Caliope
Sentía la emoción del peligro correr por mis venas. Obligué a mis piernas a ir más rápido a través de los pasillos. Los pasos ligeros del vampiro detrás de mi, cada vez se sentían más cercanos, entré en pánico lo suficiente como para abrir la primera puerta que conducía a un balcón y me planté justo debajo del sol con el libro en mano.
Mi sonrisa tembló al ver a Max muy enojado dirigirse directamente hacía mi. Mi cabello estaba desordenado y mi pecho subía y bajaba por el cansancio de haber sido perseguida prácticamente por todo el palacio.
Abracé el libro.
- No es tan malo.- Seguí retrocediendo y el siguió avanzando hasta que topé con la orilla del balcón, a pesar del ligero entrecerrar de sus ojos al pisar el suelo bajo la luz de sol, no había rastro de debilidad en su cuerpo. Maldita familia real con su entrenamiento de élite.
- Caliope.- Dijo con voz amenazante.- Dámelo.- Extendió su mano.
- ¿Por qué no me dices que es? - Insistí. Había visto muchas veces su rostro cuando escribía en el. Tenía demasiadas emociones al pasar la pluma a través de las paginas, solo que Max nunca me decía que era, así que decidí robarlo y descubrirlo por mi misma, pero fui descubierta con las manos en la masa lo que llevó a una extrema persecución del vampiro.
Max no contestó y solo tomó el libro entre mis manos, pero su expresión se oscureció al darse cuenta de que no era su libro. Me volvió a ver con molestia, al saber que los había cambiado en algún punto del camino.
- ¿Dónde lo dejaste? - Preguntó, ahora solo estaba a muy poca distancia de mi.
- Si me dices que es.- Me crucé de brazos a la defensiva.
Si quería ponerse terco, entonces le haría saber que podía no decir nada yo también. Max elevó una ceja como si respondiera a mi reto y colocó sus manos en mi cintura sentándome en el balcón.
- ¿Dónde está? - Volvió a preguntar, ahora había un brillo que conocía muy bien en sus ojos. Miré hacía abajo del balcón. No podía usar mis alas (nadie debía saber que ya habían salido), así que, si caía terminaría muy mal.
- No te atreverías.- Le reté. Max siempre era blando cuando se trataba de mi, así que no había manera de...
Un empujón y estaba cayendo. Grité, sentí como una mano sujetaba mi tobillo. Quedé suspendida en el aire con la vista de un arbusto de rosas justo debajo de mi. Afortunadamente llevaba el vestuario de entrenamiento, por lo que no se me vería nada indecente. Hice un esfuerzo por mirar hacía arriba, donde estaba Maxwell sujetando mi tobillo con una sonrisa traviesa, parecía que su anterior enojo se había evaporado.
- ¡Es una injusticia! - Grité.- Esto es intimidación contra una frágil... princesa.- Le apunté con el dedo para maldecirle.
- Si me hubieras dicho donde estaba, entonces no habría necesidad de "intimidar" a una "frágil" princesa.-Lo miré con indignación.- Ahora, ¿Me vas a decir donde está?
- ¡No! - Exclamé.- No te diré si no confiesas primero.
Sentí que deliberadamente aflojó un poco su agarre haciendo que resbalara unos centímetros, lancé un pequeño jadeo pero me negué a decirle donde estaba.
- Entonces, ¿No me dirás? - Su tonó de voz me preocupo.
Abrí mis labios para seguir maldiciéndolo, pero, una voz masculina que provenía precisamente de bajo de mi, prevaleció sobre mis intenciones.
- No creo que esta sea una vista que se obtiene todos los días.- La profunda voz de Damian Arscorth, primogénito del duque Maxell Arscorth lucía una bonita sonrisa con su cabeza inclinada hacía la dirección de mi cuerpo colgante. Parecía genuinamente divertido portando su uniforme del ejército, con la espada que llevaba el escudo de la familia real en su costado derecho.
![](https://img.wattpad.com/cover/91625658-288-k726792.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Villanos (La guerra eterna parte III)
FantasíaCulpables. La historia siempre buscará culpables. Maxwell lucius Arscorth se convirtió en el rey de los vampiros, sentándose en un trono construido en sangre e iniciando una cadena de muertes sin sentido, tiranía y traiciones. Caliope Montefher Vari...