Capitulo 6: La calidez de estar de vuelta.

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Yugo, junto al maestro Joris, fueron en busca de los Dofus, para así protegerlos, como antes de que Adamai se hiciera con ellos, para después Oropo los usará. Gracias al Dios Xelor y al maestro Joris, supieron que los Dofus no se habían destruido, sino, que lo que se destruyó fue la dimensión de Oropo, pero los huevos volvieron al Mundo de los Doce.

Está vez, el dragón y el selatrop se encontraba de vuelta en casa, dónde se encontraba su padre adoptivo, Alibert.

El señor, de una edad ya algo avanza por el tiempo, se encontraba sirviendo en su local.

—¡Papá! ¡Papá!—grito Yugo contento de volver a verlo.

El hombre, volteo hacia su dirección y sonrió al verlo, pero su cara cambio al ver a Adamai, quien ya no era el dragón pequeño de antes.

Los dos hermanos se encontraban ya delante del señor, quien parecía ser más el abuelo de Yugo que su padre.

—Yo...—Adamai estaba evitando su mirada, no sabía que decirle a quien lo crío después de que Grugaloragrán muriera.

Alibert solo suspiro y envolvió a su dos hijos en un abrazo, Yugo se sorprendió pero acepto cálidamente el abrazo.

Se sentía como en casa denuevo.

Adamai, no sabía cómo reaccionar y solo soltó algunas lágrimas mientras correspondía el abrazo del hombre. Se sentía de vuelta, ese abrazo lo regreso a esa época en dónde eran Alibert, Grugaloragrán, Chibi, Yugo y él, donde ellos eran una familia.

Y también le sorprendió a los dos ver a Chibi y a Gruga, quienes habían crecido un poco, pero para Adamai habían crecido bastante. Con una sonrisa abrazo a sus hermanos, incluso sin importarle el pésimo humor de Gruga, se sentía denuevo en casa.

Y se alegraba de estar otra vez ahí.

—¿Quieren comer algo?—pregunto el adulto con una sonrisa.

Yugo y Adamai se vieron a los ojos y sonrieron.

—Si, papá.—pronunciaron ellos con una sonrisa.

Alibert también sonrió y comenzó a caminar seguido por toda su familia, quienes estaban deseosos de comer denuevo el filete de Jalató que hacía el gran cocinero.

—¡Oh, Yugo!—Adamai y Yugo se sorprendieron de ver al anutrof Ruel, quien se encontraba comiendo con su ex-esposa, al final, el renunció a todas los kamas por ella. E incluso le salvó la vida, tal vez, a un anutrof no solamente le importan las cosas brillantes como los kamas y los tesoros, aveces, importa algo tan mundano cómo volver a amar.

—¡Ruel!—grito Yugo, quien corrió a abrazar al viejo anutrof.

Alibert rió.—Es bueno volver a verte, viejo amigo.—dijo él.

—A mí también me alegra. Pero me alegra más comer tu delicioso estofado.—dijo Ruel con una sonrisa.

—¡Marchando 2 filetes de Jalató y un estofado!—grito Alibert.

—¡Marchando!—acompaño Yugo, quien fue corriendo hacia la cocina.

Adamai sonrió ante esto, pero fue una sonrisa algo sutil. Alibert se giro hacia él, sorprendiendo al dragón, quien ya no se sentía como un niño, pero al estar entre esas paredes, sentía que volvía atrás.

—¿Me ayudas, Adamai?—pregunto.

—Claro.—respondio él y fue a la cocina.

—¡Ayudar, ayudar!—grito Chibi corriendo con los vegetales.

—¿Me harías el favor, Gruga?—pregunto Alibert sosteniendo al malhumorado dragón.

El dragón hizo lo pedido y encendió el fogón, sorprendiendo a Adamai, ya que a Gruga quien únicamente le caía bien era su hermano. ¿Será que Alibert era algún especie de domador de selatrops y dragones?

—¡Gruga genial!—halago Chibi con una sonrisa, Gruga también sonrió y se fue volando hacia la cabeza de su hermano.

Yugo, miro con atención como Alibert preparaba los filetes de Jalató y el estofado de Ruel, preocupando un poco al joven selatrop.

—¿No nos preguntarás nada, papá?—pregunto Yugo.

—Ruel me llegó a contar todo. Que estén bien ya es un alivio, pero, ¿tienen algún problema ustedes?—pregunto Alibert.

Yugo y Adamai se miraron entre ellos para luego mirar al adulto.

—No, estamos bien papá.—dijieron ambos.

Y Alibert sonrió contento.

—¡Bien, 2 filetes de Jalató para ustedes!—grito el mayor colocando a Yugo y Adamai en una mesa.—¡Y un estofado para ti, viejo amigo!—grito Alibert dejando el plato en la mesa.—Y para la bella dama, costillas de Jalató bañadas en miel.—agrego el hombre.

—Oh, gracias.—dijo la anutrof.

Yugo y Adamai sonrieron, para comenzar a comer.

Él y Adamai, pensaron, que sin importar los años que pasarán, está posada, este local, nunca perdería su esencia, esencia que podía decirse que era cálida y acogedora. Como un hogar, Adamai podía incluso con su olfato volver al pasado. Donde Yugo despertaba primero como siempre, para después ir a despertar a Alibert y así, abrir la posada.

Eran recuerdos hermosos, que lo hicieron preguntarse. ¿Se lo merecía? ¿Merecía está cálida sensación?

Había traicionado a todos, a su hermano. ¿Y que hizo Yugo? Lo perdono, pidió que volviera con él y Alibert al verlo lo único que hizo fue abrazarlo y preguntar si se encontraba bien.

Adamai se dió cuenta de que la buena bondad que poseía Yugo era por Alibert, Alibert lo inculcó con grandes valores. Y aunque, Yugo fue impulsivo con respecto a utilizar los Dofus, él lo hubiera usado de todos modos, por qué Yugo le daba tanta importancia a todas las vidas.

Él también se lo dijo, pero Adamai no escucho y siendo sincero ahora, tampoco quería entender a su hermano, Yugo... él se arriesgaría por quien fuera, esa era la verdad. Incluso, en ese momento, Yugo se estaba arriesgando para traerlo a él de vuelta, incluso si sus amigos pensaban que era una mala idea. Pero al contrario de él, sus amigos no lo abandonaron en ese momento.

Él si lo hizo, él-

—¿Estás bien, Adamai?—pregunto Yugo y Alibert sacando al dragón de sus pensamientos.

Adamai miro a su hermano y a su padre con una sonrisa.

—Si, lo estoy.—respondio Adamai, con una sonrisa.

Y de pronto, alguien entro por la puerta de la taberna, Yugo se sorprendió, al igual que Adamai, pues el sujeto era un Xelor, no podían evitar pensar denuevo en Nox.

—¿Qué se le ofrece?—pregunto Alibert.

—Provisiones. ¿Venden por aquí?—pregunto el Xelor.

—Claro, a 50 kamas.—respondio el hombre de avanzada edad.

—Aqui tiene.—pronuncio, dejando caer una bolsa con el dinero específico.

—¿Va a entrar a una mazmorra tal vez?—pregunto Alibert, comenzando a buscar las provisiones.

—No, me dirigió al Reino Sadida—Yugo abrió más los ojos al oír ese nombre, al igual que Alibert confundido.—, me solicitaron a una audición de casamiento.—dijo el Xelor.

—Vaya, ¿con quién se reunirá?—pregunto Alibert interesado, sacando unos vendajes.

—La tal princesa Amalia Sheram Sharm.—pronuncio el Xelor. Y Yugo abrió más sus ojos, mientras Ruel escupía su estofado.—No se mucho al respecto, pero mi padre dijo que era importante que fuera.—revelo el que poseía una cabeza de hojalata.

Alibert también se sorprendió al oírle.

—¿La princesa está buscando pretendientes?—pregunto él, sorprendido.

—No—eso hizo que Yugo suspirara de alivio.—, ya los tiene escogidos. Será una audición para saber con quién terminará casándose.—dijo el Xelor, tomando las provisiones.—Gracias, señor.—y asi, el Xelor termino despidiendose.

Y todos se giraron a ver a Yugo, quien estaba petrificado.

La semilla de un Dios. [Wakfu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora