Cien momentos ✅ [ Libro 2 De La Biologia Cien]

Capítulo 5

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***

Aislin

-¡Esta noche se sale!-salta Anne.

-No, prefiero quedarme en casa.

-Ay, anda, no seas aburrida.

Cierro mi locker. No hablo con mamá hace días, intenté decirle lo de mis moretones, pero lo evitó a toda costa. Se me cierra el estómago cada que veo comida, y me estoy quedando sin maquillaje para tapar las heridas y evitar las preguntas de Joey.

-No, Anne, de verdad.

-¿Qué te pasa? Estás.... rara.

-Soy rara-rio apenas.

-Estás como antes que llegara Joey a tu vida ¿Pasó algo?

-Nada.

-No te creo.

«Haces bien»

-De verdad.

-Hablaré con Joey, él te convencerá.

-¿Cómo estás tan segura?

-Porque es irresistible.

-No, como sabes que él te atenderá. Trabaja, no sé si eres consciente.

-Nunca subestimes el poder de una amiga fiestera.

Entramos al salón y una vez más voy al fondo, me pongo mis audífonos, mi capucha y abro mi cuaderno, no haría esto si no conociera a la profesora, al final que ni me registra. Básicamente, a las que están al fondo y no hablan, les das exactamente igual mientras nos vaya bien, no le conviene tener malos alumnos frente a la "autoridad".

Y play. La primera canción que suena es aquella que me eriza la piel.

She's imperfect, but she tries

She is good, but she lies

She is hard on herself

She is broken and won't ask for help

She is messy, but she's kind

She is lonely most of the time

She is all of this mixed up and baked in a beautiful pie

Una lágrima desborda mis ojos, la cual quito rápidamente ahogando el llanto que seguro le seguiría.

-¡Señorita Wilson!-oigo mi apellido a gritos.

Saco mis audífonos rápidamente y levanto la quijada. Todos mis compañeros estaban mirándome y ni hablar de la profesora que, en algún momento, se paró a mi lado y está cruzada de brazos.

-Fuera del curso, Aislin-ordena.

Me levanto, tomo mis cosas y salgo del curso con el mismo silencio, con aquella sensación de las treinta miradas detrás mío.

Camino y, como no tiene caso seguir aquí, me voy a la cafetería.

El saber que Irvin está aquí, me alegra, es el único que me conoce. No lo pretendo tampoco, ir por el mundo y que sepan quién soy, prefiero que no, la verdad, pero Irvin es como Anne en versión hombre.

-Hola-se acerca a mi mesa-, aquí tienes tu té de manzanilla, dos donas de chocolate bañadas en abundante azúcar impalpable y un zumo de naranja.

-Gracias. Pero solo iba a pedir un té. No tengo tanto dinero.

-La casa invita-me giña un ojo-. Además, estás diferente, supongo que un poco de azúcar logrará levantar tu ánimo.

Niego con una sonrisa.

-¿Un poquito?

-Va, acepto.

-Así me gusta, provecho-se retira.

-Llego temprano. Vi que tienes un nuevo conjunto de lencería, ¿Cuándo piensas estrenarlo?

Río

-Si el doctor Downey está disponible esta noche, probablemente lo haga.

—Él espera con ansias salir del trabajo. Adiós, Bonita.

-Adiós, Tribbiani.

No he tocado un bocado ni lo haré tampoco, no tengo hambre. Pediré que me lo ponga para llevar y lo comeré luego, pero incluso eso sería mentira, porque se lo terminaré dando a Anne.

Salgo de la conversación para seguir con la canción pendiente en lo que escribo en mi cuaderno.

La chica de cabello negro y ojos azules caminaba en la noche oscura, la planta de sus zapatos pisaba las hojas secas produciendo un ruido satisfactorio. Ríe ante aquella sensación, hasta que se percata de que no está sola.

Frena con pavor, pero no se da vuelta, solo apresura su paso para salir a la calle con más luz, pero entonces, una mano le toma la muñeca, y al darse vuelta para ver quién era la persona que lo frenó, se da cuenta que no es una persona.

Es un monstruo disfrazado de persona.