Lucius
Me dolía la cabeza.
Acababa de despertar de un sueño sobre mi infancia. Abrí los ojos y miré a mi costado, el automóvil se había detenido e Idara había salido, me imaginé que a respirar un poco de aire fresco.
El entrenamiento para heredar el trono era particularmente cruel y aunque el niño que había sido estuvo aterrado, pude sobrevivir y pasar a través de eso sin romper mi mente, seguía teniendo pesadillas pero había aprendido a vivir como si fueran solo una extensión de mi, en su gran mayoría las dejaba solo como un recordatorio de que cualquier debilidad podía ser fatal.
Aunque ya tenía una.
Salí del automóvil hacía donde estaba el equipo de seguridad con un mapa, tratando de averiguar la entrada, yo apenas y lo conocía en realidad, este camino no era tan utilizado. Me acerqué a ellos. Idara llegó enseguida y se colocó a mi lado justo cuando se tocaba el tema de que tipo de formación llevaríamos al entrar, lo que nadie sabía era que yo ya había ido unas cuantas veces extraoficialmente, así que les dejé ser cautelosos, pero no demasiado para que las hadas sospecharan.
- No creo que sea buena idea.- Sacudí la cabeza hacía el jefe de seguridad.- Si entramos en una formación defensiva podría acabar mal.
- Pero si entramos abiertamente y caemos en una trampa, las posibilidades de sobrevivir serían...- Se interrumpió por otro guardia.
- Primero tenemos que entrar, de todos modos, ¿Dónde está la puerta? - Ninguno contestó, casi sonreí. Mejor dejé de jugar y señalar el lugar.
- Se encuentra...- Me detuve de repente, mi cuerpo se tensó y un sudor frío me llenó. Percibí un olor familiar y mis colmillos salieron, reaccionando a ese olor mezclado con sangre.
- ¿Su majestad? - Me pregunto Malco, uno de los guardias.- ¿Usted también lo percibe?
- Protejan a la reina.- Les ordené de manera más brusca de lo que esperaba y luego me apresuré a ir hacía el bosque.
Conforme avanzaba usando toda mi velocidad comencé a sentir dolor en el pecho y en algunas otras áreas de mi cuerpo que me hicieron apretar los dientes apresurando el paso. Llegué a una zona donde abundaban los árboles altos y entre ellos había una figura que trataba de retroceder de un grupo de Kisas, estaba cubierta de sangre y lanzaba su poder en contra de ellas, por un momento me detuve reconociéndola, era Arista Schevert, ¿Qué hacía aquí la favorita del rey de las hadas? No importaba porque se veía en muy mal estado, me apresuré recordando que no llevaba ningún arma encima y las asesiné arrancándoles la cabeza directamente, apenas y me vieron llegar, cuando me encargué de ellas. Cuando terminé con la última fui hacía ella, se veía mal, sangraba mucho de su pecho y apenas respiraba superficialmente, su corazón latía demasiado rápido y ya no estaba consciente, la tomé entre mis brazos y volví. Idara me miró con sorpresa al verme aparecer con las manos ocupadas, la acerqué a ella para verificar si podía hacer algo con su habilidad de curación, hizo una mueca por la sangre.
- ¿Cómo está? - Le pregunté.
- Un pulmón perforado, unos veinte huesos fracturados, una hemorragia interna, estallamiento de algunos órganos- Comenzó colocando sus manos encima de ella.- Nada que no pueda arreglar. - Terminó, usó su habilidad con lo más indispensable, pero dejó las heridas más superficiales, no importaba, porque lo que importaba era que viviera.
- Llévala dentro.- Me dijo.- Terminaré sus heridas superficiales de otro modo.
No la cuestioné y la metí dentro del vehículo, la vi internarse en el bosque y la escuché vomitar. ¿Le había afectado tanto ver la sangre de la hada? Cuando volvió la miré inquisitivamente, pero ella mintió diciendo que estaba bien. Puse una manta sobre el vestido desgarrado de Arista.
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Villanos (La guerra eterna parte III)
FantasyCulpables. La historia siempre buscará culpables. Maxwell lucius Arscorth se convirtió en el rey de los vampiros, sentándose en un trono construido en sangre e iniciando una cadena de muertes sin sentido, tiranía y traiciones. Caliope Montefher Vari...