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Marcel rodó por su cama buscando la calidez de su hermosa esposa pero su brazo solo encontró vacío. En el instante en que su mente lo registro, básicamente salto fuera de sus mantas mirando a su alrededor con ansiedad. Era algo instintivo. No podía evitarlo. Cada vez que iban a un nuevo lugar, por varias semanas sentía la tensión de que algo o alguien se ocultara entre las sombras. Listo para hacerles daño.

Sus sentidos se agudizaron a la vez que el ritmo de su respiración se detenía para captar cualquier cosa y pronto lo hizo. Se apresuró a ponerse algo de ropa y en un borrón se encontró en el piso inferior. No había gritos o quejidos. Solo el sonido de respiraciones relajadas y algo líquido.

-Demasiado ansioso, querido sobrino –. Saludo Kol burlonamente hacia la nada en un susurró perfectamente escuchado por el moreno que bufo por lo bajo siguiendo su voz.

Kol y Rebekah vestían aún sus pijamas pero ya sujetaban unos vasos de cristal con un hermoso líquido ámbar. Compartían el sofá más alejado de la sala que se encontraba casi en un rincón oscuro junto a la chimenea pero era el lugar perfecto para ver a los niños que dormían tranquilamente. Todos apretujados en línea como en una lata de sardinas, protegiendo sus espaldas mutuamente aunque en algunos era obvio que había favoritos como Hope resguardando a Josie, o MG abrazando a Lizzie y a la vez las mellizas mantenían entre ellas a Pedro.

Descansando en paz y completamente indiferentes ante la guardia nocturna al que se le agregaba un integrante más, al que los otros no miraron. Sus ojos y sonrisas suaves se mantuvieron en los niños y por inercia, Marcel les imitó mientras caminaba pegado a la pared hasta llegar junto a su esposa.

-Quiero tanto llevarla con nosotros –. Susurró Rebekah.

Kol asintió levemente –Mostrarle el mundo...

-Darle el mundo –. Agrego su hermana.

-Mantenerle a salvó del mundo –. Finalizo Marcel apretando sus labios y frunciendo su ceño.

-Pero no podemos –. Kol suspiro y le dio un trago a su copa.

-¿Por ella...? –. Pregunto Marcel casi con enojo mirando directamente hacia Josie que relajamente se encontraba entre los brazos de la cobriza que ocultaba su rostro entre sus cabellos.

Rebekah sonrió tendiéndole su copa sin dejar de mirar a su sobrina –No. Porque está en casa con su familia.

-Somos su familia –. Replicó su esposo enseguida y ella le sujeto su mano volteando a verle.

-Lo somos y jamás dejaremos de serlo. Siempre y para siempre. Pero cada uno de nosotros y ella misma necesita y tendrá la propia...

-Personas que le hagan sentir a salvó. Que le entiendan y que le quieran por quién ella es –. Agrego Kol –Deberíamos estar felices porque lo está haciendo bien. Está misma gente es la que en el futuro le protegerá y apoyará de ser necesario.

-No lo sabes -. Mascullo Marcel.

-No. No lo sé pero tampoco Nik cuando te recogió –. Soltó Kol con dureza que hasta sorprendió a su hermana que se apresuró a mirarle mal a la vez que sujetaba a su esposo que tenso todos sus músculos. El vampiro ignoro la intensa mirada y se encogió de hombros –Pero hey, salió bien aunque lo aprisionaste y casi lo matas algunas veces. Muy Mikaelson –. Camino hacia la chimenea centrándose en la habitación –Yo creo que lo está haciendo bien. La princesa es inteligente y fuerte como sus padres, si algo va mal podrá enfrentarlo. No podemos guardarla en una botella de cristal por más que lo deseemos.

Rebekah asintió y se paró a su lado junto a Marcel que soltó un pesado suspiro molesto –Me lastima y tengo arcadas pero creo que tiene razón –. Su hermano le sonrió mostrándole todos sus dientes –No podemos protegerla simplemente alejándole de todo. Hayley no lo quería de esa manera... Quería que fuera libre y disfrutará y aprendiera de la vida como cualquier otro. No Mikaelson. No la gran tribrida. No la alfa crecent. Solo Hope...

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora