Capitulo 3.

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Alexander:

¿Que se le respondía a una mujer cuando te halagaba?.

Joder me quede como un tonto cuando me dijo que me veía bien.

Quería que decirle que ella también, sólo Dios sabe que deseaba decirle que era la mujer más hermosa que había visto nunca. Pero estaba seguro que ella estaba harta de escuchar eso todo su vida y por eso callé.

No quería que ella me mirara como a uno más, quería ser diferente ante sus ojos.

Era domingo en la mañana y ella tenía que partir a New York, pero no quería que se marchara.

Suspiré varias veces y entré a la casa.

Estaba sudado ya que acababa de correr por todo el puto vecindario para ver si se me bajaba esta calentura.

No se que me pasaba. De Ronan y yo, yo siempre fui el más tranquilo pero en estos momento parecía un adolescente con las hormonas disparadas.

Escuche música latina desde que entré y no puede evitar arrugar la frente.

La música se escuchaba con mayor fuerza en la cocina así que caminé hasta allá y mi boca se abrió al ver la imagen.

Bela estaba moviendo el culo con una camisa blanca que supuse que era mía y unas pequeñas bragas mientras hacía panqueques.

–Este.. he.... Hola.

La llame pero seguía en su mundo así que rodee la meseta y fui hasta ella. Cuando me vio se paró en seco y me repaso completo.

–Hola, perdón por usar tu camisa y tu cocina, yo quería sorprenderte con algo–su mirada seguía fija en mi pecho por alguna razón.

–No pasa nada, anoche me dijiste que no tenías otra cosa que vestidos así que me alegro que te hayas acomodado, pero no puedes estar así vestida en la casa de un hombre.

Y más si ese hombre quiere hacerte de todo>pensé para mi.

Cálmate Alexander y deja de pensar con lo de abajo.

–¡Oh!, lo siento. Me iré a vestir.

–Tengo pantalones de correr, si quieres te presto uno y te quedas con la camisa.

vale.

Salí disparado a buscarle el dichoso chándal y obviar que sus pezones se veían tal cuales a través de la camiseta.

No se si podré verla más tiempo así. Tal vez si sea buena idea que se marchara.

Tomé el primero que vi y salí de la habitación para entregársela.

–Gracias–se levantó un poco la camisa dándome una vista más clara de sus bragas color negra para luego pasar el chándal por sus piernas.

Lo estaba haciendo a propósito, no tenía experiencia en estas cosas de mujeres pero no era estupido.

Aparte la vista hacia otro lado.

–Estoy vestida–comenzó a moverse por la cocina hasta que encontró unos platos y nos sirvió a ambos.

También había un poco de huevo revuelto y bacon.

No sabía que comías tanto–le dije observando la cantidad que se sirvió.

–Amo comer.

–¿Cual es tu comida favorita?–le pregunte mientras me ponía de pies ayudarle con el zumo de naranja.

–Me encanta la pasta.

–Buena elección, la pasta nunca decepciona.

–¿Cual es la tuya?–preguntó acomodándose en la mesa para sentarte.

Entre el amor y el deber #3. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora