CAPÍTULO 33

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"CAMBIOS DE HUMOR"

—Estas enfadada, pues pégame a mi, venga hazlo.—Y me enfurece aún más, así que descargo toda mi ira en él.

—¿Por que los tíos subestimáis a las chicas? O sea si un tío está cabreado no le propondrás que te pegue ¿o si? Digo yo que no, ¿por que cojones creéis que no podemos pegar tan fuerte o incluso más que un tío? Siempre os ponéis ahí y decís "Pues pégame venga" joder, eso me cabrea, me cabrea que penséis que no podemos pegar fuerte por ser solo mujeres, oh vamos, tú no dejarías que un hombre te pegara solo por que "esta enfadado" ¿que cambia? ¿Ser mujer? ¿Por que no tengo fuerza? Joder llevo entrenando boxeo desde los 14, y no sabes cuantas mujeres podrían pegar más fuerte que un tío.—lo empujó y esta vez se tambalea un poco y yo retrocedo dos pasos.

Mentiras, subestimaciones, débiles, fuertes, sensibles, fríos, todo se juzga, y se supone que no lo haríamos que no lo íbamos a hacer, nosotros no.

Y se que lo dejé sin palabras, por que sabe que tengo razón.

—Se supone que no nos subestimaríamos, que no juzgásemos, pero aquí estamos, tú y yo, ¿tú y yo? No se, pero odio que me veas así, odio que puedas ver a través de mi y yo aún no sé nada de ti, odio que siento que cada vez entras más y que yo me alejo de ti. ¿Que estamos haciendo? Conociéndonos, pero yo a ti no te conozco, no me dejas.—

—Si te centras solo en buscar consuelo para ti es imposible que veas más allá de tu propia nariz.—dice con furia.

—¿Que me centro en mi?—digo indignada por que una parte de mi sabe que él tiene razón.

—Si.—gruñe

—¡Si no me dejas entenderte! ¡Sino me dejas verte no puedo acercarme! ¡No puedo ayudarte!—gritó frustrada

—Me estas ayudando más de lo que deberías y eso me jode.—y me confundo por su respuesta

—¿Ayudándote? No estoy haciendo nada cuando tú haces todo y es frustrante.— me sincero.

—¿Que quieres saber de mi?—pregunta con mi mismo tono de frustración.

—¿Todo?— no puedo evitar que suene como pregunta

—¿Es una pregunta o una respuesta?— pregunta y siento que el ambiente se relaja.

—Las dos— contestó

—No me vale, chica malhumorada.—dice y levanto la comisura de mi labio.

—¿Estaremos una semana solos?—pregunto y él sonríe de lado, y se que estamos flirteando.

—En realidad vuelven dentro de tres días, pero la manada vendrá en unos minutos, si lo que te preocupa estar a solas conmigo—

—Me da igual estar sola contigo.—gruño con un buen animo, ¿que como es eso? No se, una cosa bastante rara que hago.

Y antes de que alguno de los dos pueda decir algo, me voy a mi habitación a cambiarme, me coloco un jean ajustado negro y un top blanco, una sudadera vinotinta de Lex cuando salgo el timbre suena y Lex abre, dejando entrar a los seis miembros de su manada sin contar a la chica que no ha aparecido.

Saludó con un movimiento de cabeza y todos entran yo me pierdo en la cocina.

—Eres la chica que literalmente me dio una patada en los huevos... creí que jamas te volvería a ver.—entra diciendo el chico de pelo gris pintado.

—Bueno pues aquí estoy, digamos que me han pasado muchas casualidades con Lex.— me encojo de hombros.

—Me llamó Noah, por cierto, la última vez no nos presentamos bien.—

—Bueno, la última vez me acorralaste en un callejón.—sonrió burlona mientras me llevo el vaso de agua a la boca, doy un sorbo y le miro a los ojos.—Keira.—digo al final y él sonríe.

—Eh, yo no soy así solo, me dijeron que eras peligrosa ¿vale?— se defiende.

—He pasado por cosas peores.—me encojo d e hombros quitándole importancia.

—¿Así que si que escapaste del gran edificio?—pregunta pero es más una afirmación que otra cosa.

—No lo hice sola.— murmuro—Tengo que contestar.— le digo cuando el teléfono empieza a sonar, lo cojo y sonrió al escuchar su voz.

—¿Que tal estás?—pregunta Dipp.

—Hay una reunión de lobos, podrías venir, no conozco a nadie, pero ya sabes que me da un poco igual.— me apoyó en la pared del pasillo, alejada de todos.

—Si me mandas la dirección te haré compañía y las cosas que quieras— ruedo los ojos pero me divierte que siga igual.

—Vale, te la envío, te espero.—le cuelgo y le envío la dirección, me adentro en la sala.

—Lex, he invitado a un amigo, espero que no te importe.—me cruzo de brazos y me apoyó en la pared del salón.

—Da igual.—dice encogiéndose de hombros.

Guay, ¿ahora que?

—Eh, Noah ¿ella no es la que te dio una patada en los huevos?— pregunta un chico

—Perdona pero a Danny y a Yoe le dieron la pálida de verdad.—se excusa Noah sentándose en el sofá solitario.

—Mis respetos, para derrotar a esos en segundos hay que ser buena.—dice el chico de pelo castaño claro, le regalo una sonrisa que no me llega a los ojos como respuesta.

—¿Jugamos a algo? ¿Tío donde está la play?—pregunta el chico que recuerdo se burlo de mi por ser vegana, Byron creo que se llama.

—Está ahí, conéctala.—dice Lex con indiferencia.

El chico se levanta y yo doy toques al suelo con la punta de mi pie, esperando impaciente a Dipp, siento la ardiente mirada de Lex pero no lo miro, si lo miro recordaría nuestros besos y las ganas que tengo de besarlo ahora mismo.

Hasta que suena el timbre y salgo disparada, le abro la puerta y Dipp apoya su mano en el marco con una sonrisa de fuckboy.

—Hola.—saludó y lo invitó a pasar.

—Hola, ¿lo de lobos es una excusa para llevarme a la cama? por que sabes perfectamente que sin excusas vengo—dice mientras me sigue ruedo los ojos.

—Cállate, yo solo quería una cara conocida y si empiezas a pensar solo con lo de abajo te aseguro que me enfado y ya sabes como me pongo cuando te pones así.—gruño

—Lo siento, ya paro.—se disculpa y lo miro de reojo mientras entramos al salón.

—Este es Dass Dipp.—lo presentó y me quedo de pie a su lado.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora