CAPÍTULO 37

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"MI LUGAR"

Dos días y digo sin poder evitar mis pensamientos, los malditos recuerdos de su boca sobre la mía, sus gemidos con mi nombre, no puedo, simplemente están en bucle en mi cabeza.

Y joder, me como la cabeza pensando en que le pude besar en esa fiesta hace dos días, que me lo hubiese podido follar pero me prometí que no, que buscaría a alguien distinto a él para hacerlo pero no lo conseguí, no conseguí sacarme al chico de pelo azabache y ojos chocolate.

Me la pase toda la noche con Quinver, bailando, riendo y cantando, luego se nos unió Weish y no volví a ver a Lennox en toda la noche, lo cual me molesto ya que me lo podía perfectamente imaginar en una habitación de aquel casa con otra chica encima, y eso me molesta, bastante.

Y joder, me cabrea, pues sigo teniendo las marcas en mi cuerpo de sus manos y pensar que le está haciendo a otra lo mismo que a mi, me jode.

Descargo el libro con más fuerza de la necesaria haciendo que el sonido haga eco en la biblioteca. Suspiro frustrada y me relajo, los libros no tiene la culpa, generalmente ellos son los que hace que me olvide un poco de toda la mierda que puede ser la realidad.

—Lo siento...—murmuro hacia el libro, si ¿vale? Hablo con objetos inanimados, hablo con todo menos con otro ser humano.

—¿Hablas con libros?—pregunta una voz muy conocida, sonrió de oreja a oreja y me doy la vuelta.

—Weish—saludó y veo a Quinver a su lado.

—¿Como sabes que yo...?—corto la pregunta ya que se que fue por Quinver, podría decir que estas noches hemos hecho el típico plan de chicas del cual yo siempre me reía y diría que jamas haría en mi vida, pues lo hice pero a mi manera y no fue tan malo, la conocí a ella y ella conoció todo de mi, incluso conocí cosas que no sabía de los chicos.

—Te trajimos el almuerzo.—dice Quinver y me tiende una bolsa con un sándwich, le sonrió con cariño, sip, esta gente me ablando mucho.

Dejo los libros de lado y voy hacia ellos, que están en la mesa más apartada y entre dos estanterías, un hueco perfecto para ocultarse y mi lugar favorito de mi trabajo.

—¿Como es que habéis entrado? ¿Zia os dejo entrar?—preguntó y escucho una risa que sale de entre una estantería y se sienta junto a nosotros en la mesa.

—Se supone que somos universitarios haciendo un trabajo para empezar bien el semestre.— dice Weish.

—Pero si nos falta un mes y medio.—digo y Quinver se encoge de hombros y sonríe mientras le digo que el sándwich está buenísimo.

—Me queda como hora y media para acabar mi turno.—les digo mirando la hora en la pantalla de mi iPhone.

—Esperaremos aquí o iremos a dar una vuelta, hoy hay noche de chicas.—dice Quinver

—¿Otra vez ?—no puedo evitar reírme.—Sabes perfectamente que eso no fue muy noche de chicas, pero vale, yo creo que es mejor una noche de lis cuatro.—digo

—Vale si, fue más noche de amigas que odian lo femenino.—acepta rodando los ojos

—Yo si, tú no tanto.—le digo y ella lo admite y sonríe por que yo lo sé.

—¿Y que haréis?—pregunto—Podéis ayudar y podré irme antes o podéis esperar lo que me faltas de turno aburriéndoos.—me levanto terminando el sándwich.

—¿Y que hay que hacer?—pregunta Weish levantándose y poniéndose manos a la obra.

—Clasificarlos y ordenarlos y la estantería correspondiente, si hay alguno malo lo dejas en aquella caja—señaló la caja en una esquina no muy lejos—Y al día siguiente los reparo.—

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora