Capitulo 34. Destruido.

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Alexander:

–Quédate, prometo hacer algo de desayunar–se remueve hasta quedar encima de mi.

–Apenas y sabes prender la estufa–me reí–mejor báñate mientras voy por café–le doy una pequeña nalgada y se retira de mi pecho para entrar hasta la bañera.

Giro mi cabeza antes de mirarle el culo y me levanto a poner el café.

Mis ánimos estaban un poco mejor y sabía que cuando eso sucedía se venía la tragedia.

Ronan llamo ayer para avisarme que Dante Petrova había muerto, me hice el loco y el sorprendido, pero todo apuntaba que fue ella...

Ella fue su mujer, no se si Ronan ya lo sepa pero si es por mi jamás lo sabrá, no quiero cargar con ese maldito peso.

En tan solo 7 maldito meses me cambio, como si la relación de nosotros no hubiese costado bastante. Yo estaba dispuesto de acabar hasta con la última familia de ese hombre por lo que le sucedió a Alaska, pero ese abandono no me lo veía venir. Y creo qué tal vez fue mejor así; No puedo estar con alguien que a la primera de cambio me dejé, quiero estar con alguien que me sienta como su apoyo y sepa que luchare con ella codo a codo, no importando quien pague en el camino.

Aunque la busque... no me da vergüenza decirle pero lo hice, descubrí toda su identidad. Use el ojo de Dios en ella, ese dispositivo solo la utilizaba para personas que eran mis enemigos más peligroso y lo hice. Descubrí su apellido, sus oficios y sus viviendas. Golpe tras golpe recibí cada que salía otra notificación sobre ella.

Me sentía derrotado en saber que en 2 años nunca la llegue a conocer bien.

Habían muchas cosas más que de ella por descubrir, aunque ciertamente tenía algo en mente, algo que me parecía sospechosos y no podía contarle a nadie; Incluso Lana y Ronan debían de estar al margen de esto hasta que yo esté seguro...

–Mierda–trato de secarme cuando un poco de café cae en mi mano–pica–me seque con un trapo pero veía la pequeña ampolla formándose.–lo que me faltaba–tomé un poco de azúcar morena con salsa roja y lo esparcí por la pequeña quemadura hasta que el dolor seso un poco.

Esto era un remedio casero bastante común en los Países Bajos.

Amarre un paño y seguí haciendo mis labores. Hoy quise cocinar algo para Vanesa, sabía de sobra lo que amaba la comida rusa así que le prepare un desayuno tradicional con lo que se quedaría encantada.

Mi mente volaba y la trataba de detener mientras cortaba algunos vegetales.

–Teléfono–bajo Vanesa con la toalla alrededor de su cuerpo.

–Gracias–iba a tomar el teléfono y me lo negó mientras señalaba sus labios–¿estás jodiendome?–volvió a negar y no tuve de otra que darle un pequeño beso que ella quería profundizar y por supuesto me negué.

Vanesa sabía que esto no era algo tan serio y no quería que se emocionara. De hecho ni siquiera estábamos durmiendo en mi cama. Tuve que acondicionar la cama de al lado ¿y por que lo hice?–resoplo–pues por...

Tomo el teléfono y la voz chillona de Elena llena el lugar.

–¿Elena?.

—Soy yo no Elena–me reclama Ronan–podrías salir del país hoy, te necesito.

–¿Pasó algo?.

–Alguien creó una revuelta en mi contra, con Dante muerto los italianos están insoportables.

–Tomare un vuelo para allá, yo también tengo algo que decirte.–colgué el teléfono y me gire hasta Vanesa–necesito salir del país unos días. ¿Crees que puedas ocuparte de asuntos internos hasta que vuelva?.

–Puedo, pero si me prometes que al regresar me follaras así como me gusta.

–Eso no se pide, eso simplemente pasa–la regañe–haz lo que te digo por que es una orden.

–Vale, no te pongas así–baja de la pequeña silla de la isla y se instala frente a mi besándome el cuello. ¿Quieres hacerlo antes de irte?.

–Con lo de anoche fue suficiente—la aparto un poco y subo las escaleras para cambiarme. Sabía que estaba siendo muy duro con ella, pero no quería que se enamorara cuando yo no lo iba a estar nunca. Ella más que nadie lo sabía; De hecho tuve una conversación con ella pero parece que todo se le olvidó.

Me miro en el espejo mientras hecho agua en la cara y lo que veo es asqueroso, me siento incómodo en mi cuerpo como nunca antes. He entrenado más, pero el asco de haberme acostado con dos mujeres una misma semana no me dejaba ni dormir.

Yo no quería, fui a ese maldito lugar a beber para tratar de sacarla de mi cabeza desesperadamente, cuando una mujer hermosa se acercó; Era una jueza del estado de Arizona que había venido por un caso importante, estuvimos hablando mucho rato cuando de pronto se me tiro encima en ese local. Me primer instinto fue apartarla pero....me pregunte ¿por que?. Quería saber que era hacerlo así al azar con alguien fuera de mi círculo, y la jodi en grande.

Solo había estado con tres mujeres en mi puta vida, y este de ahora que estaba con dos a la vez no era yo.

¿Que diablos me hizo esta mujer en la cabeza para que yo me comportara así?.

Ella no vale la pena me repetía–sigue tu maldito camino Alexander.

Pero era que no podía; la extrañaba, extrañaba su olor, sus labios e incluso su actitud. Amaba como era fría con todos menos conmigo, pero supongo que lo hacía por que es una traidora de pacotilla.

Vuelvo a mirar mi ridiculo rostro en el espejo y mi ira regresa nuevamente. Lanzo un puño contra el espejo con rabia haciendo que esté se haga pedazos.

Veo mis nudillos abrirse y sabía que al rato me dolería pero al menos ya no estaba viendo mi imagen.

Me agarre fuerte del lava manos y las lágrimas calientes bajaron sutilmente.

Yo no estaba bien, no podía estarlo sin ella. No podía estarlo con la única mujer que he amado en esta vida.

¿A quien engaño con mi maldita indiferencia si saquee todo un maldito apartamento como un demente solo para verla? Quería hacerme el que no me importaba pero no era así.

¡mierda!

Incluso aquel día que la vi estaba a punto de acercarme hasta que reaccione. Soy un mentiroso, me miento a mi mismo y eso es lo peor.

Me gusta lo complicado y no resuelto; Y ella era todo eso y más. No se cómo rayos me enamore tan rápido, pero carajo lo hice. Tal vez soy el único perdedor que se enamora con atención....

Ella seguro no se acordará de mi, ella tal vez esté con una multitud de hombre mientras yo apenas podía lidiar con dos sin pensarla. Así de idiota soy yo.

-¿Que mierda paso?–Vanesa entra alterada al baño con una pistola a su costado–pense que estabas en peligro—su mirada bajo hasta los cristales y luego subió hasta mis nudillos para dar finalmente con mi rostro. –¿Es por ella verdad?–pregunta con la voz apagada–Acepta que se fue Alex, ella no vale la pena. Si ella supieras el hombre que realmente eres no pensaría en dejarte jamás. Eres el hombre que todas desean, la central está llena de mujeres que esperan una simple mirada tuya y si Bela no pude aprovechar eso allá ella, tú debes seguir....con o sin ella. Yo estaré aquí para apoyarte.

Asiento con la cabeza por que no quería hablar y mucho menos tener que dar explicación. Su pequeño cuerpo se acerca al mío y me abraza con fuerza y yo la imito.

¿Por que no podía amar a Vanesa?

Ella era fácil de querer, era gentil y buena–pero no es Bela me volví a repetir.

Debía de intentarlo.

Se apartó un poco de mi y volvió a mirar mi herida.

–Buscaré gazas y alcohol para desinfectarte esa mano.

–Espera–la tomo del brazo arrastrándola a donde yo estaba nuevamente–Gracias, gracias por cuidarme todos estos meses y escucharme hablar.

–Para eso están los amigos.–se aparta nuevamente de mi y fue hasta la habitación.

Miro nuevamente mis nudillos y maldigo en voz baja.

–Eres un idiota–me repetí.

Entre el amor y el deber #3. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora