Capitulo 28: Larga vida a nuestro reino.

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Ya había pasado un año desde ese suceso, como el rey sadida dijo, todo el pueblo selatrop se asentó en una zona cercana al pueblo, Baltazar asumió su puesto de profesor mientras cuidaba a su hermano. Los niños, apesar de su tamaño pequeño, comprendieron al instante cuáles serían sus deberes, algunos se interesaron en la agricultura, la cual era esencial para la prosperidad de un reino. El rey Sadida con gusto le brindo a Yugo agricultores, para saciar a los pequeños curiosos sus dudas. Todo era nuevo para el pueblo selatrop y Baltazar aún estaba un poco quisquilloso sobre todo, pero se estaba acostumbrado a esa nueva vida, enseñar denuevo le era satisfactorio y sin duda le gustaba ver caras nuevas.

El reino selatrop aún no podía llamarse del todo reino, aún su pueblo era joven, literalmente tenían apariencia de niños, aunque ellos ya tenían más conocimiento que cualquiera, gracias a Baltazar obviamente.

—¿Comercio?—solto Baltazar confundido mientras ordenaba los libros junto a su rey Yugo.

—Si, muchos reinos quieren comerciar con nosotros. Nuestros sastres han hecho ropa muy buena, la cual a sido codiciada en estos tiempos.—hablo Yugo con una sonrisa mientras recogía los libros del piso.

Baltazar lo miro fijamente.

—Se lo que dirás, pero debemos expandirnos. No me gustaría depender siempre del Reino Sadida, estamos siendo muy autónomos, los Selatrops aprendemos rápidos, ya hemos abierto una sastrería, una escuela, una granja, una panadería. Incluso hay establos.—hablo Yugo con una sonrisa en sus labios.

—Tienes razón, pero aún somos un pueblo joven, Yugo. Y nos es muy difícil confiar ciegamente en este nuevo lugar.—dijo Baltazar, Yugo colocó unos libros en el estante de astrología.

—Bueno, serán así por mucho tiempo, Baltazar.—bromeo Yugo con una sonrisa.—Pero no te pido que confíes en ellos, confía en mí. Haré las negociaciones e importaremos, no permitiré comerciantes aquí, lo prometo. Pero debes saber que este es el momento de abrirnos al mundo, han estado encerrados bastante tiempo los niños y tú, Baltazar.—agrego Yugo, mirando fijamente al dragón para saber su opinión final.

Baltazar suspiro.

—Eres nuestro rey...—murmuro el dragón.—, siempre confiaremos en ti.—agrego. Yugo grito y abrazo al viejo dragón.

—¡Si! ¡Te prometo que no te arrepentirás!—grito Yugo con una felicidad enorme.

—Ejem, no es por quitarte la alegría. Pero, ¿no te has olvidado de algo?—pregunto el gran reptil, Yugo confundido alzó una ceja.

—¿Algo? No, he puesto los libros en orden alfabético como me dijiste.—respondio él.

Baltazar giro los ojos, sin poder creerlo.

—Mira la hora Yugo, ¿no tenías un compromiso?—pregunto el dragón.

Yugo sintió un escalofrío recorrer por su espalda.

—¡AMALIA!—grito él.—Lo siento, Baltazar. Me iré ahora mismo.—agrego el chico.

—Buena suerte con ella.—dijo el dragón entre risas.

—¡NO ES GRACIOSO!—se escucho a la lejanía.

Baltazar rió con más fuerza mientras colocaba un libro en un estante. Tal vez, Yugo si tenía razón, era tiempo de dejar ir los malos momentos. Los momentos con los Mecasmes, ya era mucho dolor...

Los niños se veían bien, estaban creciendo, aunque técnicamente no lo hacían, pero ellos sin duda estaban teniendo nuevas experiencias. Tal vez pronto, esos días de gloria...

—Tal vez esos días vuelvan, ¿verdad, Chibi?—dijo Baltazar con una sonrisa melancólica.

Ojalá fuera así, que esos días de paz volviesen y se quedasen para siempre.

—¡LLEGAS TARDE!—grito una malhumorada sadida, con un muy evidente enojo.

—Perdón, Amalia.—pronuncio el joven hombre, Amalia suspiro y se acercó para besarlo. Este correspondió con una sonrisa.

—No puedo creer que dejes esperando a tu novia, cuando pocas veces podemos vernos.—dijo la Sadida con un poco de tristeza.

—Oye, no pongas esa cara.—pronuncio el chico acercando su rostro hacia el de la chica.—Se que nuestro trabajo de reinar es un poco complicado ahora y no tenemos tiempo, admito que se olvidó, he estado supervisando muchas cosas, creí que Az me lo recordaría.—agrego el chico.

—Az seguramente está ocupado con sus polluelos, Yugo. ¿Se te olvida que ahora es cuando aprenden a volar?—Amalia rió divertida.—¿Y que tanto hiciste para que te olvidarás?—agrego ella.

—Pues tuve que ayudar en la granja, los jalatos habían huido del corral. Tuve que buscarlos, perseguirlo, luego fui a ayudar a Alibert a cuidar de Gruga y Chibi. Rellenar algunos papeles de abastecimiento, ayudar con las plagas en la sastrería y al final ayudar a Baltazar en la escuela.—conto Yugo, sin duda un día agotado.—¿Y tú? ¿Que hiciste?—agrego curioso el selatrop.

—Muchas cosas, sin duda me dejó agotada. Tuve que revisar muchas opiniones respecto a las leyes, tener una audiencia para saber los problemas del Reino, ayudar a los centinelas con una manada de milubos. Hubo plagas en los almacenes, unas araknas.—pronuncio la sadida mientras caminaba de la mano con el selatrop.

—Vaya, suena como una aventura.—bromeo Yugo con una sonrisa.

Amalia lo miro fijamente alzando una ceja. Este rió por la expresión de la chica.

—Enserio nunca me hubiese imaginado haciendo todo eso.—dijo Amalia, con una sonrisa nostálgica.—Pero me gusta, me gusta ser tan útil para mi pueblo.—agrego ella con felicidad.

—A mi también, estar así de esta manera... Nunca lo imaginé, pero me gusta.—murmuro el chico con una sonrisa.—Amalia, cuando pare los planes de Qilby, me gustaría casarme contigo.—Amalia se quedó en shock, sin duda no esperaba esto en esta cita casual.

—¿Te encanta siempre tomarme por sorpresa?—pregunto la avergonzada chica.

Yugo rió.

—No puedo negarlo. Pero hablo enserio, cuando Adamai este de vuelta, cuando por fin todo este bien. Quiero casarme contigo, quiero intentar hacerte lo más feliz que pueda.—pronuncio el chico con las mejillas sonrojadas.—Claro, si tu así lo deseas.—agrego él.

—Eres un completo tonto. Sabes muy bien que diré que si, idiota.—dijo la chica con una sonrisa.

Yugo también sonrió y está vez fue él quien la beso a ella.

—Sera un placer tenerte como reina, mi futura esposa.—murmuro el chico, sonrojando más a la morena.

—Y-Yo también, demos lo mejor de nosotros. Por nuestro reino.—pronuncio ella.

—¡Larga vida a nuestro reino, mi querida reina!—grito el selatrop con una enorme sonrisa.

Amalia sonrió.

—Larga vida a nuestro reino.—pronucio ella, con una sonrisa.

La semilla de un Dios. [Wakfu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora