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"La oscuridad le trago y casi a la vez que la luz se iba pagando a su espalda, el miedo comenzó a filtrarse en ella. Instintivamente se aferró a la mano que le conducía por el sitio.

Aún en la oscuridad fue capaz de ver la sonrisa suave de su padre que le dio un apretón a su mano para alentarle. La seguridad en su pecho fue instantánea. De pronto el miedo desapareció y la certeza de que nada podía lastimarla vibró en su ser.

Cómo su familia siempre decía. No había nada que pudiera derrotar a un Mikaelson.

Ella lo creía.

Siguieron el pasillo de piedra por dónde sus pasos retumbaban en ecos rítmicos y firmes. Lejanas luces. Antorchas iluminando a los costados de gruesas puertas de metal fueron visibles.

-Cada puerta pertenece a alguno de tus tíos –. Dijo su padre en casi un susurró que sonó más intenso gracias al vacío –Pero la mía es la más grande.

Presumió con arrogante sorna en su voz que hizo reír a su hija para su placer.

Al llegar a la última y más apartada puerta de metal, Klaus mostró sus colmillos y los enterró profundamente en el espacio entre el pulgar e índice de su mano libre. Hope frunció su ceño con dolorosa preocupación pero su padre volteó a verla con tranquilidad. Asegurándole en silencio que todo estaba bien mientras la sangre cubría su palma.

La herida desapareció antes de que la palma extendida se posara sobre la puerta que se iluminó con luz propia llamando su atención. Sus párpados parpadearon con firmeza y luego sus ojos se entrecerraron tratando de protegerse de la luz de la habitación que se presentó.

Tan grande como una casa a su parecer. Llena de repisas y cómodas de cajones cerrados. Solo un par de sofás de cuero negro adornando el centro del sitio con una mesilla entre ellos.

-Ven a ver nuestros tesoros, amor –. Le ánimo su padre.

Juntos entraron al sitio y Klaus le insto a curiosear libremente, tomando asiento en uno de los sofás mientras le miraba deleitado mientras ella iba y con cierta timidez abría cajones al azar.

-¿Qué es esto? –. Pregunto Hope luego de un rato. Atreviéndose a sacar una especie de daga de tres picos unidos en una empuñadura pequeña.

-Ese es un sai. Usada por ninjas en el antiguo Japón.

-Oh... –. Soltó la cobriza comenzando a balancear el arma como si fuera una espada. Klaus sonrió ampliamente –Es genial y ligera ¿Puedo tener una?

Klaus se levantó de su asiento para acercarse y al hacerlo, clavó su rodilla en el suelo a la vez que detenía los movimientos de su hija, situando se tras ella. Tomo su mano y guío sus dedos para que la navaja central quedara entre sus dedos medio e índice mientras el resto de su mano lo apretaba en un puño sobre la empuñadura. Se colocó tras ella y guío sus movimientos casi como si estuviera boxeando pero a la vez utilizando su longitud como si fuera una espada corta.

-Así se usa. Esto se usaba para el sigilo así que era raro que tuvieran que usarla más que para apuñalar o desviar algo en un rápido movimiento antes de enterrar la punta pero si tú contrincante tiene algo de más alcance, úsalo como antes –. Hope asintió con seriedad a sus palabras y comenzó a moverse como si peleará en movimientos rápidos y fluidos sin que el peso interfiriera. La mirada orgullosa de su padre le siguió en su paseo –Y me gustaría decir que pondré un par en las paredes de tu habitación pero tu madre me atizara con ellas.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora