Capítulo 55

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04/04/2020

Ocho meses después


Aitana


—Piensa rápido—me tira una fruta y yo no logro sostenerla. Mis reflejos no siempre atinan.

Él ríe mientras divide las compras. Y yo voy guardando lo que corresponde en la lasena.

—¿Sabes si Maggie viene al final?

—No, me dijo que iba con su novio a pasar el fin de semana en unas cabañas.

—Auch, ese tonito. Él es un amor.

—Sí—deja las bolsas y me mira—,y por eso mismo, me cae muy bien. Lo que falta es que robe a mi hermanita.

—¿Hermanita?—me cruzo de brazos—Joey, tiene 25, no sigas—rio negando.

—No importa, siempre será mi hermanita.

Meneo la cabeza hacia ambos costados sin dejar de sonreír.

Me pongo de puntitas para guardar el café cuando él me asusta desde atrás. Me doy vuelta y Joey me mira con picardía y luego a los costados y atrás.

—Si no tuviéramos compañía—susurra—, aquí mismo te arrancaría la ropa.

—Ups—me encojo de hombros—, pero hay visita, no podrás.

—¿Quién dice? ¿Y si no se entera?

—Se enterará, hacemos mucho ruido—paso por su costado para seguir guardando.

—No sé molestará—insiste±. Total, ni va a sentirlo.

—Oye—lo codeo—, no es lo mismo y lo sabes. Deja que pase el tiempo y cuando termine, lo haremos cada que podamos. Tienes trabajo— coloco mis manos por detrás de su nuca—,tengo trabajo.

Oh sí, porque hice un máster en arquitectura y no mucho después conseguí trabajo en una empresa.

—Tiempo al tiempo, perverso—le doy un pequeño beso en los labios y paso por su costado para ir a la sala.

—¿Hasta cuándo se quedará?—insiste

—No lo sé, pregúntale tú.

—¡Oye!—grita para nadie y mira a todos lados—¿Me escuchas? ¿Hasta cuándo te quedarás?

—Serás idiota—sonrío—. Le queda un par de semanas de estadía, al menos que surja un problema y deba ser antes, todavía te queda.

—¿Cuántos controlándome?

—Te recuerdo que la primera vez que me conociste, me metiste la mano. Existen otras formas de exitarme, querido Joey—palmeo su hombro—. Solo hay que ser ingeniosos.

Busco el control remoto y prendo la televisión.

—¿Alguna idea para este día? Nublado. Ninguno trabaja. Seguro que está durmiendo. Cuando alguien duerme no hay ruido que despierte.

Me cubro la cara evitando no reírme ante aquello.

—¿Diez minutos?—sigue.

Giro mi cabeza y lo miro.

—¿Menos?—enchina sus ojos ilusionado.

Me siento sobre su regazo dejando mis manos apoyadas en sus hombros, en lo que él me toma de la cintura.

—No quiero compartirte.

—No me estás compartiendo. Cada uno hace la suya, ni cuenta te das que está aquí—acaricio su cabello.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora