Capitulo 52: El Reino Selatrop.

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Tantos años han pasado, desde esa cruel batalla, todo por culpa de un traidor. Todo por culpa de Qilby, Yugo se sabía esa historia hasta la superficie, pero nunca supo más a profundidad, tampoco le importaba saber más, Qilby ahora era la amenaza y debía hacer algo al respecto.

—¡Ay!—grito adolorido un pequeño selatrop que se estampó sin querer contra el Rey Selatrop.—¡Disculpe, majestad!—agrego él, con arrepentimiento.

—No te preocupes, ten más cuidado, ¿de acuerdo?—pronuncio Yugo, con una sonrisa en su rostro.

—Su majestad, algunos selatrops están renuentes a seguir con el entrenamiento.—informo una pequeña selatrop.

Yugo suspiro al oír esto.

—Es normal, veré que puedo hacer.—pronuncio Yugo.

—Su majestad, ¿por qué tenemos que hacer eso? ¿Usted no se preocupa por nosotros?—pregunto otro selatrop, un poco más alto que la niña.

—¡Eso no es verdad, idiota! ¡El Rey está haciendo esto por todos!—grito otro niño, más pequeño que el anterior.

—Tranquilos, no deben preocuparse por esas cosas. Prometo que si todo sale bien,  no pasará nada.—pronuncio Yugo, tranquilizando a todos.

—P-Pero si f-fallamos...—murmuro una niña de gorro amarillo, más grande que la otra niña.

—No dejaré que eso pase.—dijo Yugo, esto hizo que todos los presentes se alegrarán, el Rey Yugo era alguien de suma confianza para ellos.

Y ellos, como sus súbditos, querían ser devotos a él, incluso si él no lo pidiera.

—Iré a ver a esos selatrops, mientras tanto ustedes prepárense y sigan entrenando. Cuando todos estén calificados, haremos nuestro contra ataque.—pronuncio Yugo, los selatrops pequeños asistieron unánimemente y se retiraron a entrenar. Fue ahí, cuando Yugo comenzó a caminar hacia donde estaban los selatrops desobedientes. A Yugo le dolía cada paso que daba, él entendía por qué se sentían así, por qué están tan aterrados... Pero sin su ayuda, él no podría hacer ese contra ataque.

Camino lentamente los pasillos, nisiquiera tenía el deseo de cruzar la puerta de la habitación, pero debía hacerlo, ahora era un rey y debía ordenar, como también luchar por su pueblo. También por el Árbol de la Vida, el cual se encontraba recuperándose poco a poco.

Cuando entro a la habitación, su corazón se rompió en diminutos pesados, habían una cantidad de selatrops en esa sala, no eran tantos, pero tampoco eran pocos, cuando oyó el llanto de ellos, se sintió como la peor escoria del planeta. O tal vez la segunda, si contaba a Qilby.

Se acercó lentamente al grupo de selatrops y se agachó, para estar a la altura de los pequeños.

—Saben por qué hago esto, ¿verdad? Necesito su apoyo, el de todos.—pronuncio Yugo, con un tono seco.

—T-Tengo miedo, su majestad.—murmuro entre sollozos un selatrop.

—Y-Yo también.—dijo una selatrop, también llorando.

Yugo bajo su mirada, se sentía mal por esto. Solo eran niños...

Niños que no deberían tener más sufrimiento del que ya tuvieron.

—Lo sé, todos lo tenemos. Yo también lo tengo, pero... Tenemos que hacer nuestra parte, no podemos dejar que Qilby destruya nuestro hogar.—dijo Yugo, con una sonrisa decidida.

—¿N-Nuestro hogar?—pregunto otro selatrop, quién limpiaba su mucosa nariz.

—Si, este es nuestro hogar ahora. Y debemos protegerlo. Sin importar cuanto miedo tengamos.—motivo Yugo con una sonrisa.

La semilla de un Dios. [Wakfu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora