Idara Dragomir
No podía tranquilizar a Eros.
Normalmente es un niño tranquilo, pero ahora no había nada que sirviera para calmarlo. Seguí dando vueltas para tranquilizarlo, iba de un lado a otro en la terraza, tratando de distraerlo con la vista, pero no funcionaba, seguía llorando a pleno pulmón de manera que me rompía el corazón, no entendía que estaba pasando.
Escuché un golpe en la puerta, esperé sinceramente que no fuera por el escandalo que estaba montando mi hijo, abrí la puerta y me encontré de lleno con Kelian, normalmente me daba mi espacio y yo lo evitaba, así no habíamos hablado de nada más allá de lo indispensable después de la guerra.
- ¿Puedo entrar? -Preguntó, en circunstancia normales me habría sorprendido porque no entrara solamente sin pedir permiso, pero ya estaba estresada por el llanto en mi oreja, asentí y seguí dando vueltas, traté de usar sus juguetes, pero fueron aventados. Kelian extendió sus brazos.- ¿Puedo verlo? - Vacilé solo por un momento, pero luego me convencí a mi misma de que estaba bien y lo hice, lo tomó con cierta torpeza y lo llevó a la cama. Sacó varias herramientas medicas que trajo consigo en un maletín y lo revisó.
- ¿Sucede a menudo? - Preguntó.
Sacudí la cabeza.
- No, a veces se inquieta pero es fácil de llevar, solo que hoy no puedo calmarlo con nada.- Me puse a su lado, Eros seguía llorando con fuerza. Kelian terminó de revisarlo y sacó unas gotas, se veían azules y las acercó a sus labios. Lo detuve.
- ¿Qué haces? - Pregunté.
- No voy a envenenar a mi propio hijo, si es lo que piensas.- Me miró directamente a los ojos, las gafas se deslizaron un poco por el puente de su nariz e hice algo que antes se había vuelto tan natural en mi: las acomodé. Cuando me di cuenta y retrocedí, desviando la mirada, Kelian volvió a lo suyo y liberó unas cuantas gotas en la pequeña boca de Eros y así, solo en unos minutos más, se fue calmando hasta quedarse completamente dormido.
- ¿Qué le diste? - Le pregunté tomándolo en brazos y llevándolo a la cuna.
- Le di algo para el dolor.- Murmuró colocándose a mi lado.- Sus colmillos están saliendo demasiado pronto y le lastima.
- Gracias.- Murmuré.
- Tienes que tener más cuidado a partir de ahora, cuando le des de comer, puede lastimarte.- Dijo y asentí tomando en cuenta sus palabras, me sentí aliviada de que el problema con Eros se solucionara al menos de momento, retrocedí y me senté en la cama sintiéndome algo mareada, ya tenía algunos días sintiéndome así, sobre todo en extremo cansada, pero tenía que hacerme cargo de Eros y estaba retomando mis responsabilidades como duquesa. Sentí que Kelian me observaba, pero evité mirarlo desviando mi atención todavía hacía la cuna de Eros. Lo escuché suspirar antes de caminar e se inclinarse frente a mi, obligándome a bajar la mirada a él.- Te ves muy pálida, te falta sangre, Idara. Perdiste bastante en la guerra y alimentas a Eros, ¿Cómo te sientes? - Me tomó el pulso.- Es muy rápido para ti, hay algo mal. ¿Has comido lo suficiente?
Sabia que tenía anemia y mi corazón estaba tratando de compensar la falta de sangre, por eso latía tan rápido, pero escucharlo decir eso con un tono de preocupación me hizo sentir opresión en el pecho. Desde la muerte de mi padre y Sebastian apenas tenía apetito, yo solo quería llorar todo el día.
- ¿Por qué lo hiciste? - Susurré.- ¿Por qué me usaste así? -Kelian no me soltó, en cambió me sostuvo con un poco más de fuerza. Continué hablando.- Querías estar ligado al poder de los Arscorth, ¿No es así?
- Quería mantener en pie a mi familia y el poder hacía precisamente eso. Si no fuera por mi, el escudo Dragomir se hubiera hundido desde hacía mucho tiempo.- Dijo con sinceridad.- No me pienso disculpar por ser ambicioso.- Suspiró.- Solo por haberte destruido en el proceso.
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Villanos (La guerra eterna parte III)
FantasyCulpables. La historia siempre buscará culpables. Maxwell lucius Arscorth se convirtió en el rey de los vampiros, sentándose en un trono construido en sangre e iniciando una cadena de muertes sin sentido, tiranía y traiciones. Caliope Montefher Vari...