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—¿Y tú qué demonios haces en mi departamento, tocando a esta hora? —me suelta el tipo al abrir la puerta.

No es la mejor forma de recibir a una nueva compañera de piso, pero el hombre frente a mí claramente no tiene idea de quién soy. Debe tener unos veintitrés años, es alto, de piel oliva clara y con una mirada intensa que llama la atención de inmediato. A pesar de su tono, es innegablemente atractivo. Su cabello negro y desordenado le cae sobre la frente, y la expresión somnolienta en su rostro me dice que acaba de despertarse. Eso, combinado con que solo lleva un bóxer negro que se ajusta perfectamente a su cuerpo, podría explicar su actitud. Los músculos de su abdomen están tan marcados que parecen esculpidos.

Levanto una ceja, reprochándole con la mirada que no me deje pasar. Justo en ese momento, aparece una chica rubia con el cabello liso y ojos verdes.

—Jenna —se presenta con una sonrisa mientras me da dos besos—. Tú debes ser Faith, ¿verdad? Ignora a Savas.

Asiento, y ella me invita a entrar. La sigo al interior del departamento, que es bastante amplio y tiene dos grandes ventanales por los que entra mucha luz. Aunque, claro, está completamente desordenado. Hay vasos con restos de alcohol por todos lados, trozos de botanas esparcidos por el suelo y un fuerte olor a cigarro que lo inunda todo. Blair, mi mejor amiga, me había sugerido vivir con su prima, lo cual me pareció una buena idea porque no conozco a nadie en Madrid. Además, el departamento está a solo cinco minutos de la universidad, lo cual es perfecto.

—¿Suelen hacer muchas fiestas o me adelantaron la de bienvenida? —comento mientras echo un vistazo alrededor.

—Perdona el desastre —dice Jenna con una sonrisa apenada—. Íbamos a hacer una reunión por el comienzo del semestre, pero confundí la fecha. Pensé que llegarías en tres días. Por cierto, hablas muy bien español para ser de New Orleans.

—No te preocupes —le respondo—. Mis bisabuelos maternos eran mexicanos y mi papá es español. Vivió aquí solo su primer año en Barcelona, pero toda mi familia está en Estados Unidos. Así que crecí entre escuelas bilingües, hablando español e inglés.

—Bueno, ¿qué te parece si te enseño tu habitación para que te instales?

La sigo, cargando mis dos maletas. Pasamos por una cocina con muebles blancos y a la derecha hay una mesa de madera con cuatro sillas. Más adelante, hay un pasillo que conduce a las habitaciones. Señala una puerta cerrada.

—Esa es la habitación de Savas. Mejor no entres. La siguiente es la mía, y aquí está el baño. Enfrente tienes la lavandería, y la última puerta es tu habitación.

La habitación es de buen tamaño, con una ventana frente a un pequeño escritorio que seguro me servirá para estudiar. Hay una cama mediana y un vestidor compacto, pero suficiente.

Jenna me deja sola para que me instale. Después de deshacer mis maletas, me dejo caer en la cama con una amplia sonrisa. En unos días seré estudiante de medicina y, además, estoy empezando una nueva vida en un lugar donde nadie sabe mi historia.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora