Capítulo 1

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Años atrás.

Aislin

No llores. Has aprendido la lección, ¿no es así?

—Sí.—susurro sin mirarle a la cara.

—¿Sí qué?

—Sí papá.

—Muy bien, hijita—besa mi coronilla y me deja sola en mi habitación.

Papá volvió a tocarme y yo, una vez más, me quedé petrificada. Dura como una piedra. Mamá evita el tema a toda costa y cree que son solo ocurrencias mías, al venir él borracho a altas horas de la noche, quizá lo estaba soñando, siempre tuve una imaginación de primera. No he cumplido la promesa que me hice a mi misma de no lastimarme, lo he vuelto a hacer, es mi medio de escape.

—¿Aislin?

Voy al servicio de mi habitación, me lavo la cara quitando mis lágrimas, me cubro con rimer y base aquellas ojeras, me pongo un brillo en los labios y busco una nueva ropa interior tirando las que mi padre acababa de tocar.

—Despierta.

Una voz suena, pero por más que quiero, el recuerdo sigue ahí.

Me alisto poniéndome una polera que cubra la marca de sus manos en mi cuello y los rasguños en mis brazos.

Grito. Me siento con la  respiración agitada. Joey junto a mí, mirándome con temor.

—Fue una pesadilla, tranquila, no es real. — me abraza.

Pero yo sé que lo fue, yo sé que era un recuerdo. Un recuerdo de antes que Joey llegara a mi vida. Antes de que nos mudáramos juntos.

—¿Qué hora es?—pregunto sin separarme de él.

—Las ocho de la mañana.

Lo beso. Y él seca una de mis lágrimas.

—Buenos días.

—Buenas noches—dice él.

Es algo que solía pasar, a veces se quedaba más horas en el hospital y cuando volvía era por las mañanas, hora en la que yo debía ir a clases y él solo pedía a gritos dormir.

No tengo hambre, aquello me quitó el apetito, solo voy a la sala, tomo mi mochila y abro la puerta para ir a la universidad. Último año en ingeniería, porque, por más que mi sueño siempre ha sido estudiar cine, mis padres no me lo permitieron.


Una vez allí, una chica de cabello oscuro corre hacia mí.

—¡Hola, Aislin!—saluda Anne, mi única y mejor amiga.

—Hola—sonrío forzadamente.

—¿Todo bien?

«No, otra vez tuve esa pesadilla. Ese maldito recuerdo.»

—¿Aislin?

—Sí, de maravilla, ¿y tú?

Arquea una ceja poco convencida de lo que dije, pero se encoge de hombros restándole importancia.

—¡Excelente!—salta eufórica—papá me regaló un coche, es por eso del divorcio y...

—¿Cómo lo llevas?

—De diez, es decir, ¿te has puesto a pensar lo que es tener a tus padres separados? ¡Doble regalos!—grita emocionada.

Yo río ante aquello, esta chica siempre le busca el lado bueno de las cosas, y.... viéndolo así, pues sí, es bueno.

—Y tú feliz.

—Cómo no te das una idea.

—Okay—niego entre risas y pasamos al aula.

Otro día más. La misma rutina, si no tuviera un corazón que me late recordándome que soy humana, pensaría que todos somos robots o lo que sea, siempre cumpliendo un mismo patrón. Levantarse a la misma hora, hacer el mismo recorrido, ir al trabajo en el mismo vehículo, salir a la misma hora y blablabla.

Una hora después salíamos de la última clase para el receso, en el cual, me fui, no tenía ganas y, para calentar culo y no prestar atención, prefiero no estár.

Saco mi bicicleta y me pongo en marcha. Exactamente diez minutos después me encontraba en la cafetería a la que iba cada que no me sentía bien, o sea, siempre.


Me siento junto a la ventana. Aún no han venido a pedirme la orden.

A punto de escribir en mi cuaderno, el móvil suena.

"Hoy viene tu abuelo, comportate ¿quieres? No vayas a hacer un escándalo, por favor, recuerda que esta cena es muy importante para tu madre. Ni se te ocurra huir, Aislin, no seas cobarde.

Con cariño: Papá "

El abuelo, el.... ¿abuelo?

Junto mis cosas rápidamente y me levanto. Todo está borroso, el suelo se mueve, mi cuerpo hace espasmos. Camino a la salida y me alejo hasta dónde me permiten mis pies.
La esquina.

Poco a poco veo desvanecerme hacia un costado, dándome de bruzes contra el suelo.

¡Auch! es lo que mi cuerpo dice, más nunca el sonido sale de mi boca.

Todo queda oscuro.

—¿Aislin? ¿Me escuchas? ¿Amiga?

Voy parpadeando siguiendo aquella voz hasta abrir mis ojos. Cuando los abro por completo veo a mi mejor amiga conmigo, yo recostada en una camilla de....

—¡No! Al hospital no—me siento tan rápido que me mareo.

—Calma, no te llevarán, les dije que no lo hicieran.

Y recién ahí me percato que el vehículo no está en marcha y solo somos nosotras dos.

—¿Y bien? ¿Me contarás que pasó? Ninguno va a venir, les dije que necesitaba hablar contigo a solas. Vieron tu rasguño en el brazo, Aislin, ¿Qué les digo? ¿Qué te lo hiciste tú? ¿O tu gato?

«Yo. Cuando iba a clases. Me odio tanto por jamás haberlo frenado. »

—Si fue tu novio juro que lo mato, yo....

—¡No!— aclaro al instante, no quiero que piense mal de él —. Tecnicamente fue mi primo más chico. Los niños no miden su fuerza, ¿Puedes creerlo?

—Sí, claro—espeta—. Les diré que fue tu gato, es más creíble.

—No tengo mascota.

Se levanta y sale ignorándome.

Suspiro cansada apoyando mi cabeza nuevamente en la camilla.

Miro la hora desde mi reloj de mano.

Estoy en problemas.

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora