PRÓLOGO

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Me bajo del autobús, la oscuridad y el frío de la noche me envuelve, la gente se baja coge su maleta y yo me acomodo mi única mochila.

Suspiro cogiendo fuerza, y me quito de la puerta, dejo circular a la gente y yo empiezo a caminar.

Vamos, esto lo has decidido tú.
Y aceptaré las consecuencias.

Cogí el último bus que salía, improvisado como todo lo que hago.

Miro la hora en la pantalla de mi celular: las 2:35 de la mañana, a dos horas y media de mi supuesto hogar, pérdida en una ciudad que jamas había conocido, que divertido, nótese la ironía.

Agarro con mas fuerza la tira de mi mochila y sigo caminando, no me doy cuenta de que me he metido en un callejón hasta que me fijo en la poca, por no decir inexistente iluminación, y que es un callejón sin salida.

Cansada me doy la vuelta pero veo tres figuras negras caminar hacia mi.

—¿Que hace una niña de bosque por aquí?— pregunta una voz gruesa pero de una persona joven, calculo un chico de unos 24 años.

—Demasiada confianza.— dice un hombre mayor pero no distingo ninguna de las figuras.

—Dejadme pasar y no lastimare a nadie, no quiero problemas.— digo dando dos pasos a delante, las tres figuras negras dan uno hacia mí para intimidarme pero solo hacen que me empiece a cabrear, estoy cansada y un viaje de dos horas y media no le apetece a la gente normal más cuando se fuga.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora