Capítulo 42

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Joey

Hoy el hospital estaba tranquilo, y no es una palabra que me guste utilizar ya que cuando lo hago, el móvil suena para decirme que todo se fue al carajo.

Aproveché para salir a correr cuando el nombre de Maggie en mi reloj para la música. Atiendo.

—¿Qué pasa, Maggie?


—Es-es...

La escucho sollozar. Freno en seco.

—¿Qué sucede? ¿Dónde estás?

—En el hospital, Jack está mal....tengo miedo, Joey.

—Ya voy para allá.


¿Lo dije? Lo dije. Si hubiera sido por mí, que se muera, pero mi hermana lo ama y yo amo a mi hermana. Solo por ella es que elimino mi actividad para ir.

Ni me esfuerzo en cambiarme, así y todo busco un taxi y me dirigo a mi lugar de trabajo. Cuando ingreso me coloco una bata y voy hasta mi hermana que la veo nerviosa.

—¿Qué pasó?

«Para que me arruinen el día por quién no vale la pena»

Jack se retuerce en la camilla con los ojos cerrados con fuerza.

—Tiene mucha fiebre o yo....yo no lo sé, yo...

—Okay, Maggie, necesito que vayas a la sala de espera y nos dejes trabajar, ¿Sí?—dijo Sadie.

—Mantenme al tanto—pide con sus ojos rojos.

Ella se va y Sadie me mira enchinando sus ojos en lo que el idiota de la camilla sigue retorciéndose del dolor.

Sadie camina hacía mí.

—No lo mates—mascullo en mi oído—, que tus ojos delantan tal pensamiento.

—Sé controlarme —respondo inmutable.

—Tiene una infección en la pierna izquierda. Le preguntamos cómo se hizo aquello y no respondió, tampoco quise indagar mucho, no con tu hermana aquí. La fiebre le ha bajado bastante, y....

—Yo me encargo.

—Joey...¿Podrás con él?

—Es el novio de mi hermana, por más que quiera no puedo hacerle nada. Por ella.

Se marcha y me acerco. Miro la herida , sí, definitivamente es serio. Estaba justo en la tibia izquierda.

—Pero que mierda...—abro mis ojos.

Él me mira e intenta cubrir el lugar, pero mi velocidad es mayor logrando tomar su pierna e inspeccionarla mejor.

—¿Tienes un perro? Esta mordida es muy seria, y está infectada, ¿Jamás la trataste?

—Fue un perro de por ahí —espeta con desdén— Al diablo si la traté o no, ¿Vas a curarla?

—Vaya mordida—sigo abstraído estudiándola.

<<Es un asco con todas las letras>>

Quita la pierna y chilla ante el dolor por moverla. Contengo una risa.

—Carajo ¡Duele!

Por alguna extraña razón, aunque no tan extraña a este punto, me alegra verlo así, sufriendo.

Comienzo a caminar hasta la puerta cuando, antes de salir, su voz suena:

—¿No me curarás?

—No entiendo esta rama de la medicina, no es mi especialidad —miento con sorna.

—¡Eres una mierda, Joey, Maggie no te lo perdonará!

—Lo superará, ella es fuerte.

Sin más, salgo de allí dirigiéndome hasta la calle por un taxi, que nadie más me joda, es lo que menos necesito.

Estoy por abrir la puerta del taxi, cuando alguien me habla detrás. Una mujer en sus peores fachas. Tanto su rostro como su vestimenta.

—¿Usted es Joey Downey?

—¿Quién la busca?

—Este es un mensaje para Aitana.

No dice nada más, solo esas palabras cortas y el nombre de una mujer que no veo hace semanas. Me duele estar incomunicado con ella.

En menos de nada un filo raspa mi piel en lo que la mujer no me quita los ojos de encima. Sonríe como una cínica. Desvío mi vista hacia mi abdomen.

Sangre.

El filo de aquella navaja sale de mi piel y desaparece de mi campo de visión tal como la mujer.

No es nada. Es solo sangre.

<< Como si nunca la hubieras visto>>

—Señor—escucho una puerta cerrarse y el taxista está frente a mí.

Dejo mi cuerpo caer.

Es solo el susto. No es nada. Todo está bien.

Él grita por ayuda y mis ojos se van cerrando.

Lo último que veo es a dos médicos acercándose a mí.

Y la imagen de Aitana la última vez que la tuve frente a mí, clavada en mi mente.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora