Capítulo 11

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Aislin


La bocina del taxi suena, me está esperando. Tomo lo poco que me quedaba por trasladar al departamento y me acerco a la puerta.

—Hija, alto, ¿No te parece muy pronto?

—Amo a Joey, mamá.

—Déjala, a ver cuánto le dura.

Me doy vuelta ignorando a mi padre y a punto de saludar a mamá cuando su voz me frena:

—Hay momentos y momentos, Aislin —dice severa—, aquí vas a volver cuando tú quieras, las puertas van a estar abiertas para ti. No puedo frenar que te vayas, pero si que lo sepas. No está bien. Vuelvo a repetírtelo.

—Te quiero, ma—beso su frente y abro la puerta para irme.

—¡Aislin!

Muerdo mis cachetes y con la sonrisa más hipócrita de mi existencia giro sobre mis talones para verlo. Él cierra la puerta tras de si y baja los escalones del porche hasta quedar frente a mí.

—Parece que ya eres adulta e independiente.

—Me alegro que lo sepas.

—Vas a volver, acuérdate de lo que te digo.

—¿Contigo? ¿Bajo el mismo techo? No, gracias.

—Recuérdalo, Aislin.

—¿Y qué si le digo a Joey?

Él ríe.

—Hija, no le dijiste en todo este tiempo que llevan juntos, menos lo harás ahora.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que te haga algo?

En dos pasos ya está frente a mí tomándome de mi brazo con fuerza.

—Antes de que ese bueno para nada me toque, yo lo dejo internado. ¿Dónde está él ahora? ¿Por qué no vino a buscarte?

—Ese bueno para nada tiene trabajo, tu vives de borrachera. Así que, si no vino es por eso, no porque se vacía botella hasta perder el control y lastimarme. Alto—pongo cara pensativa —, ¿Te suena esa historia? Oye, vengo borracho, lastimo a mi hija y luego mitad lo olvido.

El sonríe falsamente, y sin decir más nada pega la vuelta.

Volverás, Aislin—cierra la puerta.

Abro mis ojos. Tal cómo dijo mi padre, aquí estoy. Mis pies tiemblan. El estómago se me revuelve, pero sé que tengo su apoyo, no el de papá, eso está claro.

Respiro de manera profunda y me acerco a la puerta.

Golpeo dos veces.

Me abre mamá.

—¡Aislin!—me abraza.

Y ese simple gesto me parte en mil.

—Mami—rompo en llanto aferrándome a ella aún más.

—Hija ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?

Entramos y le cuento todo. Minutos después entra mi padre y, aunque yo me haya rehusado, ella le dice todo.

No esperaba ningún tipo de apoyo de su parte. Nunca lo esperé, y luego de lo que ví hoy, mucho menos.

—Es que ¿Qué esperabas? Te lo buscaste ¡Tú lo provocaste!

—¡¿Cómo puedes decir algo así?!— ataco—¡Yo no hice nada!

—Bebiste. Y como has de haber ido vestida...

—¿Y qué? ¿Eso lo justifica? ¿De verdad?

—¡Basta los dos!—interviene mi madre—esto no.... esto...

Pierde la fuerza desfalleciendo en los brazos de mi padre y él me mira con odio.

Intento acercarme para ayudar, pero me grita:

—¡Mira lo que has provocado! ¡Despavila, Aislin! ¡Lárgate de aquí!

—Yo....

—¡Vete! ¡Y no vuelvas! ¡Ya has acabado por destruir esta familia! ¡Maldigo la hora en que naciste!

Salgo corriendo y voy hasta el departamento. Agradezco que Joey no esté, no quiero que me haga preguntas.

Voy a ducharme. Dejo que el agua caiga mojándome, como si así pudiera limpiar todas mis malditas impurezas.

Me siento y me pego a la pared.

Mi nombre es J.....

Aprieto mis uñas en las palmas de mis manos.

¿Cuál es tu maldito nombre? ¿Por qué no logro acordarme?

Soy policía... Nadie te va a creer.

Abro mi mano ante el ardor que sentía y veo sangre, mis uñas acabaron por lastimarme. Pero no me importa, en lo más mínimo, yo solo quiero acabar. Acabar con todo. Ya no puedo.

Ya no quiero.




Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora