Capitulo 36

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Una semana antes.
Rusia.

Alexander:

Déjame ver si entendí–mordí un poco mis labios sopesando mi siguiente palabra–¿estás en quiebra y la policía te lo va a quitar todo?.

–Básicamente–responde Elena–nos acusan de desfalco, cosa que posiblemente nos lleve a un juicio–su mirada brillosa hizo mi corazón calentarse. La amaba como a una hermana y odiaba esto. –Si esto sale a la luz perderé todo lo que conseguí durante estos años. Nadie querrá trabajar con una empresa de dudosa procedencia.

–¿Es solo en Chicago o también en Rusia?.

–La firma de Chicago y la que puse reciente en New York. Ambas están destruidas. Llame a Katrina y aún sigue revisando todo los documentos.

–¿Tienes copias?.

–Si las tengo.

–Quiero ver ambas, quiero la de Chicago y New York. –camina hasta las escaleras y me quedo a solas con Ronan.

–Gracias por esto, en verdad no se que mas hacer, tengo demasiada presión con la mafia italiana y ahora esto—se revuelve su cabello intolerable y varias hebras se le colocan en la frente.

–¿Donde está Jared?.

–Con Katrina también viendo los putos papeles. Esto es peligroso Alex; Si alguien investiga a Elena darán conmigo ya que es mi esposa, y si eso pasa y me pone en en el ojo del huracán descubrirán lo que hago.

–Todos estamos en riesgo–pienso en voz alta–nada va a pasar, esto lo voy a resolver.

Pongo mi mente a pensar y sabía o tenía idea de quién estaba metiendo cizaña en esto. 

No estaba seguro, pero si esa persona quería guerra yo era capaz de destruir el puto país con una bomba nuclear antes de que que familia pierda todo. Y cuando hablo de todo me refiero a la libertad más que nada.

Yo tenía acceso a cosas que ni la CIA, y el FBI soñaban con tener y esta persona que estaba haciendo esto no tenía ni idea con que clase de loco se estaba metiendo.

Elena baja con un montón de documentos en las manos y lo pone en la pequeña mesita que estaba frente a mi.

–Eso es todo, incluso traje las que tengo en Rusia.

–Okey, entonces manos a las obras–abro el primer documento y comienzo a leer todo.

Mi propósito es que ver que tanto había cambiado desde hace algunos años hasta ahora.

Vi la listas de empleados y las anoté en una hoja aparte.

–¿Quien es nuevo de los que están en la oficina de Chicago o New York?.

–Todos tienen mucho tiempo conmigo.

–Debe haber alguien que tenga meses o apenas un años. ¿Tienes alguien cercano a ti que tengo poco tiempo?.

–No me acuerdo, no se–dice ofuscada con lágrimas en los ojos–llamaré a Vladimir para que me mande más documentos.

–¿Quien es el?.

–Es un niño que trabaja para Katrina y para mi, es de mucha ayuda para ambas y ha estado con nosotras en todo este proceso.

–Ya veo–asiento–necesitaré la documentación de todos los empleados.

–¿Crees que pude ser una de ellos?.

–Fue uno de ellos–dije con seguridad–esto es un trabajo que lleva tiempo.

Entre el amor y el deber #3. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora