Capitulo 39: La semilla.

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Tanta suavidad y frescura, ¿en donde estaba? Todo se sentía tan calmado, tan pacífico...

Era como un sueño hermoso del cual nunca quería despertar.

Pero lamentablemente, los sueños siempre terminan y despiertas.

Ella despertó de golpe, muchos recuerdos inundaron su cabeza.

Muerte.

Fuego.

Dolor.

Sufrimiento.

Gritos.

Llantos.

Tanto en un solo día, miro a su alrededor confundida.

—¿D-Donde estoy?—murmuro ella confundida, se sentía de lo más segura aquí...

Pero...

Este no era su hogar.

—¡¿Hay alguien?!—grito, buscando entre todo ese pasto verdoso.

¿Donde estaban todos?

¿Dónde estaban...?

¿La habían abandonado?

¿La dejaron sola?

Una y otra, miles de lágrimas cayeron por sus mejillas.

—¡VUELVAN, NO ME DEJEN SOLA! ¡POR FAVOR!—gritaba entre llantos, suplicando volver a verlos.

Suplicando que ellos volvieran a por ella.

—N-No me abandonen...—murmuro, fue tan suave que parecía una brisa de primavera.

Sintió los pasos de alguien, o de algo, esto la alegro, ¡si había alguien en todo este lugar desconocido!

Ella sonrió, tan contenta, pero su sonrisa cayó al no ver la figura familiar que esperaba. Pero aún así, cuando lo observó con más detenimiento se lanzó encima de él. Confundiendo a ese individuo.

—¡Que suerte encontrar a alguien!—grito ella, con lágrimas en sus ojos.

—¿Quién eres?—pregunto con calma esa persona.

La chica sonrió.

—Yo soy...—respondió ella, con alegría.

El individuo mostró un gesto sorprendido.

—¡CUIDADO!—Elena se mostró sorprendida por oír ese repentino grito, pero gracias a él, pudo esquivar unos tablones de madera que por poco le caerían encima.—¿Se encuentra bien?—agrego el carpintero con una mirada preocupada.

—Eh, si-

—¿Sucedió algo?—la grave e impotente voz de otra persona hizo que el carpintero con el martillo en mano se girara nervioso y asustado.

—¡Oh, pero si es usted General!—grito el carpintero con un alivio enorme.—Solo fue un accidente, me pidieron llevar estás tablas a la flota.—explico el hombre mayor.

—Bien, entonces continúe.—pronuncio el General, el carpintero hizo una reverencia mientras se retiraba con los tablones de madera.

Fue después que se fuera que ambos jóvenes conectaron miradas, el General tenía un casco en su cabeza, pero el extraño movimiento que hizo su cuerpo confundió a Elena.

—¿Uh?—solto la chica confundida.

—¿Se encuentra herida?—pregunto de pronto el General, con una voz muy suave.

Elena sonrió agradecida por la preocupación del soldado.

—¡Si, estoy perfectamente bien! ¡Fuerte como un kraken!—grito ella, usando un tono un poco presumido.

La semilla de un Dios. [Wakfu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora