Capítulo 8

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Aislin

-¿Aislin?

Poco a poco abro mis ojos. Miro a mi alrededor, estoy en una...¿Casa?

-Cariño.

Alguien apoya su mano en mi brazo y me exalto, pero cuando miro a mi izquierda, no contengo mis lágrimas.

-Ven aquí, preciosa -me rodea con sus brazos.

-No...no le digas a Joey, por favor, no sé lo digas-sollozo.

-Calma, luego hablamos de eso.

Me quedo llorando un tiempo. Cuando me tranquilizo aparece una mujer mayor y me extiende un vaso con agua.

-No te llevé al hospital porque no me dejaste, pero me dijiste que la llamara a ella. Supongo que tener compañía te hará bien.

-Gracias.

Odio no poder recordarlo.

-Debes denunciarlo, muchacha, los de su tipo deben estar tras las rejas.

-Gracias-reitero.

-Quédate el tiempo que necesites. Recupérate y luego te vas. Te extendí ropa anoche y te cambiaste. El alcohol era tanto que no sé si lo recuerdas.

-No-digo con la cabeza agachada.

¿Había tomado?

-No se preocupe, gracias por la hospitalidad, pero la llevaré a mi casa, estará más tranquila.

-Como gusten.

Me levanto junto con ella y afuera nos esperaba un taxi.

-Vamos.

Ambas subimos y nos dirigimos al lugar dónde ella trabaja.

-Sé que no es lo más apropiado luego de lo que te pasó, pero es lo que puedo ofrecerte.

-No entiendo cómo tu jefe puede ser tan bueno.

Ella ríe y bajamos luego de pagar. Cuando estamos en la puerta, dice en susurros:

-Jefa, ese viejo está más muerto que el papa.

Entramos. Al ser de día y no haber nadie, todos limpiaban el desorden de la noche anterior. Desifectaban con una concentración admirable, el caño que había en el escenario, los vidrios, la barra.

-Es por acá-señala un pasillo.

Ambas pasamos y me muestra una habitación al fondo.

-Quédate aquí, ¿De acuerdo?

-¿Qué le diré a Joey?

-No te preocupes por él, yo me encargo -me giña un ojo sacando de su bolsillo pastillas para dormir.

-¿Cómo se las darás?- quise saber.

-Si algo he aprendido todos estos años acostándome con él, es el cuento toma y qué.

-Tequila-decimos a la vez.

-Descansa ya, Aislin, tienes que ponerte bien, ¿Sí? Aquí solemos dormir nosotras, así que... Te veo luego.

-¿Fleur?

Ella se da vuelta.

-Gracias.

-No tienes porqué agradecer, de una manera bastante extraña, eres mi amiga, y los amigos se ayudan. Duerme ya.

Afirmo con la cabeza y me deja sola.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora