CAPÍTULO 14

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"AHOGARLAS"

Tiro el teléfono viejo y abro la caja del nuevo, y joder, no me pude resistir ¿quien podría hacerlo? Y me compre el iPhone, pero no el ultimo, ya sería demasiado.

Empiezo a configurarlo mientras estoy sentada en el banco de un parque, lo personalizo y lo guardo en mi bolsillo.

Miro los árboles con las hojas meciéndose y suspiro, la presión en el pecho disminuye, se que no me falta dinero y me siento mala persona por eso, pero no solo es el dinero... es también saber que pese a todo mis mamás siguen apoyándome, que siguen a mi lado aunque yo no lo creyera o dudara de ello.

Vale, tengo dinero, pero no lo utilizaré para algo que ellas no quieran, solo lo usaré para la comida y para buscar una habitación en un piso para compartir... luego cuando esté estable económicamente ahorrare para la universidad trataré de sacar la beca, mks promedios son altos pese a todo así que supongo que eso debe influir en algo ¿no?.

Las amo tanto, devolveré cada centavo si puedo. Me levanto de la silla del parque y echo a andar hacia un supermercado a por un poco de comida.

Al entrar en el supermercado busco una ensalada de estas que viene hecha y eso, me dispongo a cogerla y luego me interno en los demás pasillos para poder buscar una botella de agua.

Al doblar la esquina para ver el siguiente pasillo por fin me encuentro la botella de agua, y solo hay una así que intento caminar un poquito rápido por que siento alguien de tras y siento que va a por la misma cosa que yo.

Y cuando estoy apunto de tener la botella entre mis manos me la arrebatan. Me doy la vuelta enseguida con cara de pocos amigos, dejando mi ensalada en el lugar vacío de la botella.

—¡La vi yo primero!— me quejo pero me quedo callada al ver de quien se trata, él se queda igual que yo y aprovecho para saltar, ya que tiene la botella con la mano levantada, se la quito pero se me resbala de las manos haciendo que salga de su trance.

Nos dirigimos una mirada rápido, lo justo para saber que esto es una lucha.

Veo la botella rodando lejos de ambos pero mis años de instituto jugando voley me sirven de algo, así me lanzo "en plancha" deslizándome hasta la botella empujando al chico de ojos chocolate en el acto.

—Sabes que es innecesario luchar por una botella de agua ¿verdad, chica malhumorada?— dice cuando me levanto con la botella en la mano, pero él alfa está en posición de ataque, para quitarme la botella.

—Dijo el alfa que se prepara para...— y antes de terminar la frase me arrebata la botella con dos simples pasos y un ágil movimiento.

—¡Oye!— me quejo y doy dos pasos hacia él ya que retrocedió con una gran zancada.—Esa es mi botella, la vi yo primero, te la quiere dos veces, así que MÍA.— digo con un poquito de mal humor, estar cerca de chicos que se creen guays como si se tratara de una sobre dosis me pone de malas pulgas, y nunca mejor dicho.

—¿Tuya?— pregunta y da un corto paso que corta nuestra poca distancia, doy un paso atrás pero él lo cubre con medio del suyo, doy otro y hace lo mismo hasta que terminó contra la pared y el chico de pelo negro azabache, tes morena y ojos chocolate me arrincona con una sonrisa de lado y de suficiencia.

La respiración se me corta, mi corazón empieza a latir y hormigas reaccionan a su cercanía.

—Mía.— repito, no dejare que vea como me pone su cercanía, ¿es que quien se puede poner inmune a unos bíceps y una tableta perfectamente marcada pese a que no se ve y solo se siente? Nadie, exacto, nadie, y mucho menos a esa maldita cara perfecta, imposible.

Con una sonrisa un poco más grande acerca su rostro al mío, muy muy cerca, donde nuestras respiraciones se mezclan y puedo apreciar las motas de color Ámbar en el color chocolate de sus ojos. Se inclina un poco más para dejar su boca a escasos centímetros de mi oreja, sus labios rozan mi piel lo que envía miles de señales a mi cuerpo.

—Que casualidad haberte encontrado.— dice y me entrega la botella, la cojo y no hago ningún movimiento, se separa y nos quedamos observándonos, tan cerca, tan insoportable, tan interesante...

Me aclaro la garganta y rompo el momento ¡Gracias! O no... él se separa rápidamente de mi y hace lo mismo que yo, se aclara la garganta y me da la espalda.

Me acercó a mi ensalada y la cojo, ya con las dos cosas en mis manos me dispongo a irme.

Paso junto al chico de pelo negro azabache y le dirijo una mirada fugaz cargada de algo raro, él me dirige una mirada que produce una oleada en todo mi cuerpo y que mariposas empiecen a revolotear en mi interior.

¿Mariposas? ¿Que hacemos con las mariposas?
Ahogarlas.

Termino de pagar y no me molesto en mirar atrás, muy lejos de mi siento la mirada del chico, quemándome de una manera tan satisfactoria que es difícil describirla.

Pero no puedo evitarlo antes de salir por el reflejo de la puerta de cristal veo al chico mirándome haciendo que mi estómago vuelva a esa rara sensación, entonces abro la botella de agua y doy un sorbo.

Tal vez así las mariposas se ahoguen, tiene que hacerlo.

Vuelvo a la biblioteca y me encierro en ese pequeño cuarto ya que Zia no está, empiezo a comer mientras arreglo unos cuantos libros con cuidado, amo y adoro los libros.

Cuando termino de comer dejo la basura a un lado y sigo arreglando todos los libros que pueda, me decido cambiar de ropa y me coloco un jean gris y un top de tiras blanco con la sudadera del lobo de cabello negro azabache.

Sus ojos, su aliento, su olor, su cara, su cuerpo junto al mío, su mirada y esa sonrisa de suficiencia que tanto detesto no dejan de revolotear por mi cabeza.

Joder, apenas lo conozco, ni siquiera se como se llama y no se nada de él ¿como una persona desconocida puede hacerme sentir eso? Para ser específico, algo que yo NO quiero sentir y haré todo lo posible para deshacerme de esa sensación.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora