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La fatiga de la depresión era demasiada para Hope.

Su rostro tieso por las lágrimas y su cabeza hiendo en cámara lenta eran opresivos para su corazón. El enojo burbujeando siempre en la boca del estómago le recordó a como era años atrás y pronto se encontró pensando en quien era años atrás.

Mikaelson.

Esa simple palabra la elevo en el estatus sobrenatural y le condeno con toda su oscuridad. Era solitaria por elección pero también por exclusión del mundo con el que ella misma estaba molesta por arrebatarle todo y por forzarla a la soledad. Un circulo vicio. Era arrogante y desconfiada, y su furia muchas veces hizo chispear su magia en la punta de sus dedos pero nunca lo hizo.

Nunca se dejó vencer y darle la razón al mundo al convertirse en la sanguinaria hija del gran mal.

Por alguna razón, estaba convencida que no hacerlo haría que su padre estuviera orgulloso y callaría a todos aquellos que pensaban que el solo podía crear crueldad. Eso fue lo único que evito una carnicería, o varias.

Eso, y Josie Saltzman.

Siempre que estaba a punto de perder los estribos, Josie estaba ahí. Le defendería e intentaría acercarse a pesar de las quejas de Lizzie. Ella se sentaba a su lado en la biblioteca sin temor y no se quejaba cuando eran emparejadas en clase. Siempre le recibía con una sonrisa.

La misma sonrisa dulce que le había arrebatado el corazón sin que ella pudiera defenderse. La misma que le hacía sudar las manos y temblar las rodillas. La misma a la que había estado tentada millones de ocasiones en retornar pero no se atrevió a hacerlo.

No quería y no podía.

Fue arrancada de sus pensamientos sintiendo como su cuerpo comenzaba a ser más liviano. Relajado. Y eso solo significaba que estaba perdiendo de nuevo el control.

"No la llames. Es por su bien". Susurro a su lobo.

El animal se puso de pie en medio de la habitación vacía y con cierto desánimo camino hasta la cama de la morocha para volver a recostarse entre sus mantas y almohadas. Aspirando profundamente su aroma hasta que su cabeza se relajó lo suficiente para que tuviera la confianza de descansarla sobre sus patas sin sentir la explosión de su instinto de lucha y huida que burbujeaba en su estómago. El deseo de destrozar a cualquiera que se acercara fue menguando junto con la mañana.

Se sentía solo y se concentró en el vínculo como un consuelo. Evitando caer en las fauces del sueño con todas sus fuerzas. Ambos con demasiado miedo de volver a cerrar los ojos.

Josie había tenido que volver a sus clases. Aun cuando no lo deseara tuvo que hacerlo para evitar que su padre le buscara y encontrara a Hope en su habitación. Temiendo su reacción o que les obligara a separarse más de lo que ya debían.

Josie tenía miedo de perderla.

Lo había visto en sus ojos.

El deseo de correr lejos y de apartar el mundo. Le recordaba tanto al tiempo cuando sus padres murieron que le hizo temer por lo que Hope haría una vez que volviera. Tenía miedo de que volviera a encerrarse, de que volviera alejarla y aunque solo eran amigas ahora, eso le rompería el corazón de todas maneras.

***

"Estate quieto". Susurró Hope sin fuerzas sintiendo como la ansiedad en su lobo comenzaba a ser más notoria e intensa.

Estar encerrados no era algo que disfrutaran ni que fueran a permitir sin luchar.

Por supuesto que su lobo no le escucho.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora