Capitulo 2.

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Bela:

Vi su mirada apartarse y sabía que era por asco, no me soportaba y era evidente. Yo si lo deseaba, por primera vez en mi vida deseaba que un hombre me tocara o me besara pero sabía que Alexander no lo haría.

El era diferente; El nunca estaría con una mujer como yo.

Y en cierto punto era mejor así.

Llegamos al aeropuerto sin demora y una vez que nos identificamos pasamos hasta la pista del jet privado.

–Primero las damas.

Subí hasta jet y mi mirada cayó en el pequeño bulto que estaba en uno de los asientos.

Lo tome para abrirlo y saqué un vestido negro.

–Me alegro que lo hayas encontrado–hablo Alexander sentándose.

–Me iré a cambiar ahora regreso.

Salí disparada a cambiarme y me quite la ropa ropa que traía para ponerme algunos de mi vestidos. Escogí uno corto ajustado que tenía pero antes de pasar el vestido por mi cabeza me detuve.

¿Y si comienzo a usar ropa de color?.

Tal vez así me miraría.

No, no podía cambiar lo que era  por ningún hombre, aunque ese hombre fuera Alexander.

Termine de ponerme el vestido y salí de la cabina.

–Eso fue rápido–me miro de arriba abajo.

–¿Te gusta?–me atreví a decir.

–Bueno....

–Buenas tardes señor Volkov ¿desea algo de tomar?–hablo una mujer rubia con las tetas a punto de reventarle en el uniforme.

–Quiero un whisky–respondió sin siquiera mirarla ya que sus ojos estaban puestos en mi–¿deseas algo Bela?.

A ti quise decirle.

–Agua está bien–la mujer me miro por encima del hombre y se marchó algún lado.

–¿Estas bien?.

–Si, solo que estoy algo cansada.

–Atrás hay una cama como ya sabrás. Si quieres puedes ir a descansar.

–¿Y tú?.

–Yo dormiré un rato aquí.

–Duerme conmigo, la cama es inmensa y podríamos poner barrera de almohadas entre nosotros si deseas.

–No puedo.

Me tenía asco, lo podía ver en su mirada azulada.

Había estado con tantos hombres en mi vida y el lo sabía.

No me arrepentía de mi pasado pero era duro ver a Alexander rechazarme tan abruptamente siempre que estábamos en el mismo lugar.

–Entonces duerme aquí solo–me levante rabiosa encontrándome con la tetona de camino. La ignoré y entré hasta la habitación.

Tire las almohadas al suelo y abrí la sabana para adentrarme a la cama.

–Bien, me canse de ser tan buena contigo–hable para mi misma.

Cerré los ojos y me dispuse a descansar un rato.

No se cuanto tiempo paso solo se que sentí una presencia casi a la par mía y levante mi arma por inercia.

–¿Que demonios crees qué haces?–pregunta Alexander con una toalla al rededor de su cintura.

Tenía el cabello y el pecho húmedo.

Entre el amor y el deber #3. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora