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Un cristal siendo aporreado por un bate de béisbol. Eso fue lo que escucho Penélope al ver a Josie corriendo con desesperación hacia Hope.

Una dolorosa punzada que le atravesó el pecho y le arrancó el aire, apenas teniendo el instinto de apretar sus labios para silenciar un quejido. Al sentir como la mano y calidez de la morena se alejaba de su agarre para reunirse a la loba.

Obligándole a parpadear múltiples ocasiones para evitar que sus lágrimas cayeran sin control al ver lo que era claro frente a ella. Antes había tenido la idea pero ahora estaba segura.

Josie le olvidó y su afecto y pensamiento ya no le pertenecían. Eran de Hope, y está los retornaba con la misma intensidad.

Atrás. Cuando se había dado cuenta debió hacerse a la idea y aunque lo pensó varias veces, en especial en los últimos días. Ser testigo de ello era tan doloroso como si ella misma fuera destrozada por el bate sin la posibilidad de morir.

Casi como si el universo deseara torturarme, no pudo moverse de su sitio. Deseo correr lo más lejos de la imagen de romántica película ante sus ojos pero sus piernas no le respondían. Quizás no era culpa del universo sino de ella misma. Su mente quería que lo viera y sintiera para que al fin aceptara que debía dejarle ir, que ella le había dejado.

Quizás era su forma de autocastigarse por la estupidez de ella haberle dejado ir en un inicio.

El enojo burbujeo gritándole que hiciera algo. Que explotará y destrozara su mundo. Que no le permitiera olvidarme. Que luchará. Pero entonces su estúpida nobleza también tuvo algo que decir, la alegría le abordo al verle feliz. Al ver la intensidad de un amor que en nada se comparaba al que compartieron, y solo pudo apretar sus puños.

Entonces su cabeza comenzó a funcionar, deseando alejarle un poco del dolor y se dio cuenta de algo.

Lizzie le había llamado "Felpudo". Era sorprendente que Hope no le maldijera pero eso no es lo que había hecho resaltar la palabra. No. El recuerdo de la noche en que aquel lobo protegido por las mellizas regreso de golpe casi aturdiéndole mientras la palabra se volvía a escuchar.

Sus ojos se abrieron de sobremanera al entenderlo. Hope había sido ese lobo pero ¿Por qué estaba de esa forma con ellas? Los lobos protegían su forma lobuna y era impensable que alguien lo mostrara. No solo era cuestión de control, era un tema de orgullo y confianza según sabía. No tenía sentido que la cobriza lo hiciera, al menos no con la mellizas mala.

Está soltó un bufido al ponerse de pie y pudo ver con claridad como rodaba los ojos ante la escena que había durado demasiado. Pero se detuvo para darle una pequeña mirada y la sonrisa cruel y burlona fue demasiado evidente.

Lizzie le dio la vuelta al sofá solo para pasar a su lado –Supongo que debería agradecerte, Satán. Esto es tu culpa.

El tono burlón no se perdió en Penélope pero no se quedó en ello. Confusa comenzó a pensar lo que significaba y trato de recordar que había hecho que conllevará a la loba.

Era de tener, jamás le molestaría por más que deseara molestar a las mellizas así que no había nada. Solo podía recordar que está había estado distante y huyendo de Josie antes de desaparecer por tanto tiempo que todo el alumnado hervía con chismes. Luego paso a qué la morena y rubia comenzaron a desaparecer todo el día a excepción de sus clases porque hasta en las comidas. Justo después del ataque a la morena. Justo cuando Hope desapareció para sorpresa de hasta sus amigos según supo por MG.

No entendía nada. No entendía como las chicas se habían unido pero entonces esa fue la palabra mágica.

Unión.

Lobo SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora