-¡Déjame ir! –. Exclamo Josie gritando con todas sus fuerzas.
Todo le parecía molestamente irreal...
Luego del primer aullido, muchos más le siguieron en un llanto descorazonador que le carcomió hasta lo más profundo de su ser.
Quizás en un primer momento, sumergida en todas aquellas emociones y sentimientos intensos como la tristeza, dolor, culpa, añoranza; le impidieron notar su entorno dejándole solo el claro deseo de ir a su lado. Le necesitaba tanto como ella le quería consolar pero pronto los gruñidos y quejidos a su alrededor le hicieron abandonar su ensoñación.
Sorprendida se halló recargada, apenas detenida de pie por la pared del pasillo a un par de metros de su aula. Con su puño aferrado a su blusa sobre su pecho mientras su hermana le abrazaba mirándole entre sorprendida y ansiosa, preocupada.
Vio el caos que reinaba a su alrededor. Ningún aula tenía sus puertas cerradas y todos, incluyendo profesores, se encontraban en el pasillo tratando de calmar a cualquiera que tuviera el gen lobuno.
Raphael y Jed se paseaban por el pasillo con sus ojos brillando intensamente y gruñidos escapando cada tanto de sus gargantas mientras trataban de reunir a la manada para apartarles de los demás. Brujas y vampiros estaban ansiosos, alejándose todo lo posible de los lobos que lloriqueaban acompañando el lejano llanto.
Kaleb y MG eran los únicos que intentaban ayudar al igual que Landon y Penélope que sin temor se acercaba a los lobos, sujetándolos con firmeza de la mano a la vez que gritaba órdenes a su sequito de brujas que se dividió entre proteger a los más pequeños y ayudar a trasladar a los lobos hasta las celdas.
Por un segundo, el llanto se detuvo. Lo suficiente para que todos miraran a su alrededor llenos de confusión.
Josie sintió como su vínculo comenzaba a arder como lava que se filtró en sus venas. Antes de que un quejido escapara de ella, gruñidos llenos de furia resonaron por la escuela haciendo cimbrar sus muros.
Como un domino, los lobos cayeron sobre sus rodillas y ladearon sus cabezas mostrando sus cuellos. Ofreciéndolos en completa sumisión, todos mirando hacia el bosque incluyendo a Jed y Raphael que no pudieron resistirse.
Al unísono ronronearon con firmeza, siendo silenciados por un último pero potente aullido lleno de autoridad.
Se hizo el silencio casi sepulcralmente. Profesores y estudiantes miraban atemorizados a los inmóviles lobos que solo dejaron caer sus miradas hacia el suelo y no se movieron más.
Josie respiraba dolorosamente a la vez que se abrazaba a si misma con firmeza mientras intentaba controlar y resistir el ardor en su interior. Sus rodillas hace mucho que habían sido vencidas llevándola hasta el suelo, su hermana le imito abrazándole protectoramente para dejarle ocultar su rostro contra su pecho.
Y por un momento pensó que esto bastaría hasta que el vínculo vibro con tal violencia que le hizo ponerse de pie de un salto.
Algo estaba mal. Lo sabía. Lo sentía, y corrió hacia las puertas principales de la escuela para salir hacia el bosque. Necesitaba estar ahí. Necesitaba estar a su lado pero cuando faltaba solo un metro, Dorian le detuvo.
-Josie no. Tu papá dijo que no podías –. Explico el bibliotecario casi con tranquilidad.
-Dorian por favor... por favor déjame ir... –. Rogo la morocha intentando pasar a su lado.
Él le detuvo y le sujeto con firme suavidad por los brazos –No. No puedo.
-Jo espera... –. Pidió Lizzie con su voz llena de preocupación, le sostuvo por la cintura evitando que avanzara más.
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Lobo Suelto
RomansLiteralmente lo que el título dice. Lo que pasa cuando se hacen hechizos sin pensar