31. Fiestas

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Entrenamiento con Bobby.

Que me podía esperar de un grandulón, que estaba boxeando como una fiera.

—¡Corre más rápido!

—¡Golpea más!

—¡Con fuerza!

—¡¿Eso es todo lo que tienes?!

—¡Si te detienes, si dudas, te mueres! ¡No te detengas, lucha!

Esas y más palabras me gritaba Bobby, cada vez que cambiábamos de ejercicio o de máquina. Él quería ver cuanta resistencia tenia, quería estar seguro de que podía aguantar todo lo que me pusiera por delante.

—Por hoy terminamos los ejercicios, pero necesito que corras, todos los días por lo menos una hora, mañana veremos como corres con la moto, descansa.

Bobby me despide fuera del gimnasio, dándome ordenes muy claras, las cuales creo que haré obediente mente.

Me dirijo al coche agotada, por todo, estoy a punto de abrir la puerta del coche cuando...

—Mar...

—¿Qué haces aqui? —León.

¿Qué hace León aquí? ¿Por qué esta aqui?

Fijo mi mirada sobre él, el me da una mirada seria.

—¿Tú que haces aquí? —me señala un poco molesto.

—Yo pregunte primero...

—Si, eres consiente que corro aquí ¿verdad?

Es que eres tonta

—Eh...ejem...este...yo.

Pero di algo ya.

—Mar ¿Qué haces aqui? —Vuelve a repetir.

—Es que vine...—planeaba decirle a que vine, pero recordé las palabras del abuelo. Es por su seguridad. —JC quería ver unas cosas de mi cuenta, y me dio ya mi habitación "especial".

—¿Me estas mintiendo?

—¿Yo? No, para nada...

Una notificación llega a mi móvil salvándome de ese momento, tan intenso para mi pobre ser. Cuando enciendo la pantalla de este, veo un mensaje de Summer.

Summer: Mar tienes que venir a casa.

Summer: ¡RAPIDO, ES URGENTE!

Miro extrañado a León, que me ve con intriga.

—¿Ocurre algo?

—Dame un segundo.

¿Porque siento que, al ver el mensaje de Summer, una ola de problemas se acerca? sin dudarlo la llamo. El teléfono de summer comienza a sonar y sonar, no espero mucho por que atiende al instante.

—¿Mar dónde estás? —Apenas la escucho por la música que se escucha de fondo.

—¿Tú dónde estás? ¿Y esa música?

—¡No te escucho muy bien, pero tienes que venir a casa! ¡Ya! —Es lo último que me dice antes de cortar la llamada.

Veo a León aterrada.

—¿Va todo en orden?

—Tengo que irme, algo está pasando en casa. —reacciono, subiendo me al coche encendiéndolo.

—Voy contigo. —León se sube al coche, acompañándome.

El camino se me hizo eterno hasta que llegamos a mi casa, y lo que no necesitaba en mi noche, está pasando en mi casa y en la de León, no solo una fiesta, sino que son dos, Dos puñeteras fiestas. Me bajo del coche viendo sorprendida las dos casas, que abundan de adolescentes.

Mar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora