CAPÍTULO 22

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"LA MANADA"

Me alejo un par de calles del edificio y me siento entre unos árboles gigantescos, cierro los ojos y hundo mis dedos entre la hierba, me siento cómoda, como si estuviera en ese bosque donde nos reuníamos y estaba la aldea, donde Yona y yo corríamos a escondernos después de formar una liada, cuando me escondía allí de toda la manada o de esas estupida a cenas en "manada" donde mis madres me obligaban a ir.

Levanto un poco la cara para sentir el frío viento en la cara y recordar los momentos felices con Yona.

Las escapadas en las horas de clase, las escapadas de las cenas en manada, todo.

Aspiro de nuevo el olor a hierba mojada y aprieto un poco el césped bajo mis dedos, así mi respiración se ralentiza, mi corazón late con normalidad, la presión en la cabeza se va y el miedo en el estómago se marcha.

Tras pasar el tiempo suficiente, en el que supongo yo ya se habrán ido todos vuelvo a casa.

Gracias a mi suerte no tengo que tocar el timbre ya que un vecino sale y yo aprovecho para colarme, subo las escaleras de dos en dos y mi estómago cruje.

Con mis nudillos doy suaves golpes sobre la madera de la puerta, tras unos segundos Quinver me habré con una sonrisa.

—Oye ¿estás bien? Te fui a buscar y me dijeron que te habías marchado.— dice según entro e intento aguantar la cara de indisposición al ver a las 8 personas que habían venido, todos mirándome y la única mirada que me quema es la del chico pelinegro y de ojos chocolate.

—Yo si, solo fui a darme un paseo, no quería molestar.— digo por lo bajo solo para Quinver, los demás prosiguen su conversación mientras yo voy a la cocina.

—Te he guardado un trozo de carne.— dice Quinver.

—Soy vegetariana.—digo—Lo siento debí decirlo—ella me mira pidiendo una disculpa y yo solo niego con una sonrisa amable.

—¿Una loba vegetariana?— se burlan tras de mi.

Volteo para mirar al responsable del comentario.

—Bairon cállate— ruge Lex en amenaza .

—Si, una loba vegetariana ¿algún problema?— preguntó con un poco de veneno en la voz.

Algo me dice que tengo que mantenerme alerta, siempre tengo que estarlo.

—No yo nada...— dice con una sonrisa burlona mientras levanta las manos rindiéndose y bebiendo un sorbo de su cerveza.

Me doy la vuelta y sigo buscando comida, me decido por una manzana y una botella de agua.

—Eh, eres consciente de que llevas piel de animal ¿no?—

—Uno: el pelaje de la oveja es necesario quitarlo, para que no se le hagan nudos a las ovejas y le corten la circulación, dos: el algodón también es una planta.— le sonrió falsamente y me pierdo por él pasillo a mi habitación.

Cierro la puerta suavemente y me siento en el borde de la cama, dejo la botella de agua en la esquina del escritorio y le doy un mordisco a la manzana.

No se que hacer...

Tras terminar la manzana bebo un trago de agua y la vuelvo a dejar donde antes, estiro el brazo para alcanzar una almohada y me la coloco en las piernas, me estiro un poco más y cojo el libro del escritorio, me pongo a leer mientras de vez en cuando doy un sorbo de agua.

Dos golpes secos me sacan de mi mundo, dejo el libro en el escritorio junto a la botella y lanzo la almohada encima de la cama, camino hacia la puerta y abro.

—Lo siento, no sé si te sentiste incómoda o algo o que hice yo...— empieza a disculparme la chica peli-Azul.

—No no, no se te ocurra disculparte, no me pasa nada contigo, solo que el estrés me sobrepaso.— la interrumpo y suspira.

—¿Lista para la fiesta? La manada se ha ido adelante, yo me quede para preguntarte si querías ir...—

—No tengo nada que ponerme...— me excusó y ella sonríe cogiéndome de la mano y tirando de mí a su habitación.

—Tengo vestidos o faldas, ¿que prefieres?— pregunta abriendo su armario.

—¿Sinceramente? Ninguno, pero muestra a ver.—

Empieza a sacar un vestido rosa que lo descarta cuando ve mi mueca, luego saca un morado y hago lo mismo hasta que saca uno gris oscuro de seda, un poco corto pero está bonito.

—Pruébatelo.— dice emocionada—Siempre quise hacer esto.— dice tirándome el vestido a la cara.

—No suelo ponerme vestidos ni nada de eso... pero creo que este es bonito.— me empiezo a desvestir y Quinver se sonroja—Yo lo siento... ¿demasiado pronto? ¿No hemos llegado a esa face de amistad?—

—No no, todo lo contrario, solo que creo que eras la típica chica fría, ruda y borde, y que yo no te agradaría.—

—Generalmente si soy como lo describes, pero contigo siento que estoy en mi lugar...¿sabes? Ese tipo de personas con las que te encuentras y no puedes ser la de siempre solo te sale ser tu misma sin protección, sin coraza.— me explico.

—¡¡¡Aaaiiiwwww!!! Que sabes que soy sensible—se queja y se abanica los ojos con la mano, rio un poco y termino de ponerme el vestido.

Diez dedos arriba de la rodilla, se ajusta a mi cintura y un poco a mis pequeños pechos dándoles una bonita forma que me gusta, color gris oscuro, suave ya que es de seda y para mi sorpresa es cómodo.

—Te ves hermosa— exclama Quinver tras de mi, sonrió y me acomodo mi pelo ondulado castaño oscuro y sonrió por que por primera vez en un poco tiempo me siento bien, me siento bonita...

—Voy a por mis zapatillas, cámbiate y ya regreso en dos segundos.— le regalo una sonrisa y voy a mi habitación, me coloco las zapatillas que me compre, unas vans totalmente negras.

Me las coloco y regreso con Quinver que se puso un vestido negro igual al mío que resalta su pelo azul y su belleza.

—Estas radiante como el diamante.—bromeó y a la vez digo la verdad, ella sonríe y se pone los tacones de aguja negros.

Cojo mi chaqueta de cuero y me la coloco, ella se pone una chaqueta negra muy bonita, y bajamos al aparcamiento donde nos espera Weish y un Mercedes gris.

Cuando levanta la vista de su móvil se le cae la boca hasta el suelo y sonríe al vernos.

—¡Pero que preciosas!—dice mirándonos de arriba a abajo, sonrió en respuesta y nos metemos a su coche.

—La manada ya estará allí bebiendo, luego nos unimos.—Dice y me trago el comentario de que yo no iré con su manada, que me perderé entre la gente o me ocultaré bajo una mesa si es necesario, por que algo en mí dice que me proteja, por que a uno de ellos lo conozco, uno que era de nuestra manada y que fue el que empezó con los insultos y bromas hacia mi.

La noche cubre todas las calles y se siente bien estar así, ¿cómoda? Sin sentirme presionada, solo aquí, sin más.

Al bajarnos nos guía por una puerta vip y nos intérnanos en la música alta, las luces de colores, el montón de gente que baila y se divierte, coros hechos por borrachos y risas divertidas que le dan un toque feliz y divertido al ambiente.

Bajamos y nos dirigimos a las barras.

—Si queréis guardar las cosas hay taquillas.— dice sonriente Weish.

—He venido moles de veces ¿sabes?— se burla Quinver

—Le decía a K— rueda los ojos de forma cariñosa.

—Yo no bebo.— responde Weish cuando el camarero le pregunta, yo pido un cóctel fuerte y Quinver un cóctel con Ginebra y tónica.

Cogemos nuestras copas y nos perdemos entre la gente, hasta que siento dos manos en mi cintura y como me pegan a un cuerpo que conozco muy bien.

Aunque por tanto que deseara que fuera otra persona, no lo es, pero aún así una sonrisa me llena la cara y un alivio me llena el cuerpo.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora