siento que voy a morir y esta vez no tendrán nada que ver mis mal trechos pies.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora