JoeySalgo de su habitación sin dejar de quitar la yema de mis dedos de mis labios. Sonreí, no quería ir rápido, no quería hacer lo que realmente quería hacer. Besarla sin parar, besarla hasta que me diga que pare.
—Doctor—aparece Grey.
La estudio, se acomoda la ropa y me percato de que por su cabello desprolijo y su nerviosismo, estuvo con Zack, y no es hasta que lo veo salir segundos después de la misma habitación que ella, que confirmo mis sospechas.
Sonrío porque me parece un tema excelente con el cual moleste a Zack. Tal como hace unos meses hizo conmigo.
Llegamos a urgencias y me acerqué al primer paciente tomando su expediente. Normal en mí, ni siquiera me fijé en su rostro.
Cosa que juré empezar a hacer. Cuando leo su nombre y mi mundo se paraliza. Levanto mi vista y veo a una chica de cabello oscuro y ojos marrones.
—¿Anne?—quedo perplejo.
Mierda. Tres años sin verla y sigue exactamente igual.
—Hola,Jo...
Pero no pudo terminar porque una tercera persona, cuarta teniendo en cuenta que Grey estaba conmigo, interrupe.
—Se cayó.
Entonces me percato de los golpes en su cara y la cortadura en su mano.
El recuerdo de Aitana en aquella camilla inconsiente, llena de golpes y....
Quito esos recuerdos volviendo a la realidad.
Me acerco a ella para inspeccionarla.
—Grey—mascullo impaciente—, por favor llévatelo para que pueda revisarla tranquilo.
—Sí, doctor. Acompáñame.
Ambos se van seguramente a la sala de espera y yo cierro las cortinas. Giro sobre mis propios talones y son tantas las preguntas y las emociones encontradas, quiero decirle tantas cosas y lo único que me sale es....
—¿Él te golpeó?
—No. Me caí.
—Conozco esa historia, Anne, la escucho millones de veces, a otro con ese cuento.
—¿Me curarás o no?
Es increíble, no la tenía así.
—Sí.
Suturo las heridas, y una vez que acabo me despido de ella.
—Me habría encantado verte de otra manera, no creo que un hospital haya sido lo mejor.
—Cuídate—digo sin más.
—Siempre.
—No veo la hora que nos mudemos—sonrío emocionado.
—Tranquilo, Tribbiani—ríe ella.
Cuando llegamos a su casa. Palidece. La veo temblar antes de abrir la puerta, dudando hacerlo.
—Ey—tomo su mano—, aquí estoy.
Se cuelga en mis brazos y me abraza escondiendo su cara en mi clavícula.
—Te amo.
—Yo más —la separo de mí y la beso.
—Debo irme.
—Cuídate—digo al verla salir.
—Siempre.
—¡Ey!—gritan.
Niego volviendo al presente. Sadie me mira arqueando una ceja. Miro a mi alrededor.
¿En qué momento terminé en la cafetería?
—Como decía —sigue ella—, antes de que Robert informe y tú hagas un aspaviento, prefiero que te enteres por mí. Con los estudios detectamos....
—Resumido—interviene Zack.
—Las posibilidades de que Irati recupere la movilidad en sus piernas es nula
—Ah , sí, sobre eso. Su nombre es Aitana.
Natural. Casual. Espontáneo. Así dijo Zack esa información, como si fuera algo sencillo de digerir.
Ante la mirada se desconcierto de Sadie, él siguió:
—Para el mundo exterior se llama Irati Jonson. Una chica común y corriente, ciudadana de la localidad de....
—Entendimos—lo corta ella.
—Huyó de su esposo abusador, sufrió por años violencia de su parte. La última vez la dejó desangrándose en la que era su casa.
Con cada información que le dió quien sabe quién mis puños se contraen. Mi mandíbula se tensa.
—¿Y ese idiota está en la cárcel?—se interesa.
—Escapó—espeto yo —. El día que Aitana tuvo el ataque de pánico es porque se enteró que él escapó. Luego, atando cabos, llegamos a la conclusión de que él está en la ciudad y...—me tranquilizo, de lo contrario....—. Él la empujó.
Para cuando vuelvo mi vista a Sadie, está cubriendo su boca con ambas manos y sus ojos llorosos.
—Yo....lo siento, Joey, no tenía idea.—extiende su mano hasta la mía.
—Solo....solo quiero encontrarlo.
—¿Crees que seguirá aquí?
—Con el grado de cinismo que lleva, estoy segura de ello. Y más si.....si nunca nadie, aparte de ella, lo ubicó.—responde Sadie.
—No lo sé. Ni siquiera tengo una imagen o algo de él como para hacer algo—resoplo.
—Deberías pedirle a Aitana.
—No—digo sin tanto esperar—, lo que menos necesita ahora es recordar eso, volver a vivirlo y...
—Joey—me frena Sadie con voz suave —, Ira, perdón, Aitana, le hemos preguntado si se acordaba de algo. Si sí lo hacía, debía apretar mi mano una vez , ya que aún no domina de todo el habla. Y si no lo hacía,dos veces.
—¿Entonces?
—No quisimos indagar más porque se estaba alterando, pero....
—Ella...—suspira Zack—. Aitana no lo recuerda. No recuerda nada.
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Cien momentos ✅ [ Libro 2 De La Biologia Cien]
Roman d'amourCien momentos. Cien fotografías. Cien recuerdos que atesorar. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar con tal de hacer justicia? segundo libro de la biologia "cien" © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extr...