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La sensación cálida y sobrecogedora volvió a estremecer su ser.

Esa extraña sensación de confort que desde hace días llevaba en aumento junto a la soledad y tristeza que bien sabia de dónde venían y que nunca le abandonaban. No desde hace años aunque sin duda se habían acallado por la presencia de cierta morocha, o quizás no les había sentido por estar tan enfocada en ella.

El solo pensar en que las cosas volvieran a su normalidad le desanimo pero por fortuna, el silencio o el imaginario sentir de una caricia jugando con sus cabellos le dieron consuelo.

Se concentró en la sensación de esos dedos cálidos y alargados que se perdían entre sus mechones. Que parecían intentar formar una trenza, o al menos eso era lo que le decían sus recuerdos.

Lo que fuera no importaba.

Permaneció inmóvil asegurándose de no perderlo mientras sus dedos chasqueaban a un lento ritmo. Un latir calmo y descuidado en el que apenas liberaba magia.

-¿Qué opinas? ¿Te gusta más el azul o el verde? –. Pregunto Marcel arrancándole de su ensoñación.

Hope dio un pequeño respingo ante eso para luego dejar ir un suspiro desanimado. La caricia se fue y mientras se enderezaba en su asiento no pudo evitar darle una mirada molesta a su hermano.

-El que sea está bien.

-¡No es cierto! Necesito el que combine mejor, lo demás se verán como basura –. Se defendió el moreno casi ofendido.

-¿Para qué? Lo va a ignorar y realmente no es como si fuera una sorpresa lo que vas a darle.

-Claro que lo es.

-Son joyas. Siempre le das joyas en navidad –. Dijo con sonrisa burlona.

Marcel iba a responder, o al menos a intentarlo pero término dejando caer sus hombros a la vez que se le escapaba todo el aire de su cuerpo –Ya sé... pero ¿Qué se supone que se le da a la mujer que lo tiene todo...? Estúpida fortuna familiar.

Mascullo con rencor lo último.

Hope sonrió un poco y había estado a punto de responderle pero se obligó a apretar los labios y mirarle con tristeza. Solo había una cosa que su tía deseaba más que todo el universo, y era imposible.

Su hermano le vio de la misma forma sabiéndolo bien –La inmortalidad está sobrevalorada.

-Lo es... –. Dio un pequeño asentimiento –Pero encontraremos la respuesta, ya verás. Tienes a las mejores brujas en ello –. Le sonrió un poco y choco sus hombros con cierta fuerza.

El sonrió y rodeo sus hombros con su brazo –No tengo dudas, después serán insoportables.

-Y no podrás quejarte ni un poco –. Afirmo sonriendo con arrogancia.

Rodo sus ojos aunque nunca dejó de sonreír para luego lanzar el moño, que básicamente hacia desaparecer su mano, hacia su espalda. Desechando la idea con una mueca.

-Tienes razón. No es como si el estuche no fuera obvio.

Hizo una leve mueca y meneo su cabeza –Quizás puedas, no sé, planear una búsqueda del tesoro o algo así.

Su hermano frunció su ceño por un momento para luego comenzar a asentir con una sonrisa más animada –Eso no suena tan mal. Me gusta. Podría ser a nivel mundial.

-Nop. Quiero pasar navidad con mi tía.

Se encogió de hombros y asintió –Si. Está bien... Conseguiré una caja con cerradura de rompecabezas o jugare en el cementerio local. Lo que sea más divertido.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora