CAPÍTULO 36

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"REFORZANDO LA AMISTAD"
[Maratón(2/2)]

Me levanto perezosamente y al abrir los ojos veo un vaso en agua y la pastilla en la mesa, me lo tomo y gruño cuando me duele todo.

Mierda, él si sabe lo que me gusta.

Me levanto de la cama adolorida y hago la cama, dejo todo organizado y salgo de allí, me voy a mi habitación por una toalla y me meto a la ducha.

Como no hay nadie en mi habitación me permito observar mi cuerpo en ropa interior, tengo marcas en la cintura de unas manos grandes, tengo chupeton en los pechos y en los muslos, ni siquiera recuerdo como fue, sonrió sin poder evitarlo y me coloco una sudadera negra que me queda grande y un pantalón de sudadera gris que me queda un poco ancho, en plan chica de Pinterest.

Salgo cogiéndome la mitad de pelo superior en un moño mal echo, en la cocina se encuentra solo Dass.

—¿Donde estabas?—pregunta

—Roncabas, me dolía la cabeza y me fui a la habitación de Quinver.—le explico sentándome enfrente del plato de fruta que me dio Dipp.

—Roncar ¿yo?—dice fingiendo indignación

—Sabes que si.—me rio y comienzo a comer.

Hablamos animadamente hasta que se va a duchar, pues estaba esperando a que le dijera donde estaba mi toalla.

La puerta se abre y volteo a mirar desde el taburete de la cocina, Lennox se ve jodidamente sexy.

Una camisa negra suelta que resalta sus musculosos brazos, un jean negro que le queda de la hostia, las zapatillas blancas y unas gafas de sol y el pelo revuelto.

Cuando se acerca a mi puedo ver los arañazos que se asoman por la camisa hasta el cuello, unos grandes chupetones en el cuello y en sus brazos también arañazos y el muy cabron no se preocupa por ocultarlos.

Y lo hice yo. O sea: yo.

Me ruborizo notablemente y el sonríe de lado quitándose las gafas de sol negras.

—Bonito chupeton.—comenta señalando su su cabeza mi cuello.

Me pongo la mano para ocultarlo, mierda, ojalá no lo hubiese visto Dass.

—Bonitos arañazos—le contestó

—Lo hizo una chica muy linda, ruda, dominante y jodidamente sexy y buena en la cama.—dice como si fuera de lo más normal, yo me pongo roja.

Yo me quedo sin respiración, y mi corazón late como loco, un hormigueo me recorre y las mariposas se alborotan en mi estómago.

—Yo ya me voy.—avisa Dass saliendo del pasillo pasándose la mano por el pelo húmedo y joder, el chico si que es guapo pero no tan Bueno como Lennox y me odio por que lo acabo de comprar.

Disimuladamente apoyo mi brazo en la encimera sin apartar la mano del chupeton y le sonrió a Dass.

—Luego me escribes cuando llegues.—sonrió y él se acerca, me da un beso en la frente y se despide con un asentimiento de cabeza de Lennox.

Pero noto la mirada que le dirige, mirando sus chupetones, arañazos y mordidas que yo misma le hice, sin poder evitarlo me pongo roja y miro hacia otra parte para que noten mi cara de tomate.

Mierda, necesito despejar mi mente.

Pues no dejo de repetir una y otra vez sus gemidos, gruñidos mi nombre en sus labios, mis gemidos...sus besos...todo. Absolutamente todo.

CASUALIDAD PROHIBIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora