CAPÍTULO 30

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"CHOCOLATE"

—Sshhh...—acaricia mi cabello y mis lagrimas se empiezan a agotar pero la presión en el pecho sigue igual.

—Lo siento.—me separo de él y por mucho que me cueste me levanto de sus piernas y pongo distancia mientras le doy la espalda y me limpio las lagrimas

—No te disculpes—dice y me produce miles de sensaciones

—Te juzgue, ya se que no nos conocimos de una de las mejores maneras pero supongo que cada uno oculta algo y por eso nunca hay que juzgar hasta encontrar la verdad... y yo te juzgue sin conocerte, sin ninguna razón...—

—Bueno atarte a una cama y drogarte creo que es una muy buena razón—dice y logra sacarme una sonrisa.

—Pero no puedes pagar tu los platos rotos solo porque me siento como la mierda— me volteo para enfrentarme a esos ojos de color chocolate con miras doradas.

—Creo que no me cuesta nada pagarlos cuando a veces yo lo hago contigo— murmura y me quedo de piedra, es ¿bonito? Lo que acaba de decir... —Quiero que hagamos una tarta de chocolate—me confundo por el gran cambio de tema.

—¿Y tú con qué derecho me dices a mi que hacer?—preguntó cruzándome de brazos y le agradezco que ignore lo débil que ahora me veo y cuánto odio ser débil.

—La semana de pedir lo que quiero acaba hasta mañana y conste que no he pedido nada más ¿se te había olvidado?—explica levantándose de un movimiento ágil quedando a unos centímetros de mi.

—Por completo.—confieso

—A demás nos vendrá bien distraernos—

Y me preguntó que le pasa a él, también se quiere distraer... y ahora me interesa conocer todo de él...

Por que... por que me siento agradecida de que haya sido él el que cruzo la puerta cuando me derrumbaba, agradezco que no haya hecho ninguna pregunta, ni exigido un porque solo un "Quiero que hagamos una trata de chocolate."

—Chica malhumorada ¿Te quedarás viéndome para siempre o vamos a que te enseñe a hacer una tarta?—pregunta y el apodo de chica malhumorada produce más sensaciones de las que puedo contar.

—Al final no eres tan capullo—le sigo el juego y me dirijo a la cocina, me sigue con una sonrisa divertida y noto que esta es la única sonrisa que le ha llegado hasta los ojos desde que le conozco.

Ponemos canciones y bailamos juntos, hacemos el tonto y reímos a carcajadas.

—Oye que no sé bailar—me quejo cuando coge mi mano y empieza a moverme.

—Ya, yo tampoco.—dice y su sonrisa le llega a los ojos y sus colmillos me atraen, me pregunto como será que me muerda tan lento como un beso.

Dios, que psicopata suena eso, o lo tonto que suena pero aún así me llama la atención...

—Si no dejamos de hacer el gilipollas no tendremos nada de comer y yo tengo hambre, créeme— le digo y él asiente.

—Vale, chica malhumorada vamos a que te enseñe.—

–¿Por que das por hecho que no se?—preguntó aunque se que es verdad, no se.

—Por que tienes pinta de que no te gusta cocinar—dice como si fuera obvio

—¿En serio?—preguntó con una sonrisa y él me mira con cara de "Acéptalo, tengo razón"—Vale, si, tienes razón—ruedo los ojos.

Y nos centramos en hacer la tarta. Me alucina como explica, la paciencia que tiene cuando le preguntó dos veces para yo estar segura de lo que me dice.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora