El viaje había terminado y ahora toda la flota se encontraba desembarcando.
—¿Ya tienen todo?—pregunto Elena entrando en el camarote de la ocra.
—Ya nosotros hemos terminado de recoger.—pronuncio el pulpo que se encontraba arriba de la cabeza de la pirata.
—Aún nos faltan algunas cosas. Por cierto, ¿dónde está Elely, Flopin?—pregunto la ocra alzando una ceja al no encontrar a su hija en el camarote.
Flopin alzó los hombros, sin saber que responderle a su madre, pues simplemente no sabía dónde estaba su hermana.
—¡Aquí estoy mamá!—grito la yopuka ingresando a la habitación.—¡No vas a creer esto, todo el lugar es genial! ¡Ya quiero enfrentarme a los monstruos que habitan por aquí!—grito con una alegría la yopuka.
Tinta Negra sintió un escalofrío por todas sus branquias.
—No te recomiendo anhelar eso, pequeña yopuka. ¡Hay monstruos muy peligrosos por estos lares!—grito Tinta Negra, esto en vez de atemorizar a los niños los emocionó. Incluso Flopin se incluyó en la idea.
—¡Será genial!—grito él, apoyando a su hermana.
—¡Pin tendrá otro enfrentamiento digno de un yopuka!—grito con orgullo Elely mientras levantaba a su hermano. Se encontraba presumiendo al bebé, esté solamente reía contento por toda la atención que recibía.
—Disculpen,—de pronto apareció el General en la puerta del camarote.—ya es hora de desembarcar.—aviso él.
—¡Muchas gracias, señor!—grito Tinta Negra con una sonrisa.
Todos confundidos notaron como el General se retiraba, ¿acaso...?
—¿Se acaba de reír, mamá?—pregunto Elely confundida, mientras su hermano pequeño trataba de tomarle un mechón de su pelo.
—No lo sé.—respondio Eva igual de confundida.
Pero el más confundido de todos y ofendido fue Tinta Negra.
—¡¿Acaba de reírse de mi?!—grito enojado el pulpo mientras levantaba uno de sus tentáculos.
—Tranquilo, papá. Venga, nosotros nos adelantaremos.—pronuncio Elena, quién junto a su padre se retiraron de la habitación dejando a la familia Percedal solos en el camarote.
—Bien, con eso ya está todo, mamá.—dijo Flopin, cerrando su maleta con una sonrisa.
—Bien.—felicito Eva.—¿Y tú, Elely?—pregunto la ocra levantando una ceja.
Fue ahí que Elely sintió como el miedo recorría todo su cuerpo.
—Eh...—con mucha rapidez y de una manera desorganizada la yopuka metió toda su ropa en su respectiva maleta y la cerró.—¡Si, ya está!—agrego ella con una sonrisa triunfante.
Evangelyne suspiro, pero lo dejo pasar, se estaban tardando mucho y ya debían abandonar el barco. Ambos niños junto a su madre y hermano pequeño tomaron sus cosas y procedieron a salir por la puerta.
La luz del sol los recibió de entrada, el cielo azul se podía ver a lo alto mientras el canto de las aves hacia presencia como también el bullicio del pueblo.
El grupo se encontró con Frida Mofeta, la más fiel y mano derecha del rey Adale, este sonrió al verla en el puerto.
—¡Frida! Que bueno verte.—pronuncio el rey muy contento.
—Su majestad.—saludo Frida haciendo una reverencia.
Fue ahí que el príncipe vio a quien acompañaba a Frida, Ciross, un hombre robusto con muchas cicatrices en su cara.
—Señores, este es Ciross, nuestro informante.—pronuncio el General apuntando al hombre con la lanza.
Ciross hizo una leve reverencia.
—Oh, pero mira quién es, es el mocoso.—dijo burlona Frida mientras veía al General, esto hizo que él apretara el puño. Sino hubiera más personas le hubiese respondido, pero ahora mismo eso no era importante.
—Oh, el conocido Ciross el lancero.—pronuncio el rey satisfecho.—Venga, vamos a tomar algo y hablar un poco.—agrego él.
Ciross no pronunció palabra, solo se digno a seguir al rey Adale.
—¡Cleoféééééééééééé! ¡¿Cuanto falta?!—grito el yopuka desparramado en el dragopavo.
—¡Faltaría menos si te callaras!—grito molesta la ocra, fueron 3 malditas horas soportando la insistencia del yopuka.
—Si, Pinpan, callate un poquito.—dijo débil Rubilax.—Acabamos de salir de una pelea, duérmete un poco.—regaño Ruby volviendo a cerrar el ojo.
—Pero es muy raro, me siento muy lleno de energía.—dijo confundido el yopuka.
—Eso es solamente por el Dofus, cierra los ojos y cállate, estoy cansado por soportar a esa dragona.—explico Rubilax en un tono enojado e irritado.
—Oye, Ruby. Si yo me comí a esa tal Sinonome y es hermana de Qilby, y Qilby es hermano de Yugo eso quiere decir...—el yopuka sintió náuseas al llegar a la conclusión.—¿Que me comí a la hermana de Yugo?
—Deja de pensar en eso. Incluso con un huevo menos ese selatrop es poderoso, está alimentando al Selacubo con el Wakfu de todo el Mundo de los Doce. Y encima no podemos ganarle.—dijo Rubilax, aún con la mirada cansada.
—¿Es cosa mía o los arboles están creciendo cuando no había ninguno?—pregunto Cleofé confundida sin apartar la mirada del camino.
Esto confundió a Rubilax y a Pinpan, quiénes miraron hacia atrás sorprendiéndose por lo dicho.
Era cierto, los arboles estaban surgiendo de la tierra, pero, ¿cómo eso era posible?
—¿Enserio debes irte otra vez?—pregunto el Rey Sadida con tristeza.
—Si, papá. En verdad lo lamento, también quisiera quedarme más tiempo... pero después de oír todo lo que a pasado es mi deber darle esto a Yugo.—dijo Amalia mientras sostenía los Dofus.
—¿Por qué siento que te volveré a perder otra vez?—la voz del rey se quebró al decir esto.
—No pasará, prometo que volveré.—respondio ella con una sonrisa decisiva.
Fue así que él Rey Sadida vio partir a su hija por la puerta y sintió un inmenso orgullo como también dolor.
Su pequeño retoño se veía tan débil pero a la vez tan fuerte. Él esperaba que no se marchitara otra vez.
—Cuídate, te lo suplico.—murmuro él.
Amalia cerró la puerta y se encontró cara a cara con su hermano, está retrocedió por la sorpresa al ver a Armand. Sin esperarlo este también la abrazo.
—Procura volver, pequeña tonta. Está vez te arrastrare devuelta a la casa si te demoras en volver.—dijo Armand, causando que Amalia también se sintiera melancólica pero algo más sentía.
Podía sentir el amor de su hermano y como este la estaba apoyando.
—Si, lo haré.—correspondió ella al abrazo.
Luego de unos minutos se separaron y Amalia tomo barco, iría a visitar a quien posiblemente la ayudaría.
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La semilla de un Dios. [Wakfu]
De TodoMuchos piensan que el Dios Sadida no tuvo un hijo, aparte del que nació del Dios Yopuka y Lacrima, su muñeca. Pero la historia que te contaré nadie, absolutamente nadie la conoce. Es una historia vieja, que era un simple rumor que se fue olvidando p...