Capítulo 10: Sorpresa.

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Yugo y sus compañeros ya habían llegado al pueblo.

Los habitantes se quedaron sorprendidos viendo a la Hermandad del Tofu, pues su fundadores no se veían igual, menos Pinpan, que fue al que reconocieron como también a Ruel.

—¡Abran paso!—grito una voz muy conocida para el yopuka.

—¡Elely deja de correr con Pin!—grito Flopin enojado, pues su hermana corría con su querido hermanito menor.

—¡No nos alcanzas, tonto!—grito Elely, pero no espero ser abrazada por su padre.—¿Qué? ¡Papá!—grito la chica con una sonrisa.

—¡Papá!—grito Flopin y la familia entera se abrazo, solo faltaba Evangelyne.

—¡ELELY Y FLOPIN! ¡¿DONDE OS HABÉIS METIDO?!—hablando del Jalato...

—Ay, mamá nos dará unos buenos zapes.—murmuro Flopin aterrado.

Pinpan solo rió contento para proceder a bajar a sus hijos.

—Se ve que el humor de su madre nunca cambia.—pronuncio Ruel entre risas.

—Vamos papá, mamá no creo que salga del palacio, pero si se da cuenta que nos fuimos no le va a gustar.—pronuncio Elely, aveces ella si tenía más cabeza que un yopuka.

—Vaya, a crecido mucho. ¿Le pusieron Pin?—pregunto Yugo con una sonrisa.

Elely se sorprendió pero reconoció esa voz al instante, al igual que Flopin.

—¡Yugo!—gritaron los dos y lo abrazaron.

—¡Vaya cuánto has crecido, ya no estas canijo!—grito la yopuka.

—Me había olvidado del humor de esta cría.—pronuncio Adamai con una sonrisa graciosa por el comentario de Elely.

—¿No deberíamos ir? Creo que la hermosa Evangelyne se pondrá más roja si no os encuentra.—pronuncio Arpagona señalando a los niños de la mencionada.

—Vaya, nunca espere ver a los hijos de el gran Tristepin y la poderosa Evangelyne.—pronuncio Zexlior asombrado.

—Bueno, aunque aquí en el Reino Sadida ya es costumbre, tal vez a los del Este se les hace muy extraño ver a la Hermandad del Tofu.—pronuncio Ermion con una sonrisa.

Toda la Hermandad del Tofu comenzó a caminar hacia el castillo, donde encontraron a una enojada Eva, mientras Amalia trataba de calmarle un poco.

Aunque ya se estaba hartando.

—¡Niños!—grito Eva al ver a sus retoños entrar por la puerta.

Amalia se giró, asombrando a todos los presentes, se veía hermosa, ese vestido blanco hacia contraste con su morena piel. Yugo se maravillo al verla, al igual que Ermion.

—¡Chicos-! ¡Ejem! Bienvenidos todos al Reino Sadida.—Amalia hizo una reverencia, sacando a relucir su elegancia.

—Es un gusto verla, princesa Amalia.—dijo cortés Zexlior, haciendo también una reverencia.

—Me informo ante usted, princesa Amalia, soy Ermion, vigilante fronterizo.—dijo Ermion, cumpliendo su papel de sirviente.

—No debe postrarse ante mi, Ermion, hoy no acude a mi llamado como sirviente, sino como pretendiente.—dijo Amalia, para que se levantará del suelo.

Yugo al oír esto, no pudo evitar apartar la mirada, apesar de lo hermosa que se veía, sus palabras le perforaban cual espinas en las manos.

Ermion obedeció, algo sonrojado, pues no esperaba este trato de alguien que amo por tanto tiempo.

—Bueno, veo que vino bien joven Zexlior. El banquete durará pocos días y comenzará por la noche mañana, mientras, dejen que mis sirvientas les enseñes sus habitaciones.—los dos candidatos se fueron con las doncellas, mientras Amalia se acercaba a su grupo de amigos.—Veo que están todos, pero, ¿donde esta Yugo? ¿Aún sigue con Joris, Adamai?—Adamai solo podía reírse internamente, quería soltar algún comentario sarcástico, pero era tanta la risa que no podía decir nada.

Esto confundió a Amalia.

—¿Qué pasa?—solto Amalia confundida.

—Si, ¿por qué no está Yugo con ustedes chicos?—pregunto Eva, quién estaba junto a sus niños, revisando que no tuvieran ninguna herida.

Yugo se sentía avergonzado de ser el centro de atención, cuando él estaba ahí enfrente de ellas.

—Espera, ¿tu eres otro candidato?—pregunto Amalia señalando a Yugo, lo cual hizo sonrojarse.—Tal vez no te llegó la noticia, pero solo elegí 2 candidatos.—esta vez fue Ruel el que comenzó a partirse de la risa, mientras Arpagona le regañaba.—¡Oh, vamos! ¡¿Qué pasa?! ¡Sólo estoy preguntando por Yugo!—grito Amalia enojada al ver cómo Ruel comenzaba a reírse.

—Eh... Amalia... Soy yo, yo soy Yugo.—pronuncio él, sorprendiendo a la sadida.

Yugo ya no era un niño, poseía el cuerpo de un adulto, paso tanto tiempo desde su separación...

Pero, ¿como?

Amalia se sonrojo ante esto.

—¡Yugo! ¡Cuanto tiempo!—grito ella, para aligerar el ambiente incómodo que se había asentado.

—S-Si, cuanto tiempo.—concordo él, también nervioso.

Sin duda...

Era una gran sorpresa que Yugo tuviera esa apariencia ahora.

La semilla de un Dios. [Wakfu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora