JoeyA la mañana siguiente, nos levantamos temprano y sin preparar tantas cosas, pongo el auto en marcha para llevarla a la playa.
El trascurso fue igual de silencioso que el día de ayer.
Cada tanto se dormía, pero despertaba al instante por algún susto dentro del sueño.
Anoche pasó exactamente lo mismo, solo que eran gritos y llantos. Ha tenido pesadillas, las he vivido con ella, pero nada se compara a las de anoche. Tuve que darle un calmante para dormir porque no hubo forma de hacerlo por cuenta propia. Aún así, me desvelé cuidándola. La observaba sin poder descifrar que es lo que pasaba por su cabeza.
Llegamos a las cabañas, dejamos nuestras cosas y sin esperar tanto, la alzo llevándola hasta la orilla del mar.
Cuando la dejo, queda a mi lado.
El viento hace que su cabello vuele hacia atrás, dándome la imagen que quería.
Fleur tenía razón.
Me giro hasta quedar frente a ella y la beso tomándola del cuello. Se queja separándose.
—¿Qué te pasó?—inspecciono el lugar.
—Nada, me caí.
—Okay, cambio la pregunta, ¿Quién te lo hizo?
Ella no responde, por el contrario, solo se aleja metiéndose al mar. Con ropa y todo.
No insisto. Simplemente la acompaño sin sacarme siquiera los pantalones, y la abrazo por atrás. Su risa es todo lo que necesito escuchar.
—¡Suéltame!
—Jamás—susurro en su oído y la bajo.
Ella toma nuestras manos y juega con éstas.
—Dilo—pide mirándolas hacer el movimiento.
—No, Aislin, es muy cursi—respondo sabiendo a lo que se refiere.
—Tú lo eres.
—Tú me has hecho así.
—Anda, dilo.
—No lo haré—rio.
—Amargo—se cruza de brazos y de esa acción que me causó gracia, la cara se le desfigura y larga un suspiro mirando a la nada.
—¿Algo que quieras decirme?—busco sus ojos.
—Te hice una carta—confiesa observándome.
—Dámela.
—No, esta noche.
—Muero de ansias.
Sonríe apenas de costado, una sonrisa casi inexistente.
Salimos del mar para sentarnos en la manta que puse en el suelo, dejando entre nosotros un silencio satisfactorio.
Dicen que cuando eso sucede y no es incómodo, es porque estás con la persona indicada.
—¿Joey?
—Dime.
Se coloca arriba de mis piernas y quedamos frente a frente.
—¿Qué te gusta de mí?—lleva sus manos detrás de mi nuca y yo la tomo de la cintura.
—¿Qué?
—Dilo, y no en aspecto físico,me refiero a....mi personalidad.
Hago que lo pienso, pero no es necesario, porque lo sé.
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Cien momentos ✅ [ Libro 2 De La Biologia Cien]
RomansaCien momentos. Cien fotografías. Cien recuerdos que atesorar. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar con tal de hacer justicia? segundo libro de la biologia "cien" © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extr...