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Hope despertó al amanecer.

Con sus ojos brillando, la ansiedad saltando en su pecho y sus puños blancos aferrándose a las sabanas ante los recuerdos.

Abrir sus manos fue doloroso, entumidas ante la misma posición y fuerza brutal durante demasiado tiempo. Elevadas para ver sus palmas donde hilillos secos de sangre provocaron pequeños recuerdos acelerados por su mirar y entonces entendió porque su lobo arañaba su piel tratando de escapar.

Se forzó a respirar profundo y repetir hasta lograr que su corazón se calmara. Que su lobo se sometiera a su dominio.

Se concentró en la buena noche que había pasado. En las risas y tonterías de sus amigos pero en especial en la sensación imborrable de tener a Josie entre sus brazos. El fantasma de su cuerpo, su aroma, sus sonidos no bastaban pero al menos ayudaban a calmarle un poco. Lo suficiente para no salir corriendo a buscarle y asegurarse de que estuviera a salvo.

Justo a ese recuerdo se aferró con todas sus fuerzas. A Josie sana y a salvo, feliz entre sus brazos.

Aferrándose a ello tomo control de sí. Alejando la sangre de su mente hasta desaparecerla en lo más profundo de sus pensamientos.

Abandono su cama y se preparó para entrenar en el bosque. Esperando pasar algo de tiempo a solas pero no molesta ante la perspectiva de que tal vez no ocurriera. Respiro profundo frente a la puerta y cerro sus ojos cerciorándose de que tuviera el control, en cuanto lo hizo coloco su palma sobre la madera y rompió el hechizo que cada noche realizaba en secreto para evitar escapar.

Camino con seguridad por el pasillo, sin fijarse o escuchar nada en especial a su alrededor hasta que llego frente a la puerta de las mellizas. Siguiendo su instinto recargo su frente en la madera mientras sus ojos se cerraban ocultando el resplandor de su lobo y dejo que todos sus sentidos se concentraran en ella.

En ella y su suave respirar pausado y tranquilo.

Ella y su aroma a flores y hierbas con un leve toque a libros viejos.

Ella y sus inentendibles susurros y gruñidos tiernos.

Pero sobretodo, ella y el firme pero paulatino golpeteo en su pecho que tocaba la canción perfecta para ella y su lobo.

A salvo.

Una vez que escucho lo suficiente, que rio en silencio ante la conversación dormida entre las mellizas y que su propio latir se sincronizo perfectamente con el de ella. Fue el momento de alejarse y seguir con su mañana. Esperando tener lo suficiente para que la ansiedad no volviera a desgarrar su piel lentamente hasta forzarle a cortar su rutina para saciar su necesidad de estar cerca.

-Demonios –. Maldijo por lo bajo al alejarse por el pasillo –Lizzie tiene razón. Soy un cachorro...

*****

La noche termino tan bien como fue.

Relajada. Tranquila y divertida pero sobretodo, reconfortante.

La sonrisa de Josie estuvo en su rostro desde el momento en que su despertador sonó. El recuerdo de la calidez que le rodeo toda la noche y estuvo más que presente durante sus sueños.

Sueños de labios rosados y ojos cristalinos brillantes, cabello rojizo ondeante y un suave aroma a tierra húmeda. Al concentrarse en él, todo cambiaba y le daba paso a un esponjoso pelaje blanquizco, ojos dorados que deberían ser atemorizantes pero cuando se fijaban en ella solo eran posesivos llenos de una silenciosa devoción que le robaba el aliento, en especial cuando volvían a cambiar y retornaban al hermoso cobalto que amaba.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora