Capítulo 23

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Joey

—Estoy mal de la cabeza.—digo tomando otro sorbo de mi café.

Sadie ríe colocándose frente a mí dejando la bandeja con comida en la mesa.

—¿Nunca te había alegrado la muerte de alguien?

—Jamás, pero creeme que espero una con ansias.

—Apa—arquea una ceja—, esa no la sabía. ¿Quién es la pobre víctima?

Entonces ahí me percato que Sadie no tiene la más remota idea de nada.

—Tiene de pobre lo que yo de arquitecto.

—Okay, ¿Entonces?

Suspiro cansado tirando la cabeza hacia atrás.

—No quiero hablar de eso ahora.

—No insisto—levanta las manos rendida.

Yo me paro y tiro el café que queda, se me cerró el estómago.

—¿A dónde vas?

—Con ella—respondo.

Voy hasta la habitación de Aitana y me encuentro a Zack y Robert hablando.

—¿Sucede algo? ¿Está bien?—ingreso preocupado.

—Sí, todo igual—responde mi amigo—. Con permiso.

Sale y Robert se queda mirándome de brazos cruzados.

—No quiero que trabajes hasta que ella mínimo mejore.

—No puedes prohibirme eso.

—No quiero problemas, Joey, le detectaste algo inexistente a una chica que nada tenía que ver.

Fleur.

—¿Si eres consciente del temor que le causaste?

«Peor fue el suyo con Anne»

—No quiero que espantes a mis pacientes. No quiero que digas cosas que no son ciertas y pero sobre todo, no quiero verte trabajando. Última advertencia.

Se retira y yo me siento junto a ella.

Sigue igual, exactamente igual. Los hematomas van disminuyendo pero aún no se sabe que mierda pasará con ella cuando despierte.

<<Si lo hace>>

Lo hará, sé que sí.

***

Vuelvo a casa para cambiarme luego de dejar a Maggie y Jack con Aitana.

Ya tomé una ducha y estoy a punto de sentarme con una cerveza en la mano cuando el timbre suena.


—No te llamé.—digo al abrirle.

—No vengo como tu puta, vengo como tu amiga—ingresa sin permiso.

—No tengo amigas.

—Pues ahora necesitas una—se sienta con toda la confianza en la sala.

—¿Qué quieres, Fleur?

—Primero una disculpa por el mal diagnóstico que me diste, porque no tenía nada, de verdad que nada. Solo fui para joderte con lo de Anne.

—¿Entonces es mentira?

—No, es completamente cierto, pero antes de que te dé un infarto quería prepararte.

—Nunca se va a estar lo suficientemente preparado para ver a alguien del pasado.

—Y también yo disculparme. No tenía idea por lo que estabas pasando.

Me levanto en busca de otra cerveza y se la extiendo.

—¿Para eso has venido?

—¿Tanto me odias?

—Estorbas, sería la palabra correcta.

—Joey, por favor, estamos grandes para esto ,¿No crees?

—Juro que me encantaría sacarte de mi vida—me exaspero.

—Pero sabes que eso no pasará. Porque tú y yo tenemos algo que nos va a unir hasta la muerte. A ambos no nos conviene tenernos de enemigos y separarnos, tú sabes cosas de mí de las que no me avergüenzo y yo sé de ti que te comprometen. No me provoques, Joey, porque soy de palabra y lo he dejado claro.

Me callo. Es cierto.

—No lamento lo de aquella noche—musito.

Ella ríe a carcajadas.

—Solo un idiota lamentaría aquello.

—No olvido su cara de pánico suplicando piedad —sonrío ante el recuerdo.

—Su muerte fue dolorosa y lenta—sigue ella.

Suspiro porque era la primera vez que la muerte de alguien me alegraba.

—Bueno—suspira—, en realidad vengo porque te vi mal, necesitabas relajarte.

—¿Y vas a coger conmigo para eso? Tengo novia.

—Y yo amor propio y respeto hacia las mías. Muy idiota si llegabas a hacerlo. Pero no, vamos a tomar, tomar y tomar, emborracharnos y luego a dormir plácidamente, tú en tu cama y yo en la mía. Mañana será otro día y debes estar bien para ir con tu novia.

No contradigo, por el contrario, acepto sin quejas.

—Perfecto. La noche es larga y las noticias serias—afirma ella.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora