Capítulo 16

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***

Joey

Me levanto con un dolor de cabeza fatal, miro a mis costados. Aislin no está.

Me visto e ingreso.

En la cocina, una carta.

"Afuera hay algo para ti. Día 100. Tengo que irme. Te amo, ahora y siempre"

Voy hasta el gazebo y arriba de la mesa, una carta.

La primera de 100 que eran.

"100 motivos por los que te amo:

1) Eres fuerte. Eres un ave fénix. Puedes hacerlo. Puedes seguir.

Debes sentarte aquí para disfrutar del amanecer, cuando termines. Busca en el lugar donde nos conocimos. Allí te espera el segundo motivo.

No hagas trampa, sé cuánto demorarás entre una cosa y otra."

Hago caso a todas y cada una de sus indicaciones. Me llevó la mitad del día

Fui al bar dónde nos conocimos. A su universidad y a la cafetería, aunque a ésta última no entré. Fui a la habitación de descanso en el hospital, dónde nos acostamos al menos dos veces. Quizá no fue un descanso para dormir, pero sí el que a mí me gustaba tener.

Ya son las siete de la tarde, mi cabeza se pregunta una y otra vez que estará haciendo ella ahora.

Estaciono el coche frente al edificio con todo lo obtenido a lo largo de el día. No sé qué pretendía con estas cosas que me hicieron amarla más de lo que lo hago. Estar seguro de que a ella es la única que quiero. La indicada.

Subo las escaleras de dos en dos, saltando como un niño pequeño al que esperan con regalos. Me apresuro a llegar porque quiero decirle yo también mis 100 motivos. Todavía tengo en mi bolsillo el último.

100) Eres lo mejor que me pudo haber pasado en la vida. Te amo.

Abro la puerta.

—¡Llegué! —digo dejando todas las cartas en la mesada que hay al lado de la puerta—¿Hola? — sonrío y la busco por el departamento.

Ingreso a la cocina. El horno está prendido con algo quemado adentro. Lo apago.

—¿Aislin? — entro a la habitación y nada.

Cojo mi móvil y le marco. Suena, está arriba de la mesa, lo que significa que está aquí.

Golpeo la puerta del baño, es la última habitación por recorrer.

—¿Aislin?— ya veo que quiere sorprenderme y me espera desnuda en la bañera para que la coma a besos. Rio ante la idea y abro sin más—¡Aislin!—corro hacia ella al verla tendida en el suelo con un pote de pastillas en su mano. Vacío. Se lo quito y apoyo su cabeza en mi falda.—Ey— apoyo mi frente en la suya— Mi-mi amor, cariño, te lo suplico—sollozo—. Abre tus ojos, bonita.

Lloro ante la idea de perderla. Está pálida, con sus labios secos. Y el pulso rápido.

Grito con todas mis fuerzas llamando a Maggie. Ingresa apresurada, mi pedido de auxilio la desconcertó, pero más aún el ver la escena. Ahoga un grito cubriéndose la boca con sus manos.

—¡Haz algo!—le ordeno desesperado.

—Lla-llamaré a una ambulancia.—titubea.

No mucho después, viene la ayuda. Me subo con ella y en tres minutos estamos frente al hospital.

La bajan.

—Vas a estar bien—susurro antes de que me separen de ella.

Ingresa directo a urgencias. Yo debo permanecer en la sala de espera al igual que todos.

Maldito lugar.

Pasan los minutos y no tengo noticias. Me cuesta quedarme sentado, prefiero caminar. El sol  comienza a esconderse. Mi corazón se acelera cada que llevo mis ojos al reloj del televisor.

Tic Tac. Tic Tac.

No puedo esperar, nuevamente me acerco por información. La mujer del otro lado del mostrador hace una llamada y resignada me lleva hasta un pasillo. Allí éramos tres, una pareja y yo.

Sigo llorando, mi cabeza imagina lo peor. Aquella pareja me tranquiliza. Pero yo solo quiero que...

—¡Doctor!— me acerco a él rápidamente.

Él Suspira.

—Primero, no es tu culpa, Joey.

—¿Qué -qué?

No entiendo por qué me dice eso.

—Ahora llegará Robert, no hay mucho que se pueda hacer. Lo siento. Mi trabajo es ....

—Cuidarla—sollozo tomándole del cuello de su uniforme al médico—¡Salvarla!

Me estoy muriendo. Mi vida, mi...mi razón de...

—No pude salvarla.—musito.

—Joey, no digas eso, no te adelantes.

—¡No!

Silencio, pero él se queda.

—Joey ¿Sabes porque lo hizo? ¿Por qué lo intentó?

—Yo...no—gimoteaba.

Se va sin más y yo me siento. No puedo respirar, tengo una sensación espantosa en el pecho.

Espero. Y pasan las horas. Nada.

¡Nadie sale!

—Ya no soporto esto—tiro mi cabello hacia atrás.

Hace una hora estoy solo. La pareja se fue a no sé dónde.

Miro la puerta.

—Robert—corro hacia él—¿cómo está?

—Joey, le realizamos un lavado de estómago, sacamos lo que pudimos, pero su estado era complicado, sus defensas eran muy bajas. No estaba comiendo, su sistema inmune empezó a deteriorarse.

—¿Por qué hablas en pasado?—pregunto inaudible.

—Joey...

—No, por favor no....

—Hicimos todo lo que pudimos, de verdad, pero ella no estaba bien. Quizá, si hubiera llegado antes...

No.

Retrocedo tomándome del cabello y él sigue hablando.

—Hoy, 4 de abril del corriente año, la paciente Aislin Wilson ha fallecido por...

—¡No la trates como una más! —lo empujo—¡Ella era diferente! ¡habla bien, carajo!

Él me toma de ambos hombros y me frena:

—Murió, Joey, ella sabía lo que hacía, fue su decisión, no un accidente. Lo siento.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora