Eva miraba como su hijo más pequeño comía perfectamente su comida, procurando que no se ensuciara, mientras que, Pinpan, su esposo, comía como un cerdo, ensuciandose completamente, su hija no era distinta a él, comía igual.
—Ugh, qué asco.—pronuncio Flopin mirando a su hermana yopuka.
—Elely, ¿que te he dicho sobre los modales?—pregunto la ocra, mientras levantaba una ceja.
—¡Pero mamá! ¡Esas cosas no me servirán en una batalla!—contradijo la yopuka mientras se tragaba con nada de gentileza una buena pata de jalató.
La ocra, madre de la niña, suspiro.
—Eso no tiene nada que ver, no seas una cerda al comer.—pronuncio Evangelyne, quién no era tan estricta en la mesa de su casa, pero no estaban en la mesa de su hogar, sino en el banquete del Reino Sadida.
—¿Y él si puede?—pregunto la niña señalando a su padre.
—¿Pinpan?, ¿puedes comportarte un poco? ¿Por favor?—pidio la ocra, buscando que el yopuka pusiera un ejemplo digno para su hija, Pinpan confundido miró a su esposa.
—Esta bien, Eva.—pronuncio él, luego de tragarse lo que estaba masticando.
Eva sonrió contenta y le dio un beso en el cachete a su esposo, sus niños se asquearon, más Elely, quién no le gustaba para nada presenciar esos actos.
—Ugh, qué asco.—pronuncio su incomodidad, pero a la vez le hacía un tanto feliz saber que sus padres se amaban.
Por otro lado, Dathura se encontraba mirando fijamente a Ogrest, si, lo estaba regañando, por qué él quería comerse toda la comida del banquete.
—No, Ogrest, ya tomamos tu comida, no aceptaré ninguna queja al respecto.—pronuncio la muñeca, Otomai la dejo a cargo de Ogrest, como una señal de que estaba confiando en ella, no iba a fallarle, pero tampoco quería ser tan estricta con Ogrest.
—Pero Ogrest quiere, ¿por qué Ogrest no puede comerlo?—pregunto él, señalando el platillo que quería comer denuevo.
—Por que hay más invitados aparte de nosotros, Ogrest. Ven, vamos a ver si en la cocina hay algunos dulces que quieran darnos.—intento tentarlo con eso, para alejarlo lo más pronto posible de la comida. Ogrest, bien contento, sonrió alegre y tomo la delicada mano de Dathura, esta misma sonrió y comenzó a caminar hacia la cocina.
Y mientras, en un balcón, un selatrop abría la puerta, ahí se encontró a Amalia, sentada, llorando completamente, ¿cómo Yugo lo sabía si ella se había encerrado en un capullo?
Pues, él la conocía bastante bien y sabía perfectamente cuando estaba herida, le dolía saber que el causante era él, obviamente no quería hacerle daño a Amalia, pero, ¿que podría darle a ella? ¿Que podría darle él que otros hombres no le pudieran dar? Nisiquiera sabe cómo ella terminó enamorada de él, de un chico que no creció hasta hace poco, que no sabe nisiquiera cómo expresar bien su amor, que nisiquiera sabe si él tiene el derecho de luchar por ella.
Se acercó al capullo y se sentó a su lado.
—Las estrellas están hermosas.—murmuro él, mirando hacia el cielo.
Amalia solo se encerró más en ella, no quería verlo, ni tampoco quería su tonta plática de "está relación no funcionará por mi culpa, por qué yo vivo más y tu menos". Yugo sonrió, sabía que no sería tan fácil como llegar y ya.
—Te amo.—murmuro y fue ahí, que Amalia abrió los ojos y su capullo se entre abrió.—Pero algo en mi me dice que no está bien, que no te merezco, que no puedo darte todo el amor que buscas. Tengo miedo, de no cumplir tus expectativas, tengo miedo... de verte morir, mientras yo seguiré viviendo por siglos, amándote y anhelando que no te hubieses ido.—dijo el selatrop, volteando su mirada hacia la sadida.—Pero, es cierto que quiero estar junto a ti, quiero amarte hasta que mi corazón ya no pueda más, quiero pasar un momento junto a ti.—agrego Yugo, mientras tomaba con suavidad la mejilla de la sadida.
—¿Y que hay de ti? Seguirás viviendo, Yugo.—murmuro la sadida, mirándolo fijamente a los ojos.
—No me importa, si tengo que pasar mi eternidad junto a tu recuerdo, entonces que así sea. ¿Me dejas amarte, besarte y tenerte? Yo te daré todo de mi, puedes tenerlo, por qué te amo, te amo demasiado, Amalia.—pronuncio el selatrop, mientras unía suavemente los labios suyos con la de la chica. Amalia se sorprendio, lloro de felicidad y correspondió el beso, con tanta alegría que al separarse los dos rieron como unos simples jóvenes enamorados.
—Si, tu también puedes tener todo de mi. Te daré hasta mi última gota de vida, Yugo.—pronuncio la muchacha, entre lágrimas de felicidad.
Yugo también comenzó a llorar.
—¿P-Por qué lloras?—pregunto ella, Yugo avergonzado intento limpiarse sus lágrimas.
—Es que, me siento tan tonto, ¿quién pensaría que ahora me siento tan feliz? Este sentimiento me hace querer ser feliz junto a ti por siempre. Desearía poder darte mi eternidad, por qué quiero compartila contigo, Amalia.—Amalia sonrió y abrazo al selatrop con una sonrisa enorme.
—Me basta solamente con esto, con que estés aqui, ahora.—y denuevo, suavemente y sin ninguna prisa, se besaron con pasión.
Y al separarse, sus labios volvieron a unirse, Yugo aún no dejaba de llorar, sin duda hablaba desde la ignorancia, por qué ahora mismo, sentía que el tener que vivir se debía a ella, ella era su razón más importante, lo sentía así.
Pero denuevo apartó a la sadida, está confundida lo miro y denuevo lloro, pensando que denuevo se repetiría, sería rechazada, otra vez.
—¡No, no es eso! Aunque nuestros sentimientos sean correspondidos y y-ya s-somos una pareja, no podré quedarme por mucho tiempo.—Amalia confundida alzó una ceja, sin saber de qué estaba hablando.
—¿Qué? ¿Que dices?—pregunto ella.
—Voy a reconstruir mi pueblo, Amalia. Al pueblo selatrop. Perdóname, pero no-
—"No quiero que me esperes." Yugo, por favor, sabes muy bien que aunque digas eso, mi corazón sigue siendo terco. Además, ¿no recuerdas? Te prometí que encontraríamos a tu familia.
—Pero-
—Pero nada, también es parte de mi promesa que estés con ellos, con tu pueblo. Mi padre también acepto darles refugio y no creo que quieras llevarle la contraria.—Yugo rió suavemente risueño y beso a la morena, para separarse con una sonrisa.
—Entonces, cambiaré lo que dije por una pregunta. ¿Quieres venir conmigo?—pregunto, Amalia se sorprendió, ya había ido una vez, sino mal recordaba, pero ir de nuevo a la Dimensión del Selacubo le creaba alegría y más, porque Yugo se lo pedía.
—Si, acepto.—respondio ella, con una sonrisa.
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La semilla de un Dios. [Wakfu]
RandomMuchos piensan que el Dios Sadida no tuvo un hijo, aparte del que nació del Dios Yopuka y Lacrima, su muñeca. Pero la historia que te contaré nadie, absolutamente nadie la conoce. Es una historia vieja, que era un simple rumor que se fue olvidando p...