19.2

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El mundo giro.

Hope sintió como si su cuerpo cayera sin control desde las nubes y aunque odio la sensación, sus lágrimas se derramaban silenciosamente ante el eco de las risas de su familia.

Pequeños momentos de su normalidad pasaban por sus ojos pero se negó a centrarse en ellos, o quizás sus lágrimas le impidieron hacerlo hasta que noto a su lobo que lloriqueaba a su lado.

Se abrazó a él intentando protegerlo, era más extraño cómo funcionaban ellos pero no podía quejarse. Sentía como se necesitaban mutuamente en un nivel emocional y eso era algo que nunca había notado. En su cabeza, su lobo solo interfería cuando se trataba de su enojo y sus deseos de poseer pero nada más. Su Jekyll personal. Desconcertada hasta ahora descubrió que era más que eso.

Antes de que pudiera analizarlo correctamente, el mundo se detuvo.

Despertó de golpe y con un fuerte respingo. Saltando de su sitio por inercia y con sus instintos vueltos locos, alcanzo a dar algunos pasos antes de que sus patas tropezaran haciéndole golpear al suelo obligándole a soltar un respingo seguido por un pequeño gruñido de frustración. No segura de sí fue propio o de su lobo.

Observo su entorno y olfateo sutilmente sintiendo las esencias de sus tías que sin duda tenían poco de haber partido. Se preguntó que estarían haciendo para evitar que Alaric fuera a buscarle al bosque, o si las gemelas estaban ideando un plan para sacarla y quizás lo necesitaba. Quería correr.

Quería correr tan rápido como sus piernas lo permitieran. Quería al menos intentar alejarse de los recuerdos que desbordaban su cabeza sin permiso, como un susurro de fondo permanente.

Era molesto como cada vez que un recuerdo se apoderaba de ella, el eco de sus voces permanecía a su lado. Enojándole. Destrozándole.

La voz de su padre, su risa y su mirada suave que solo le pertenecía a ella. Todo iba a mil por hora en su cabeza.

Dio un respingo y se forzó a ponerse de pie sintiendo como su magia apenas si se había recuperado lo mínimo. Gruño con molestia y evidente frustración. El pensamiento de que el causante de los recuerdos era su lobo se volvió más intenso pero se negaba a pensarlo demasiado.

Este le hizo a un lado en el control de su cuerpo y con evidente cansancio avanzo por la habitación. Cumpliendo el único deseo que tenía por el momento mientras su corazón aun lloraba. Con trabajo subió sus patas delanteras en la cama de Josie y se empujó con las traseras, fallando un poco por la torpeza de sus extremidades pero eventualmente lo logro.

Dejándose caer para tomar una siesta, o al menos eso intento pero ninguno tuvo la suerte de perderse en la oscuridad.

***

Lizzie camino desanimada por todo el pasillo. Ver a Sebastián coqueteando abiertamente con otra bruja le dio la certeza a sus peores pensamientos. Solo era un divertimento.

Lágrimas se acumularon en sus ojos pero se negó a dejar que nadie lo viera. Se apresuró hacia su habitación y entro cerrando de un portazo, sin fijarse en que había asustado a la loba o como está lucía igual de desanimada que ella.

-Ey, felpudo. Te traje el almuerzo... Josie no... –. Un pequeño sollozo se escapó de sus labios y la loba enseguida abandono la cama de la morocha para acercarse pero Lizzie negó sin mirarla –No. Estoy bien.

Hope soltó un quejido llamándole pero no se movió de su sitio. Sabía que no debía presionar a Lizzie que se limpió las lágrimas con frustración hacia ella misma.

Un golpeteo en la puerta llamo su atención y ambas miraron confusas hacia la puerta. Lizzie se apresuró a limpiar mejor las huellas de su pequeño llanto mientras Hope se movió para ocultarse tras la puerta al no reconocer el aroma.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora