Se podía decir que el viaje iba bien, ya estaban entrando casi en el espeso bosque, cuando llegaran ahí tendrían que bajarse del vehículo e ir a pie.
Seguro Ruel haría un drama por tener que despedirse de su querido transporte.
—Entonces, ¿a ti también te obligan a ir al banquete?—pregunto el Xelor, pensando qué tal vez la situación de ellos podría ser más parecida de lo que creía.
—¿Te refieres a casarme con la princesa?—Yugo deseaba que cambiarán la conversación rápido, no se sentía a gusto hablando de... su amiga.
—Si, por ejemplo yo, no voy por el matrimonio en si. Necesitamos la ayuda de la princesa Amalia, ya muchos sadidas han intentado matar a esa planta pero no lo han conseguido.—dijo el Xelor, confundiendo al sadida.
—¿Un monstruo planta? ¿Como es que no han podido con él? ¿Y que está haciendo para que tengas que venir a pedirle ayuda a la princesa?—pregunto curioso el sadida.
—Lo que está haciendo ese monstruo es empeorar nuestras cosechas y no podemos ir por madera en temporada de frío, ese monstruo a matado a todos los que entran al bosque. A este paso, en la temporada de invierno que viene no sobreviviremos.—respondio Zexlior, con melancolía. En parte lo hacía por su padre también, por qué lo obligó a venir, pero también lo hacía por su pueblo.
Y también...
—Ya veo, yo creo que no tengo una razón muy noble como la tuya.—comento el sadida entre risas.
—¿Por qué lo dices, muchacho?—pregunto Arpagona interesada por la conversación. Yugo estaba ahí por qué no podía salir, ya que Arpagona y Pinpan estaban en su paso. Él estaba en medio de ambos.
—Por que siempre me ha gustado.—musito el sadida confundiendo a todos.
—¿Qué siempre te has olfateado? ¡Yo siempre que tengo peste!—grito Pinpan, quién no había puesto atención a la conversación, tal vez era por qué estaba un poco somnoliento.
—Este cabeza de Yopuka.—pronuncio Rubilax virando el ojo.
—No, a mi siempre me ha gustado la princesa Amalia.—revelo el sadida, sorprendiendo a todos, incluso a Ruel, que en realidad estaba muy metido en la conversación.
—¿Qué?—solto Yugo con sorpresa.
—Desde pequeño siempre veía a la princesa Amalia, al principio era gracioso ver cómo se peleaba o se enojada por algo. Pero aunque no lo crean Amalia siempre era amable, aunque siempre lo ocultaba con un comentario, no es de abrirse a las personas...—comenzo a contar el sadida con una sonrisa.
Cada palabra que decía destruía más a Yugo.
—Se ve que la has amado por mucho tiempo, ¿por qué no le dijiste nada?—pregunto Arpagona.
—Pues yo era el hijo de un centinela, así que no creí que estaría bien, además que casi nunca nos ponen cerca del palacio. Pero aún así en mis descansos iba a verla... Siempre se la veía tan hermosa, cuando supimos que desapareció del palacio me sentí preocupado, pero no podía abandonar mi puesto. Y ahora que ella me a solicitado para un casamiento, estoy entre nervioso y emocionado por esto.—pronuncio Ermion con una sonrisa.
Yugo padeció en su sitio, no podía creerlo, nunca pensó que sería tan doloroso escuchar a alguien que profesa un amor tan profundo por la misma persona que amas. Pero él tiene algo que Yugo no, una oportunidad, ese sadida puede envejecer junto a Amalia, puede estar completamente con ella.
Él... no se sentiría como Yugo en este momento.
Siempre la amo en secreto, nunca supo cuando, pero cada vez que ella se le acercaba sentía millones de emociones.
Ese sadida podría terminar con ella, incluso terminar siendo rey de todo ese pueblo.
Incluso ahora, Amalia seguramente no le daría una oportunidad, ¿cometió un error?
Tal vez si, pero para él era lo más acertado, él no podría esperar que Amalia lo esperara.
Él no quería eso, no quería que ella desperdiciara su vida en él, pero a su vez, Yugo era egoísta, deseaba con todas sus fuerzas tener a Amalia entre sus brazos.
Abrazarla con tanta fuerza.
Él tenía razón en algo, lo de ellos nunca podría ser, vivían de una manera distinta, él vivía distinto a todos.
Yugo miró hacia la ventana, como los grandes árboles del Reino Sadida se alzaban y como ellos casi estaban cerca de el lugar que pronto sería un infierno para él. Ver a Amalia interactuar de esa manera con otro... le daba cierta sensación de desagrado y de tristeza.
Él se lo busco, se lo busco completamente, no podía entrar ahí y exigirle a Amalia que volviera a amarlo, que olvidará todo y solo estuvieran ellos dos.
Aveces Yugo se reía de si mismo, no quería aceptarlo, pero aveces su mentalidad volvía a hacer la de un niño ingenuo, la de un chico que aún seguía perdidamente enamorado por una mirada avellana, por una piel suave como las hojas pero de un color a madera, de un pelo tan frondoso como la copa de los árboles.
Se había enamorado perdidamente de ella.
Pero a su vez, no acepto ese amor, incluso aunque ella salió lastimada por su culpa.
El transporte se detuvo y fue un aviso para todos de que bajarán, Yugo bajo con una mirada pensativa.
—Te quedas aquí a cuidar, Junior.—pronuncio Ruel con una sonrisa.
Pinpan se acercó a su amigo y le dio un codazo.
—¡Vamos, no te preocupes!—grito el chico de melena anaranjada.—Ahora que te miro bien Yugo... ¿Te cortaste el pelo?—pregunto Pinpan y Rubilax estuvo apunto de darle una buena cachetada como antes.
—¡Serás ciego, pedazo de Yopuka! No lo comenté, pero se ve que estás muy mal de la vista. ¡No ves que el canijo ahora casi te pasa!—grito Rubilax.
Yugo sintió una punzada al oír "canijo", pero era Rubilax, así que no le quiso dar importancia.
Pinpan sorprendido hizo comparación de altura usando sus manos.
—¡Es verdad! ¡Haz crecido un montón, Yugo!—grito el yopuka con una sonrisa.
—Enserio, no puedo creer que ahora lo notarás... ¿No viste que ahora parece un hombre?—pronuncio Rubilax.
Pinpan solo rió.
Y era verdad, Yugo estaba más grande, casi llegando a superar a Pinpan, ahora sí parecía que poseía su correspondiente edad en apariencia. Y todo gracias al Dios Xelor.
—Aunque hayas crecido, sigues siendo pésimo en relaciones románticas, Yugo.—bromeo su hermano Adamai con una sonrisa, mientras despeinaba al selatrop, al cual Adamai aún superaba en altura.
Yugo rió ante esto.
—Tienes razón.—pronuncio derrotado Yugo, mientas junto al grupo se adentraban en el bosque para así llegar al pueblo Sadida.
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La semilla de un Dios. [Wakfu]
RandomMuchos piensan que el Dios Sadida no tuvo un hijo, aparte del que nació del Dios Yopuka y Lacrima, su muñeca. Pero la historia que te contaré nadie, absolutamente nadie la conoce. Es una historia vieja, que era un simple rumor que se fue olvidando p...